Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

viernes, 14 de mayo de 2010

Crisis, what crisis?

Cuando los legendarios Supertramp editaron en 1975 su cuarto album con el título genérico de Crisis, what crisis?, la situación económica mundial era tan desoladora como la actual, aunque parece que nuestra endeble memoria no lo quiera recordar. Lo que cabe preguntarse es lo mismo que hicieron los miembros del grupo británico sobre la situación que nos afecta, Crisis, ¿qué crisis?.

En la vertiente económica, las teorías marxistas (no como ideología, sino como instrumento de análisis económico) sobre la crisis defienden que las recesiones en el sistema capitalista son inherentes al propio sistema, y como tales inevitables y cíclicas, repitiéndose cada ocho o diez años. Los contenidos de la conferencia “La teoría marxista de la crisis y la actual depresión económica” indican que los detonadores clásicos de las recesiones son: superproducción en los sectores clave de la expansión precedente (automóvil, construcción inmobiliaria, acero, petroquímica, etc.), baja de la tasa media de ganancia, agravación de las tendencias especulativas e inflacionistas, obligación para la burguesía de iniciar una política deflacionista, desocupación en rápido ascenso,…

Muchos de estos indicios son aplicables actualmente, junto a la hecatombe financiera propiciada por la especulativa banca de inversión norteamericana, pero también lo eran en las anteriores crisis. Concretamente la conferencia data de 1983 y hace referencia a las recesiones económicas de 1974-75, 1980-82. Así pues, la mayoría de los motivos de la actual crisis económica no deben sorprendernos porque ya nos son conocidos, además de cíclicos. El nacimiento de una banca voraz, no dirigida al negocio tradicional sino a la intermediación, a la inversión y al beneficio a corto plazo y no controlada por organismos gubernamentales es un nuevo invento norteamericano que ha incrementado las causas de la crisis económica y agudizado sus consecuencias.

Si la actual crisis no difiere demasiado de las anteriores, ¿Qué otras situaciones o aspectos diferenciados le confieren esa espectacularidad apocalíptica que parece difundirse con los acontecimientos?

La catástrofe financiera provocada por esa especulación salvaje de la creciente banca de inversión norteamericana es innegable. Los estados han tenido que inyectar liquidez a una banca que zozobraba seducida por los fondos basura potenciados, para un raudo enriquecimiento, por los gurús económicos del país capitalista por excelencia. Esparcieron su basura por todo el planeta y al amparo de la obtención de dinero fácil y rápido que propugnan las nuevas tendencias capitalistas. Eso si, a pesar de toda la catástrofe provocada, demasiada gente se enriqueció con esas triquiñuelas y, aunque hay culpables, el dinero se volatilizó. Los estados ayudaron a reponer, con el dinero de todos, lo que unos pocos, adorados por el sistema hasta hace poco, se llevaron.

En España, en el aspecto bancario, la crisis parece algo diferente. Los dos principales bancos, Santander y BBVA obtuvieron en 2009, 8,9 y 5,2 millones de euros de beneficios respectivamente, y en el primer trimestre de este año el primero mejoró un cinco por ciento con respecto al año pasado mientras que el segundo igualó sus resultados. Aquí parece que no hay crisis, porque siguen ganando mucho dinero, igual que algunas multinacionales como Telefónica, Repsol, Endesa,… Se podría hablar de crisis en las cajas de ahorro que, mangoneadas por los políticos en sus consejos de administración, ven como sus beneficios disminuyen e incluso entran en notables pérdidas, hasta llegar al extremo de tener que ser intervenidas por su ruinosa situación, como fue el caso de Caja Castilla La Mancha, al frente de la cual estuvo diez años el socialista Juan Pedro Hernández Moltó.

Así pues, parece que en este país, y en otros muchos e incluso en la totalidad globalizada del sistema, además de la crisis tradicional definida perfectamente en sus causas por el análisis marxista, conviven otras muchas, que al fin y al cabo la agravan. Es el momento de retomar la pregunta de Supertram, Crisis, ¿Qué crísis?.

¿Crisis de un sistema que nos invita al enriquecimiento rápido y a la especulación y el consumismo como única manera de triunfar en la vida y de realizarse?

¿Crisis de la espiritualidad y adoración del materialismo, reflejados incluso en la religión occidental dominante que durante siglos se ha envuelto de materialismo y lujo, y cultivado una hipocresía que oculta hasta la pederastia de sus miembros?

¿Crisis de unos mandatarios y de unos endiosados gurús económicos que especulan, ocultan la realidad y disfrazan cifras hasta que quiebra por completo aquello que dirigen?

Tal vez las crisis inherentes al capitalismo se han visto incrementadas por esas crisis individuales y sociales que nos convierten en nuevos esclavos y nos invitan a vivir muy por encima de nuestras posibilidades, para crear la madre de todas las crisis, la que marque el principio del necesario fin del actual sistema económico, social y político, todos ellos insostenibles.

Y precisamente en este último punto, el político, es donde más oscuro se ve todo en España y menos esperanzadora es la situación. Los políticos son quienes dirigen los países y, por ende, pueden avocarnos a salir o a profundizar la crisis, pero los políticos españoles, muchos de los cuales ya estaban en otras épocas y crisis, parece que ya tienen bastante con las suyas propias. La oposición, la crisis de encubrir las preocupantes corruptelas de sus miembros y de llegar al poder a cualquier precio y sin tener en cuenta para nada el interés general.

La crisis que envuelve al gobierno es más preocupante aún, ya que están en el poder y sus decisiones nos afectan de lleno,

y lo que están demostrando con ellas es una total negligencia e ineptitud a la hora de gobernar ya que, además de castigar a los colectivos que menos han provocado la situación y menos se han visto favorecidos con la especulación que los provocó, pensionistas y funcionarios (a quienes Mariano Rajoy, a pesar de defenderlos ahora, ya castigó en su día), se dedican a incumplir los acuerdos que ya han firmado, e incluso la legislación que han aprobado, eso sí, sólo las que suponen mejoras sociales que con tanto bombo vendieron, y que, obviamente, has sido muy aplaudidas tanto por los empresarios como por los banqueros, que en ambos casos tienen bastante más culpa de lo que sucede que a quienes ahora se masacra con las nuevas medidas.

En definitiva, prácticamente el único resto intacto de la tan cacareada política social de los gobiernos de Zapatero es la supresión del Impuesto de Patrimonio, lástima que sólo afecte a un millón de contribuyentes, todos ellos de clase media o alta.

Esta desastrosa realidad nos lleva nuevamente a nuestra crisis como miembros de esta sociedad, ya que no debemos olvidar la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en todo lo que está sucediendo con nuestras actitudes y elecciones en todo lo que se refiere a la vida, y como no, también en los comicios electorales. Una vez más, tú eliges.

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