Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

sábado, 26 de junio de 2010

Peligrosa pasividad

Más de diez millones de telespectadores siguieron ayer las evoluciones de la selección española de fútbol en su partido ante Chile dentro del Campeonato del Mundo de Sudáfrica. Los españoles debían ganar para garantizarse pasar como primeros de su grupo, y así lo hicieron, aunque el modo de hacerlo no fue demasiado espectacular.
De los tres partidos jugados por España fue en el que desarrolló peor juego, a pesar de tener la mayor efectividad. Se fueron al descanso con dos goles a su favor, y un chileno expulsado, así que la segunda parte podía ser una exhibición española. Pero no fue así. Los sudamericanos salieron presionando, a pesar de contar con un hombre menos, y en dos minutos consiguieron colocar el dos a uno en el marcador. A partir de ahí todo se desdibujó hasta llegar a los últimos quince minutos con una aburrida pasividad para atacar por parte de ambos contendientes ya que a los dos les iba bien el resultado.
Eso me recordó porque no me gusta el fútbol. Los contendientes, según sus intereses, pueden llegar a hacer el partido tan insulso que hasta las propias ostras se aburrirían. En otros deportes, como el baloncesto o el balonmano la displicencia de los equipos no puede ser tan evidente, ya que en el primero sólo cuentan con 24 segundos para realizar cada ataque y en el segundo los árbitros pueden castigar con “pasividad” al conjunto que no demuestra su interés atacante, lo que provoca que el balón pase a manos de sus contrincantes. En fútbol parece que hasta la pasividad es lícita para lograr los objetivos. Es un ejemplo más de que el fin justifica los medios, con lo cual quien triunfa es un equipo, pero no el fútbol en si, porque el espectador que quiere ver buen juego se siente frustrado.
La del fútbol es una pasividad que únicamente aburre, pero, por norma general la pasividad puede llegar a ser muy peligrosa en todo aquello que afecta a nuestras vidas. Mantente pasivo ante una situación que te provoque consecuencias adversas y lo comprobarás, por eso no solemos permanecer pasivos ante lo que podemos evitar directamente. Sin embargo si nos acomodamos en el conformismo pasivo ante situaciones que parece que ni nos afectan, de momento, ni podemos controlar: guerras, injusticias, esclavitud, explotación,…
Eso se lo dejamos a nuestros políticos, sin querer ser conscientes de que la inmensa mayoría de ellos caen en una peligrosa pasividad ya que, como a las selecciones de España y Chile, ya les va bien que el resultado quede tal y como está. Lo más preocupante es que parezca que nos va bien a todos y nos sumemos a su pasividad, sin hacer nada por cambiarlo, aunque podamos, porque en cualquier momento nos puede afectar más de lo que podemos pensar, y entonces tal vez sea tarde ya.

jueves, 24 de junio de 2010

Unanimidad total,...casi

Los continuos desatinos del gobierno Zapatero a la sombra de la crisis financiera internacional han removido las estructuras del país hasta aproximarlas al esperpento. Mientras el partido mayoritario, que lleva en sus siglas un inexistente socialismo, se dedica a castigar a los menos favorecidos, el indeciso y conservador principal grupo de la oposición afirma, a través de sus líderes, ser el partido de los trabajadores. Con tanto respaldo político para defender sus intereses, el colectivo de asalariados y jubilados, es decir, aquellos que tienen los salarios controlados por terceros, están más jodidos que nunca.
Primero fueron funcionarios y pensionistas los sacrificados, ahora lo serán el resto de los trabajadores por cuenta ajena (incluso los que aplaudían la medida contra los funcionarios) los que tienen que ponerse a temblar.
El Real Decreto-Ley de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo ideado por el gobierno de Zapatero ha alcanzado logros impensables. Sindicatos, empresarios y grupos políticos de la oposición se han puesto de acuerdo en que las propuestas del gobierno no convencen a nadie. Los chicos de Zapatero se empeñan en hacer creer que el real decreto no abarata el despido y generará más empleo fijo, pero los sindicatos, que hasta hace poco parecían mantener un idílico romance con el gobierno, opinan lo contrario. Los partidos, nacionalistas o no, más supuestamente de izquierdas, y algún camuflado, piensan igual: que las medidas facilitan el despido y aumentan la precariedad laboral. Los empresarios, con el experto en despedir (Air Comet y Marsans), Gerardo Díaz Ferrán, a la cabeza también se oponen al decreto, pero justo por lo opuesto, por no flexibilizar lo suficiente el despido. Hasta aquí las opciones, a favor o en contra, claras; o más bien, todos contra el gobierno.
Los nacionalistas conservadores sólo dicen una evidencia: las medidas son mejorables; y el nuevo partido de los trabajadores, el PP, en su sempiterna ambigüedad también se sumó in extremis a la idea de mejorar las propuestas. Parece que todos quieren mejorarlas, aunque ninguno dice como.
El refrito normativo debe ser tan malo que no convence a nadie y todos lo quieren modificar. Hasta el diputado socialista y exsecretario general de Comisiones Obreras, Antonio Gutiérrez, se abstuvo, conscientemente, en la votación rompiendo la disciplina del partido. Ahora sus compañeros de agrupación le sancionarán por ser coherente con lo que piensa. Así funciona la política, y en eso hay unanimidad casi total entre sus componentes: Hay que defender, aún a costa de destruir los derechos de la clase asalariada y de los más desfavorecidos, los intereses financieros que perpetúan el sistema, porque es el capital quien les mantiene en el poder y no los votos de los primeros. Con listas abiertas que no decidieran los partidos tal vez la cosa sería diferente.
Mientras tanto, y entre tantas crisis, reformas y recortes, el número de ricos españoles (personas con más de 800.000 euros, exceptuando primera vivienda y consumibles) creció un 12,5 por ciento en 2009, y hacienda, después de no sé cuanto tiempo, da un ultimátum a 3.000 fortunas españolas que podrían acumular 6.000 millones de dinero negro en suiza.

viernes, 18 de junio de 2010

Saramago: "la vejez empieza cuando se pierde la curiosidad"

Tres meses y seis días después de la desaparición de Miguel Delibes, la muerte hoy del nobel portugués José Saramago, a los 87 años, deja el panorama literario internacional un poco más vacío y a la humanidad más muda.
De origen humilde, el camino que recorrió para llegar a la cima del reconocimiento como escritor no fue sencilla. A sus 25 años publica, sin éxito, su primera novela. La segunda obra que tenía escrita ni siquiera fue editada. No es hasta veinte años después cuando vuelve a cultivar sus inquietudes literarias: «Sencillamente no tenía algo que decir y cuando no se tiene algo que decir lo mejor es callar».
El retorno a la escritura lo realiza inicialmente con la poesía, pero pronto retoma también la novela y los relatos, y más tarde incluso el teatro, dedicándose por completo a la literatura a partir de 1976 y culminando su trayectoria con el premio nobel recibido en 1998.
Escritor y persona comprometida con la justicia social, sufrió la censura y la persecución de la dictadura lusa de Salazar. Más tarde acabó exilándose voluntariamente a Lanzarote. Su extensa obra, tanto en títulos como en géneros, está repleta de sutiles reivindicaciones y denuncias sobre la esencia del ser humano.
Saramago es ante todo un pensador que nos ha legado la profundidad de su filosofía de lo cotidiano entre las frases de su producción literaria.

Estos son algunos de sus pensamientos:

“Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa.”

“Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.”

“Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.”

“Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer”

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”

“Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran”

“Lo que realmente nos separa de los animales es nuestra capacidad de esperanza”

“El éxito a toda costa nos hace peor que animales”

“La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos”

Saramago nos ha dejado hoy, pero siempre seguirá vivo en su obra. Si quieres conocerle, sólo tienes que leerla: "Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso."

España va bien

Desde que el indeterminable José María Aznar popularizara la frase “España va bien” allá por 1997, dentro de la globalidad de aspectos a los que se podía referir la expresión, objetivamente no ha habido momento más cercano a esa afirmación que el actual. Evidentemente no en la vertiente económica, donde no estamos para tirar cohetes, pero tampoco lo está el resto del mundo. Los brutales ajustes económicos que se acaban de iniciar en nuestro país, y que ya se realizaron en Grecia, se aplicarán también casi idénticamente en todos los países capitalistas sin excepción, incluidos los todopoderosos Alemania y Estados Unidos.

La actual situación tiene su origen en una crisis financiera global provocada por el nuevo experimento de los bancos y gurús financieros norteamericanos para enriquecerse más rápidamente aún. Ahora, todo aquello que unos pocos se llevaron lo tenemos que reponer entre todos. Bueno, todos no, como siempre sólo los más débiles. Comienza con los más débiles de los países más débiles y la escalada continúa hasta la cumbre de la pirámide formada por los débiles de los países más fuertes. En todos ellos, más o menos drásticamente, los derechos de los menos favorecidos y los avances sociales se van a ver mermados, cuando no sacrificados completamente, para salvaguardar los excesos de un capitalismo cuyo único interés es mantener a salvo los mercados que permiten perpetuar el sistema.

Definitivamente, España no va bien en el aspecto económico. En realidad los únicos que van perfectamente en él son las grandes fortunas y los especuladores que han continuado acumulando dinero para ponerlo a salvo en los mismos paraísos fiscales que alimenta el propio sistema que ahora debe ser salvado por dinero público mientras sólo enriquece al capital privado.

Descartada la faceta económica, que por desgracia influye en prácticamente todas las demás, se puede afirmar que nuestro país va como nunca de bien en un aspecto mucho más objetivo y que, más o menos, se puede clasificar a nivel mundial. España se encuentra entre los países punteros de nuestro planeta en la faceta deportiva. Para demostrarlo sólo hay que mirar los éxitos que acumulan los deportistas de nuestro país.

Nuestro deporte atraviesa un momento dulce que jamás antes vivió y somos un país puntero en variadas especialidades. Tres pilotos españoles compiten en fórmula 1 y se encuentran entre los 24 mejores del mundo por primera vez en la historia. El motociclismo español, que ya en el pasado nos proporcionó grandes triunfos, también cuenta algunos con los más destacados pilotos del mundo y optan a coronarse con el cetro mundial en las tres categorías de la competición. El ciclismo a nivel mundial habla español y nuestros corredores vencen en las principales pruebas. Natación sincronizada, gimnasia, atletismo,… dan a nuestro país nuevos éxitos que también cosecharon en el pasado.

Pero quizás lo más sorprendente por la repercusión social y por la novedad, sean los éxitos en baloncesto y futbol. La selección española de baloncesto es la actual campeona de Europa y del mundo, y los jugadores españoles triunfan como nunca lo habían hecho en la mejor liga del planeta. En fútbol también exportamos jugadores y técnicos a las más destacadas competiciones del planeta y la selección ostenta el título de campeona de Europa y no se sabe hasta donde llegará en el campeonato de Mundo a pesar de haber perdido el primer partido. De momento ha logrado lo que antes jamás había hecho: jugar tan bien como para ser considerada la mejor del planeta. Además, en ambos deportes, han sido los propios entrenadores españoles los que han tenido mucho que ver con estos resultados, con lo que todo queda en casa.

Dentro de ese sublime momento deportivo español situaría en la cumbre la continuada hazaña de un joven de 24 años que, de modo absolutamente individual y sin ayuda de tecnologías, ni compañeros, ni fuerzas externas, ha logrado coronarse como sólido número uno del mundo de su especialidad. Con 17 años comenzó a forjar su leyenda en la eliminatoria de Copa Davis entre la República Checa y España.

El equipo español sufría las ausencias de sus dos mejores jugadores, así que Rafa Nadal tuvo que tomar la responsabilidad de suplirles a pesar de su juventud. Perdió su primer encuentro, y el de dobles que disputó, pero en el punto definitivo de la eliminatoria duplicó la garra con la que había jugado y logró vencer dando el pase a nuestro país, que a la postre logró su segunda trofeo de Copa Davis de su historia. Aquel día, el modo de jugar y la espectacular entrega de Nadal hizo recordar a la de los ídolos históricos y universales de ese deporte. Los cinco años siguientes Rafael Nadal, en su épica carrera, conquistó numerosos torneos de los más prestigiosos del mundo y una medalla de oro olímpica y logró colocarse en el número 1 del ranking tenístico mundial, superando a otro de los mitos del tenis de la actualidad, y que parecía imbatible, Roger Federer. Justo después una lesión le retiró de las pistas y del escalón más alto de la clasificación.

En 2010, año de la crisis, en el que el mundo capitalista va mal y España, a la vista del mismo, fatal, Rafael Nadal ha regresado con su mejor tenis, superando todas las adversidades y perfeccionando su juego, su garra y su entrega y ha recuperado la cima mundial del escalafón tenístico. En esa impresionante carrera plagada de méritos deportivos y personales tal vez lo más excepcional sea que ha sido capaz de mantener su elevada calidad humana plagada de humildad, respeto y solidaridad sin dejarse influir por los éxitos que acumula. Su carácter queda plasmado tanto en el terreno de juego, como fuera de él, donde siempre colabora con causas solidarias e incluso ha creado una fundación con estos fines. Si le respetan las lesiones y dada su juventud, llegará a ser el mejor tenista de todos los tiempos porque aún le queda cuerda para rato y como persona ya ha demostrado, y demuestra cada día, que ha llegado a la cumbre de los valores realmente importantes.

Así pues, España va muy bien, al menos en una de las pocas facetas objetivas y en la que cuenta más el afán de superación personal que las manipulables influencias económicas o políticas, además de generar auténticos ídolos y modelos de masas.
En lo demás, no sólo España va mal, sino todo el voraz e insaciable sistema capitalista que, una vez más, volverá a sacrificar a los más débiles para perpetuarse. Lo que nos agudiza la percepción de la crisis es que ahora la pagamos nosotros. Hasta ahora lo hacían los aún más débiles, los de los países subdesarrollados con la explotación a la que eran sometidos sus moradores y sus tierras, pero en este momento necesita dinero, y eso no se le puede quitar al que no lo tiene.

martes, 8 de junio de 2010

Borracheras sonadas

Los estudios y encuestas sobre hábitos en el consumo de drogas entre los jóvenes españoles constatan que desciende el número de consumidores de cocaína y cannabis, pero se mantiene el de aquellos consumen que alcohol. Las cifras, esperanzadoras en lo relativo a las sustancias ilegales, son más bien alarmantes en cuanto a las legales. Aunque se estabiliza el número de consumidores habituales de alcohol, se incrementa notablemente la intensidad con que lo hacen. En la última encuesta escolar sobre drogas, realizada en 2008, cerca de una tercera parte de los jóvenes menores de 18 años reconocían haberse emborrachado al menos cuatro veces en el mes inmediatamente anterior a la realización del estudio, lo que supone un seis por ciento más que en la anterior muestra.



Estudios más recientes realizados en Madrid y en Galicia no arrojan un panorama más halagüeño. El 47 por ciento de los jóvenes de la capital de España de entre 15 y 25 años se emborracha cada fin de semana según la investigación Ocio y Riesgos de los jóvenes madrileños, efectuada por la Fundación de Ayuda contra la drogadicción. La consejería de sanidad de la Xunta de Galicia también hizo público un estudio el pasado mes de enero en el que se asegura que un 41 por ciento de los escolares gallegos se emborracha cada fin de semana, y el 25 por ciento son considerados como bebedores de riesgo. Casi nada.
Pero bueno, es este país con una arraigada costumbre social de consumir alcohol, donde el 34 por ciento de la población admite beber en exceso ocasionalmente, sólo superada en Europa por Irlanda, Rumanía, Alemania y Austria, quien más quien menos ha tenido alguna experiencia con las bebidas alcohólicas hasta convertirse en una recordada anécdota de su pasado. Más o menos todos podemos tener una o más sonadas borracheras por, voluntaria o involuntariamente, flirtear con el alcohol y muy pocos son quienes se han librado de ello y de las acciones imprevisibles que provocan sus efectos.
Como escasos son aquellos que han escapado a otra de las grandes borracheras a las que somos adictos los seres humanos, una cuyos efectos son más duraderos y profundos, hasta poder a llegar ser devastadores o mágicos, y mucho más imprevisibles aún que los que puede provocar el alcohol.
Son las borracheras de amor, que nos aturden y nos hacer comportarnos de modos aún más diferentes y durante más tiempo que cualquier otra droga. Ambas variedades, alcohol y amor, pueden provocar borracheras sonadas y grabadas a fuego en la memoria. Las primeras son mucho más sencillas de alcanzar y se logran de forma voluntaria, por eso se repiten más. Las segundas son involuntarias e inexplicables, por eso suceden menos a menudo, y quien sólo se emborracha una vez y le duran sus efectos toda la vida es un afortunado.
A veces ambas pueden hacer daño a los demás, e incluso a nosotros mismos, y por eso no son aconsejables, pero en ningún caso pueden ser tan perniciosas como el tercer tipo de sonadas borracheras del que hablaremos, ya que estas últimas pueden llegar a provocar verdaderas catástrofes y a afectar a muchísima gente.
A lo largo de la historia algunas de las más sonadas de estas borracheras las han protagonizado indeseables de la talla de Nerón, Calígula, Napoleón, Hitler, Franco, Stalin,… Son las borracheras de poder, que pueden llegar a degenerar hasta el extremo de la tiranía. Evidentemente, cuanto más grande es el poder de quien se emborracha, en cuanto al número de personas sobre las que pueda adoptar decisiones, más destructiva puede ser la sonada borrachera, del mismo modo que puede haber quien no llegue a emborracharse nunca por mucho poder que acumule.
Y a este tipo de borracheras, dentro de nuestro ámbito de vida, también estamos expuestos todos. Unos padres con sus hijos, unos hijos con sus padres,…en cualquier relación de nuestra vida en la que se nos otorgue cierto poder, podemos emborracharnos con él. No hay más que observar, por ejemplo, a algunos de aquellos a quienes se les asigna, lícita o ilícitamente, un supuesto poder, que además es visible mediante el uniforme que visten. Quienes hayan hecho la mili han podido comprobar casos extremos y tal vez puedan entenderlo algo mejor.
En cualquier caso los efectos de estas borracheras alcanzan sus más indeseables cimas en el momento cúspide de quienes las padecen. Mírese, por ejemplo, al ínclito José María Aznar en sus momentos más ebrios junto a Bush. En su borrachera empezó chapurreando ingles, poniendo los pies sobre una mesa y acabó avalando una guerra ilegal, y aún hoy le duran los efectos.



Zapatero no le anda muy a la zaga. Comenzó bien, con su talante comunicativo y materializando algunas de sus promesas electorales, continuó con su política populista, que no social, y después, con su presidencia europea y sus compadreos con Obama, ha acabado incumpliendo su palabra y jorobando a los de siempre, aunque en breve casi todos acabaremos jodidos.
Sólo le pido al universo que Rajoy no pueda beber el poder suficiente para emborracharse aún más.

miércoles, 2 de junio de 2010

Verdad, mitomanía o cinismo

Alucinaba incrédulo mientras escuchaba las últimas declaraciones de Francisco Camps con respecto a la historia de sus famosos trajes y a su enconada defensa de su inocencia. El tribunal supremo no descarta que haya cometido delito de “cohecho impropio” por recibir trajes “aparentemente” de forma continuada, con opacidad y con el único motivo del cargo que ocupa, pero él niega todo eso. La seguridad con la que afirma que es un montaje y que terminará absolutamente en nada es asombrosamente convincente. Y esto lo hace exactamente igual desde que se destapo a principios de 2009. Esto es lo que sucedía en mayo de ese año.

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Esto terminará muy pronto y muy bien, declaraba.



Un año después aún no ha terminado, así que esa parte no acertó, aunque sigue empeñado en su inocencia, y así lo defendía hace unas semanas.



La contundencia de sus aseveraciones se mantiene intacta durante todo este tiempo, aunque los argumentos de su discurso puedan variar en algo. Primero decía que él se pagaba los trajes, luego no aparecían las facturas, después algunos de sus colegas de partido le arropaban y defendían diciendo que todos los políticos recibían regalos y acudiendo a los actos de exaltación y mítines que celebraban proclamando su inocencia (ahora ya no le arropan tanto). En cualquier caso Camps sigue con su tono tajante y firme: ninguna de esas acusaciones es cierta.

Lo dice tan claro que parece que no quepa duda de que sea verdad, con la misma contundencia con la que era capaz de hacer constar oficialmente que, tras una larga y exitosa carrera política, su único patrimonio es una cuenta corriente con 900 euros, otra compartida con 1.400 euros, una vivienda a medias valorada en 110.000 euros, un plan de pensiones con 8.000 euros y un Saab 900 con quince años de antigüedad.

Quizás todo eso que ha dicho sea verdad, como tal vez lo sean todos los discursos, declaraciones y promesas de muchos políticos de este país cuando defienden tan taxativamente sus actuaciones y posturas, tanto en campaña electoral, como gobernando, o en la oposición; pero comprobamos continuamente que se desdicen de lo afirmado y hacen cosas tan diferentes de lo que predican, que no merecen demasiada credibilidad. Entonces cabe preguntarse que si lo que dicen no es verdad, ¿a que se debe la seguridad con la que lo aseveran?

Psicológicamente se llama mitomanía al trastorno de mentir patológica y continuamente falseando la realidad y haciéndola más soportable. En ocasiones estas personas llegan a creerse realmente sus propias mentiras.

Bueno, quizás sea excesivo pensar que Camps, y otros tantos políticos, padezcan ese trastorno. Entonces si no dicen la verdad, y no son mitómanos, otra de las opciones es que practiquen con demasiada frecuencia el cinismo, que según la real academia de la lengua puede ser: 1.-Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables; o 2.-Impudencia, obscenidad descarada.

A ver si, con un poco de suerte, la justicia nos ayuda a salir de dudas.