Hace unos días, un youtuber al que sigo, porque coincido con él
en muchas cosas y en otras me aporta un punto de vista interesante,
se quejaba amargamente de como su pareja le había dejado por la
presión social ejercida sobre ella, por la su opinión y pensamientos
publicados por él en toda esta plandemia. Bien poco le debe querer,
pensé, pero luego trascendí a como nos está afectando a todos en cuanto
a nuestras relaciones está guerra civil mundial provocada en la que en un
bando están quienes creen en la oficialidad impuesta, y en el otro quiénes
la ponemos en duda. Quieras o no, tienes que escoger bando, porque
quiénes quieren imponer la oficialidad se inventan todo tipo de
descalificaciones contra sus detractores, o simplemente quiénes cuestionan
sus medidas, recomendaciones y afirmaciones sin tener en cuenta los
razonamientos, pruebas y motivos que esgrimen. Únicamente las ignoran y
les acusan de negacionistas, conspiranoicos y cualquier adjetivo malsonante
qué oculte la necesidad de responder a las dudas o cuestiones planteadas,
englobando a todos en el mismo saco para cuantos más atributos negativos
acumulen mejor.
Casi que hasta aquí todo me parecería hasta aceptable. Triste pero aceptable.
Aceptable porque todo el mundo tiene derecho a tener sus propias opiniones
y actuar en consecuencia. Triste porque hay un montón de gente inteligente y
con capacidad de análisis que no genera sus propias opiniones, ni contrasta
las informaciones oficiales sino que, hipnotizados por el sistema y sus medios
de difusión y adiestramiento ideológico y conductual, simplemente las acata,
sin escuchar ni cuestionar nada más, porque el resto es negacionismo y
conspiración. Es muy triste tener seres queridos voluntariamente en el otro
bando de una guerra civil global provocada por el sistema precisamente
para enfrentarnos y aniquilarnos, pero lo que ya es inaceptable es que traten
de culpabilizarnos de su continuidad.
La presión política, social y mediática impulsada por el sistema desde todos
los centros de poder y por todos los medios a su alcance quiere imponer la
vacunación obligatoria o extenderla al mayor número de gente posible sin
tener en cuenta ni derechos, ni libertades, ni razonamientos, ni demostraciones,
ni evidencias,… La idealizada sostenibilidad es su objetivo, y para que el
planeta sea sostenible según sus criterios se debe exterminar a la mayor
parte de la población, aunque no te lo digan directamente y lo escondan
bajo dulcificaciones y sutilezas, y la mal llamada vacuna, que no es más
que un experimento biológico, le será de gran ayuda para lograr sus objetivos,
por eso quieren imponerla a toda costa y siembran por doquier la presión para
lograrlo.
Ya al principio de todo esto se vislumbraba que era un cambio de
paradigma en busca del enemigo perfecto. El Nuevo Orden Mundial será
único y globalizado. El poder de las naciones sé diluirá en un poder
supranacional de la misma manera que las religiones perderán su poder
ante una única nueva religión, con su nuevo dios y su nuevo demonio,
con sus nuevos fanáticos y sus nuevos herejes…
Es obvio que todos los gobiernos del mundo, o casi, sean del color que
sean, actúan de un modo idéntico frente a la plandemia, y con ello no
hacen más que imponer la nueva religión, cómo lo hacen los medios de
difusión.
El nuevo demonio llegó a la tierra disfrazado de coronavirus y se propaga
cuando quieren a golpe de falsos datos qué controlan y manipulan a su antojo.
El nuevo dios es su falsa ciencia encarnada en unas supuestas vacunas
que nos salvarán del infierno de los coronavirus y sus variantes inventadas
según necesidades. La propagación de esta nueva religión han sido tan
rápida, bestial y profundamente instalada en las mentes de una hipnotizada
humanidad que sus fanáticos seguidores son legión, y por primera vez en
la historia han logrado una enfrentamiento total y completamente dual y
maniqueista de absolutamente todos sus miembros. O conmigo o contra mí,
o eres convencido propagador de la salvadora ciencia con sus presuntas
vacunas, o te meten al saco del negacionismo conspiranoico, al que acusan
de todo y acabarán culpabilizando de todo.
En esta silenciosa y globalizada guerra civil, quién más quién menos,
y por variados motivos, ha tenido alguna baja de algún ser querido,
unas dolorosamente irrecuperables con la muerte de por medio, y otras,
como el youtuber, dolorosamente perdidas por las discrepancias sobre
esta nueva religión, en la que se comulga con vacunas, que nos
quieren imponer.
Me comentaba un amigo que un familiar le acusaba de insolidario
por no quererse vacunar. Esa es una acusación generalizada y difundida
desde todos los estamentos de poder y medios de difusión, como lo es
la de que los no vacunados ponen en riesgo a los vacunados y todo el
éxito de exterminación del supuesto virus.
Cómo herético negacionista condenado por los fanáticos fundamentalistas
de esta nueva religión impuesta, les ruego a todos sus seguidores o
conversos, que si aprecian un poquito a sus seres queridos o amigos que
por cualquier motivo no quieran inocularse este experimento biológico
mal llamado vacuna, antes de criticarles por ello o empujarles a la
obligada inoculación tengan por favor en cuenta algunos datos que
incluso la oficialidad admite porque son evidencias que no puede negar.
Los vacunados no están exentos de contraer la supuesta enfermedad,
por mucho que en los medios de difusión se hable de inmunización,
inmunizados y términos similares qué invitan a creer que el suero
inyectado es capaz de evitar su contagio. Del mismo modo también pueden
contagiamos la supuesta enfermedad a los demás.
Lo que si garantiza la vacuna según las estadísticas es que tengas muchas
más posibilidades de ingresar en una UCI si estás vacunado, y
lo que es peor aún multiplica tus posibilidades de ingresar
definitivamente en el cementerio.
A quienes creen en la eficacia de la aplicación de las vacunas,
y en esta religión impuesta, les pido por favor que antes de aceptar todos
los discursos oficiales sobre la peligrosidad de los no vacunados,
comprueben y analicen por sí mismo los datos que todos ellos vomitan
tan arteramente. En el caso de que sigan convencidos de que inyectar a
todo el mundo una vacuna que no evita el contagio de la enfermedad ni
su transmisión y que eleva notablemente el número de afectados y
muertos por la misma es la solución a todos los problemas,
la mayor aportación solidaria que les podemos hacer es donarles las
dosis que nos correspondan para que tengan suficientes para ellos
cuando llegue la encarecida recomendación de recibir la enésima
dosis salvadora del infecto suero asesino.
¡¡¡Todos somos la quinta columna¡¡¡