Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

viernes, 28 de marzo de 2014

De mal en peor



 La vida, en todos los niveles, es un continuo cambio para intentar mejorar. Así cada individuo trata de lograr las mejores condiciones para garantizar su supervivencia en cada momento, y de paso logra la de la especie. Las características del ser humano, con una capacidad cerebral suficiente como para desarrollar los niveles de inteligencia y comunicación actuales, le permiten perfeccionar, acelerar e incluso seleccionar los cambios que le pueden ser más favorables. De este modo avanzan los individuos, y a medida que los avances se van afianzando, se extienden a los grupos, las sociedades y las civilizaciones, que tratan de perfeccionarse en base a lo mejor que han sido capaces de crear los individuos.
O así debería ser de adoptarse los cambios más adecuados e idóneos para un correcto crecimiento, aunque la decadencia de las sucesivas civilizaciones que han dominado el planeta a lo largo de la historia nos demuestra que, por un motivo u otro, jamás ha sido así, y priman los intereses de unos pocos, los más poderosos, sobre todo lo demás. La civilización dominante actualmente de modo globalizado es la capitalista industrializada, donde los mercados y las monedas han degenerado las tendencias dominantes en consumismo y especulación para el enriquecimiento de unos pocos aún a costa de la explotación del resto, y de la Naturaleza en general.
Obviamente hasta llegar al estado actual de las cosas la situación de los seres humanos mejoró mucho durante bastante tiempo, como consecuencia de la correcta introducción de las nuevas ideas en los cambios sociales, lo que se aplicaba a través de la política, como la actividad que rige los asuntos públicos de los ciudadanos. Con la aplicación de las nuevas políticas, por ejemplo, se erradicó la esclavitud, se eliminaron las dictaduras o se estableció el sufragio universal, o la separación de poderes, todas ellas admitidas casi globalmente, aunque con algunas excepciones. De ese modo, gracias a ideas, pensadores, iniciativas y políticos que las ponían en práctica, a pesar de guerras, enfrentamientos e injusticias se logró alcanzar cierto estado del Bienestar, especialmente en Europa, que hacía presagiar un futuro planeta más Justo.
Pero desde la década de los setenta y el triunfo e  implantación de las neoliberales teorías económicas de Milton Friedman y la Escuela de Chicago, que propugnan la desregularización de los mercados, la libre especulación para enriquecerse es el objetivo último del sistema, y el que, indudablemente, provocará su estrepitosa caída. La generalizada aplicación de esas teorías se la tenemos que agradecer a nuestros políticos que han legislado para favorecer al capital y a las grandes multinacionales pensando más en su propio beneficio que en el interés común.
Si bien en una sociedad globalizada la política alcanza a casi todos los aspectos de nuestras vidas sigue siendo esencial la función del político legislador a la hora de orientar las directrices sociales, de ahí que la calidad de nuestro futuro dependa de la calidad de nuestros líderes y gobernantes.
La situación de España con respecto al asunto es más bien deprimente. Acaba de desaparecer probablemente el estadista español más ecuánime y trascendente de la historia de este país. Adolfo Suárez, primer presidente de la democracia tras el franquismo, y que llegó al cargo sin contentar a ninguna tendencia ideológica del momento, y calificado de gris, fue despedido con el reconocimiento generalizado, no ya de hipócritas políticos, muchos de los cuales forzaron su caída, sino de la mayoría ciudadana, y eso a pesar de llevar retirado de la política activa varios lustros. Ninguno de sus mediocres seguidores en el cargo hasta el momento podrá hacerle ni la menor sombra, porque de un modo u otro han colaborado en el desmantelamiento del estado, y en el irregular reparto de ese expolio programado.
A otro nivel de gestión, también nos ha dejado Iñaki Azcuna, el alcalde de Bilbao galardonado en 2013 como Mejor Alcalde del Mundo y que mejoró la ciudad hasta límites insospechados, alcanzando cotas de popularidad entre sus convecinos similares a las que obtuviera en la primera mitad de los ochenta el Viejo Profesor, Enrique Tierno Galván cuando ocupó la alcaldía de Madrid.
El secreto de todos ellos no fue su ideología, muy diferente en cada caso, sino su capacidad de escuchar a todas las partes y de llegar a acuerdos que satisficieran a la mayor parte de los ciudadanos, dejando de lado la satisfacción de sus egos materiales e intereses personales.
Lejos de tratar de alcanzar esos objetivos nuestros líderes y políticos siguen con lo suyo: cinco ex políticos del PP entrarán a formar parte de la privatizada Enagas en breve, sumándose a la larga lista de ex cargos públicos de todas las ideas y tendencias que llenan sus bolsillos con los jugosos incentivos que reciben  de antiguas empresas públicas, ahora multinacionales privadas. Para hacernos una idea de la calaña de los empresarios que les contratan, simplemente tendremos en cuenta que el pasado domingo, dos de cada tres empresarios madrileños reeligieron a Arturo Fernández para que continúe otros cuatro años como su presidente, cargo que ocupa desde hace siete. El amplio respaldo a Fernández no parece verse afectado porque el empresario está imputado en el caso Bankia, ya que como consejero respaldó, sin leer, muchas de sus oscuras actuaciones, o esté constantemente en los medios por sus flirteos con impagos a la seguridad social y a Hacienda. En este sentido la Agencia Tributaria comunicó al Congreso de los Diputados a principios de marzo que el grupo empresarial de Arturo Fernández debía al fisco más de tres millones de euros, cuatro veces más que hace apenas unos meses
Tal vez por esa habilidad de incrementar sus deudas con hacienda, tras su reelección, el presidente de la patronal CEOE, Joan Rosell, destacaba la “inteligencia natural” de Fernández, que también es vicepresidente de la CEOE, mientras que el máximo mandatario de la Comunidad madrileña, Ignacio González siempre ha considerado que es un “gran empresario”. El anterior presidente de la patronal Gerardo Díaz Ferrán, recibía alabanzas similares de empresarios, políticos y banqueros, antes de acabar en la cárcel por alzamiento de bienes y blanqueo de dinero.
Entre ellos se alaban, se comen la oreja y son promocionados y prestigiados por sus medios de difusión y órganos afines, pues normalmente acaban corrompiéndose con el mismo dinero. Esa cultura de la especulación y del pelotazo es la que predomina entre nuestros políticos y demás triunfadores del neoliberalismo reconvertidos en líderes. Cualquier cosa que no comulga con esa filosofía del enriquecimiento es impedida por todos los medios, y desahuciado de toda posibilidad de prestigio quien no la proclame.   
Uno de los instrumentos más utilizados para prestigiar las figuras que más interesan al sistema son la concesión arbitraria de doctorados honoris causa por parte de las diferentes universidades. En este sentido el ex presidente del gobierno José María Aznar acumula nueve doctorados honoris causa, por otras tantas universidades, dos de las cuales son españolas y el resto extranjeras, y todos menos uno, que se le concedió en 1998, fueron investidos tras abandonar la presidencia del gobierno. Los méritos para tanto reconocimiento hay que buscarlo en el enriquecimiento de la Iglesia y de otras élites que permitió con sus decisiones y con la ideología que difundió.
Se da la circunstancia de que la Universidad Internacional de Baleares (UIB) tenía previsto recientemente investir a Rafael Nadal Doctor Honoris Causa “en atención a sus méritos deportivos y a los valores que ha transmitido a todas las generaciones a lo largo de su carrera como tenista”. El merecido galardón hacía justicia a su excelente labor como deportista y como persona, pero días después de hecha pública la propuesta comenzaron las criticas en las élites y medios más retrógrados para oponerse a la investidura del genial jugador bajo el peregrino argumento de que no tiene título universitario. Y es que todos estos mediocres de entendederas son como los mercados, que sólo son capaces de valorar lo cuantificable y evaluable económicamente para ser objeto de una transacción. Valores como la solidaridad, el respeto, la superación o la honradez no pueden ser obtenidos a través de ningún título universitario, sino de la conciencia y personalidad interior; por mucho que quienes ostentan los diferentes poderes desde hace siglos pretendan comprarlos con el dinero que acumulan fruto de especulación y malas artes. Los que dirigen nuestros destinos como líderes de poderes democráticos van de mal en peor ante nuestra pasiva actitud. Y encima les pagamos por ello, y creemos en sus falsos prestigios.
En breve el Estado tendrá que hacerse cargo de nueve ruinosas autopistas pagando para ello cerca de cuatro mil millones de euros. Esa es sólo una secuela de las políticas promovidas por el endiosado Aznar. Muchas de las otras medidas adoptadas sucesivamente, son la causa de que España se produjeran más de 180 desahucios al día durante el pasado año, y de que tenga casi un 30 por ciento de sus menores de edad en situación de riesgo de pobreza según Cáritas.
Esa creciente cifra sólo es superada en Europa por Rumanía y delata la existencia de más de un millón y medio de hogares en nuestro país, que sufre exclusión social severa como consecuencia de las actuaciones de los sucesivos gobiernos que garantizan mayores diferencias entre los más ricos y los más pobres. Vamos de mal en peor, pero además con la certeza de que solucionar la situación de los más desfavorecidos es muchísimo más barato y sencillo de lo que parece, y según los propios informes de Cáritas, la gravedad de la situación se solventaría con sólo dedicar a mejorar la situación de estas familias la mitad del gasto previsto es rescatar las ruinosas autopistas, unos 2.600 millones de euros. No te digo nada si dedicamos a ellos los cerca de 50.000 millones dilapidados en el rescate a la banca. Pero nuestros mediocres políticos siguen más preocupados de sus insaciables egos y sus doradas jubilaciones, que del pueblo al que dicen representar.   

4 comentarios:

  1. buen día gracias a los alcaloides...
    entre los méritos del 'incorruptible' y católico suárez me vienen a la memoria casos olvidados por los promotores de la pompa, circunstancia y epitafio del hoy en día...y que a todos nos cojan con el vientre aliviado.
    entre los condenados al olvido, está el caso de una estafa inmobiliaria conocida como el caso Fidecaya, que dejó un 'agujerico' de 1.800 millones de pesetas... agujerico que se practicó en los bolsillos de los ahorradores.
    Esa sociedad de ahorradores nació en tiempos de la 'caudillona', allá por el año 52 de nuestro siglo. Y al igual que suárez, nacido bajo las faldas del 'doña francisquita', supo trascender a la muerte del generalillo, y travestirse de transicionista, democraticista y partitocracista... pues allá por el año 81 contaba aún con más de 240.000 depositantes.
    Por esos años, suárez era presidente del gobierno y padre parturiento de la constitución.
    ¡Ah, esos estadistas insignes, incorruptibles!...¡Ah, esos abogaduchos mediocres, estudiados por obra, gracejo y beca del movimiento!...
    Se me olvidaba: bajo la atenta mrirada de suárez, ese prohombre, ese santo, ese super-héore-cañí de esta piel de toro, una empresa llamada RUMASA, se hizo cargo de Fidecaya, bajo la promesa del pago del dinero a los ahorradores estafados.
    Hay tantas cosas que debemos a suárez que se me llenan los ojos de lágrimas, ahora que con el portáqtil en las rodillas, aprieto, sentado en la taza del báter, para parir no una democracia, pero sí un mojón duro y reseco como una constitución.
    que Te aHumes Con fundamento

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    1. Hola Anónimo conocido. Muchas gracias por tu siempre bien recibida aportación, y por la profundidad de sus informaciones. Sin duda Adolfo Suárez hizo todo eso de malo, y más aún, pero convendrás conmigo que en comparación con la mierda que nos envuelve son "pecata minuta". Sin profundizar en Bankia y demás engendros financieros con origen en las intervenciones políticas de las cajas de ahorro, pelotazos urbanísticos, corrupción y sobres, recordaremos tramas como la de Afinsa y Forum filatélico que afectaron a muchos ahorradores, cuando meses antes financiaban las regatas y fotos del rey, o simplemente con Nueva Rumasa ha seguido engañando y defraudando a diestro y siniestro. En ese sentido, con Suárez o sin Suárez, las cosas no han mejorado demasiado, más bien al contrario como hemos visto. En cuanto a la mediocre constitución que se pactó, evidente no le llega a la suela de los zapatos a la de 1931, por más que los voceros de este país nos pretendan hacer creer lo contrario. La realidad es que es mediocre, pero después de 40 años de franquismo, quizás en aquel momento era la necesaria. Otra cosa es que nuestros mediocres políticos no la hayan mejorado nada en 35 años. Cuando digo que Suárez fue probablemente el estadista español más importante de la historia me refiero a su papel conciliador, capaz de legalizar el PCE, restaurar a Terradellas o pedir a un parlamento franquista que pusiera sus cargos a disposición de las urnas. Decía el teólogo y pensador americano James Freeman Clarke bien avanzado el siglo XIX que un político piensa en las próximas elecciones y un estadista en la próxima generación. Actualmente solo existen políticos, y Suárez lo fue, aunque tuvo que cumplir una función de creación de un nuevo estado. Creo sinceramente que se hizo con unos niveles de consenso jamás vueltos a alcanzar, y así sucede que seguimos con la misma constitución y los mismos herederos franquistas en política, porque los que entraron nuevos y con promesas de cambio, se aferraron a la poltrona, no a sus promesas. Con anterioridad la historia de España tampoco tuvo ningún político destacado, excepto los de la segunda república, pero ni siquiera pudieron plantear ningún tipo de consenso de estado. Con todo, no es que endiose a Suárez, es que desprecio mayoritariamente a la mayoría de los demás, con honrosas excepciones, como pudieron ser Iñaki Azkuna, o Enrique Tierno Galván.

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    2. suárez tan solo se limitó a ejecutar el testamento del 'generalillo'

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  2. todos son honrosas excepciones hasta que se escarva un poco... (me he quedado en el 'escarvar' del siglo XIV... ¡que se joda el 'escarbar' y todos sus 'hideputa' contemporáneos!)

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