Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

viernes, 31 de diciembre de 2010

Café para todos

El más paradigmático y popular uso de la expresión “café para todos” se dio en la Transición Española del franquismo a la democracia. Catalunya, Euskadi y Galicia ya habían obtenido anteriormente a la instauración de la dictadura reconocimientos a las peculiaridades históricas, sociales y culturales de sus territorios y reivindicaban recuperarlos e incrementarlos. Para evitar enfrentamientos y tratar de lograr un consenso entre las diferentes fuerzas políticas se estableció esa iniciativa del café para todos por la que todas las regiones y nacionalidades podrían aspirar a ser autónomas. Aunque la calidad del café no fue para todos igual, su reparto permitió que surgieran las diecisiete comunidades autónomas actuales y a partir de ahí las reivindicaciones en cuanto a competencias y autodeterminación siguen ocupando un lugar destacado en la España actual y son origen de múltiples enfrentamientos políticos en nuestro país.
Así, en lugar de ser la solución buscada, aquel café para todos parece haber creado nuevos problemas e incluso puede que, económicamente, la creación de tantos nuevos gobiernos autónomos, con la proliferación de puestos de poder y políticos, ha supuesto un notable lastre para el estado de las arcas públicas y otros efectos negativos para los ciudadanos.
La formula del café para todos es utilizada a veces por los representantes públicos, especialmente para evitar tensiones y contentar el máximo posible de administrados y a sus representantes. Zapatero, a pesar de no tener demasiado claro el precio de un café y afirmando que costaría unos 80 céntimos, en respuesta a una pregunta que se le formuló en un programa televisivo, ha utilizado esa táctica en varias ocasiones pretendiendo disfrazarla como política social. Lo hizo con el famoso cheque bebé, que instauró en julio de 2007 y desaparecerá con este año, por el que los padres que tenían o adoptaban un hijo cobraban 2.500 euros. Más que medida social, era café para todos, porque todos cobraban la misma cantidad independientemente de su nivel de ingresos o capacidades patrimoniales.
La medida, el café, ha costado unos 2.500 millones de euros en total. Pero quizás más grave, y más café para todos en lugar de favorecer a quien realmente lo necesitaba más, fue la extraña maniobra preelectoral de prometer la devolución de 400 euros en la declaración del IRPF a 13,5 millones de trabajadores y pensionistas. De nuevo ese café generalizado, con un coste de 5.500 millones de euros, no tuvo en cuenta en absoluto la situación económica particular de sus beneficiarios y pagó por igual a ricos y pobres.
Ahora el gobierno de Zapatero pretende instaurar un novedoso y más universalizado café para todos:




La diferencia es que ahora quieren que además paguemos el café nosotros y que todos lo tomemos. Tal como dijo el Ministro de Industria, Miguel Sebastián, la subida de la luz en casi un 10 por ciento, es para el gobierno tan escasa que sólo representará al mes por persona, incluyendo niños, poco más que lo que cuesta un café en el lugar donde lo toma Sebastián, 1,7 euros. Tan dulcificado cálculo, aunque con un precio más cercano a la realidad del que imaginó Zapatero, se realiza teniendo en cuenta que en España hay más de catorce millones de hogares, y que en cada hogar hay una media cercana a las tres personas.
Sin pretender minimizar nada, sería más fácil decir que ese café para todos, pero que esta vez debemos pagar directamente los ciudadanos en la factura de la luz, supone más de 71 millones de euros al mes para las eléctricas, según otro modo de ver los cálculos del propio ministro.
Eso sí, para compensar, nuestro dadivoso gobierno, a parte de congelar pensiones, mantener privilegiadamente las de diputados y senadores, bajar el sueldo a los funcionarios o elevar notablemente los impuestos indirectos, ha decidido incrementar el salario mínimo interprofesional 8,2 euros hasta alcanzar los 641,40 euros al mes, unos cinco cafés más que antes, aunque dada la certeza de tener que gastarlo en el recibo de la luz y que si te lo tomas en un bar tampoco va a poder fumar después de saborearlo, parece que lo que más puede lograr el gobierno es cerrar los bares, aunque para ello tal vez aleguen que desean velar para que nuestra salud no se vea afectada por nicotina o cafeína.
El problema es de donde debemos recortar el presupuesto aquellos a los que no nos guste el café, o peor aún, los que no tienen ni para tomarlo.

Feliz año 2011 y gracias por leer el blog

jueves, 23 de diciembre de 2010

Entre sietes

La presencia del número siete en nuestras vidas es indiscutible: siete son los días de la semana, los colores del arcoíris, las notas musicales, los sacramentos, los pecados capitales,… y hasta las supuestas vidas de un gato. El siete es, históricamente, un número místico y mágico que incluso en la biblia es considerado un número perfecto.
El presidente del gobierno español está decidido a introducir el dígito mágico en la edad de jubilación en este país, pasando de 65 a 67 años. De este modo nos hará un siete en el retal de nuestras esperanzas para alcanzar una pensión; y el siete será aún más grande de tomarse en cuenta las recomendaciones de la Organización para la cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que opina que en España ese siete debería juntarse a un cero para alcanzar los 70 años.
La redonda cifra ya fue propuesta como edad ideal para la jubilación por Funcas, la Fundación de las Cajas de Ahorro, curiosamente organización de un sector, el bancario, muy favorecido por las aportaciones gubernamentales para paliar la crisis, y donde más prejubilaciones cercanas a los 55 años se producen. Así, mientras propugnan incrementar la edad de jubilación de los demás, reducen costes e incrementan beneficios prejubilando a sus empleados, tal vez con el propio dinero público que se les ha inyectado.
Pero quizás el siete más sangrante es el que afecta a nuestros diputados y senadores. Desde 2007, con tan sólo siete años en el cargo, entre otras prebendas, pueden alcanzar el 80 por ciento de la pensión máxima, y con once, el cien por cien. La medida fue aprobada el 11 de julio de 2006 en una reunión conjunta de las Mesas del Congreso y el Senado y con el consenso de los partidos mayoritarios, PSOE y PP, que para lo único que parece que se ponen de acuerdo es para cobrar más.
La justificación de este blindaje jubilar fue equiparar los privilegios a los de los políticos europeos, porque sólo esta casta puede tener derechos similares a nuestros vecinos, mientras el resto de los ciudadanos tenemos que apretarnos el cinturón. Rosa Díez, diputada por Unión, Progreso y Democracia (UPD), denunció esa situación ante las mesas de ambas cámaras el pasado mes de abril y posteriormente en dos ocasiones más, pero hasta ahora la respuesta de ambas ha sido nula, o sea que nuestros políticos siguen con su escaso siete para poder jubilarse holgadamente.
Los políticos dicen que la denuncia es demagógica, y tal vez pudiera serlo porque al fin y al cabo Rosa Díez colecciona privilegios de la clase política, pero lo indiscutible es que las prebendas para la jubilación son reales.
A parte de eso, alegan que un porcentaje muy bajo de ex parlamentarios han hecho uso de ese privilegio.
Las divergencias sobre la naturaleza y existencia del derecho de pernada, por el que los señores feudales podían beneficiarse a la doncella recién casada con un siervo suyo, no restan ni un ápice de obscenidad, servilismo y humillación al contenido de ese derecho, se aplicara o no. Lo mismo sucede con el obsceno privilegio de nuestros políticos, como con otros muchos de los que atesoran, de poder jubilarse con el ochenta por ciento de la pensión máxima tan sólo con siete años en el cargo, mientras nuestro siete nos lo quieren colocar en el 67 ó 70 de la edad de jubilación. Una vez más parece que lo que realmente pretenden es ultrajarnos lo que vulgarmente se conoce como siete en algunos países sudamericanos como Argentina, Colombia o Cuba, y que no es otra cosa que el “orificio en que remata el conducto digestivo y por el cual se expele el excremento”.

lunes, 13 de diciembre de 2010

"Insostenibilidad" relativa

Mientras los medios de difusión llenaban la mayor parte de sus espacios con las consecuencias de la huelga ilegal de los controladores aéreos provocada en parte por algunas de las medidas aprobadas por el gobierno el pasado 3 de diciembre, el resto de las decisiones adoptadas se eclipsaban, a pesar de su trascendencia, hasta casi desaparecer.
Entre ellas, la disminución de algunos impuestos a las pequeñas y medianas empresas y la posibilidad de privatizar parcialmente los aeropuertos (evidentemente los que generan beneficios) y las loterías del Estado amplían las posibilidades al capital y a los empresarios de incrementar sus jugosos negocios y márgenes de beneficios. Son unos pocos, los de casi siempre, los más beneficiados.
Por el contrario el fin a la ayuda de 426 euros para los parados de larga duración a partir del uno de febrero, lo que también significa el último paso atrás de los escasos avances socio-económicos para los más desfavorecidos puestos en marcha por los gobiernos de Zapatero, supone un varapalo más para los de siempre, los más desfavorecidos, los trabajadores en paro.
Así mientras se vuelven a reducir los impuestos a los empresarios y se abren nuevas vías de negocio para el capital privado, se deja sin ninguna prestación a los parados de larga duración dinamitando una medida de protección social más.
Ya dijo el expresidentes José María Aznar el pasado 5 de diciembre en Estados Unidos y lo había vaticinado el ministro de Fomento José Blanco meses antes: “el estado de bienestar es insostenible”. Y así, paso a paso, lo van derribando recortando prestaciones sociales, mientras se alisa el camino a la empresa y al capital privado para incrementar sus beneficios a costa de todos.
La doble estrategia es evidente: continuar con la privatización de empresas y servicios rentables y aligerar las cargas impositivas a capital y empresas.
El primer aspecto supone una inyección inmediata de liquidez para el Estado pero una pérdida de patrimonio y de ingresos a medio y largo plazo, además de un coste añadido para los usuarios ya que lo que primará será el negocio, y en base a él se cobrarán los productos y servicios.
El segundo punto disminuye progresivamente los impuestos a las empresas, lo que amplía aún más sus beneficios y perpetúa la tendencia a incrementar las diferencias entre los más ricos y los más pobres, y es el que más incide en la supresión del estado de bienestar porque al fin y al cabo, los acaudalados no lo necesitan.
La tendencia es imparable y aboca a la desaparición del estado de bienestar y a incrementar las diferencias económicas entre ricos y pobres. Los primeros ven reducidos progresivamente sus impuestos directos e incrementados sus beneficios bajo la excusa de facilitar la creación de empleo, sin importar si es precario o si los trabajadores pierden sus derechos.
Para compensar la pérdida de ingresos, el Estado aumenta otros impuestos, generalmente indirectos, y por lo tanto no equitativos, y así lo hizo el gobierno Zapatero al subir un 24 por ciento el impuesto al tabaco, como ya lo había hecho el pasado año con el de los carburantes y el propio tabaco y repitió el pasado 1 de julio con el incremento del IVA. Esta actitud ignora dos de los cinco principios del sistema tributario español: el principio de capacidad económica y el de progresividad, que exigen que pague más quien más tiene y que el incremento sea progresivo.
Los políticos están haciendo la labor que les exige el capital y la empresa. Facilitar aún más el enriquecimiento de los más ricos, a costa de los más pobres.
Es sencillo. Disminuyen progresivamente los impuestos directos, los más ricos se benefician y a ti te hacen creer que tienes más dinero del real para facilitar que consumas, que al fin y al cabo es lo que enriquece y perpetúa al capitalismo, hasta esclavizarte a ello, si es posible. Los impuestos que penalizan al consumo y que tu pagas no se emplean en un “insostenible” Estado de Bienestar, sino en unas infraestructuras y servicios que permiten a los políticos ciertos mangoneos y que supuestamente son para beneficio social, pero que a su debido tiempo se privatizarán generando nuevos beneficios a las empresas y el capital, que precisamente, financian a los partidos políticos. El tridente está cerrado. Son los únicos con derechos y privilegios “sostenibles”, el resto, incluidos los controladores aéreos, a quienes los propios políticos situaron donde están, es “insostenible”, como el morro de todos aquellos que hablan de “insostenibilidad” desde el privilegio de sus posiciones, eso sí, disfrazadas de democracia y legalidad.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Urnas y pelotas


Las últimas elecciones autonómicas catalanas han dejado patente la estrecha relación existente entre política y fútbol, al menos en este país. La prueba más evidente de ese vínculo es que se tuvo que cambiar la fecha del clásico futbolístico Barça-R. Madrid para que no coincidiera con los comicios electorales del nuevo Parlament Catalá y no fue el único evento deportivo que cambió su fecha a causa de las elecciones, ni la única vez que ha sucedido así, más bien es una práctica habitual para evitar que pelotas y urnas coincidan.
El domingo más de tres millones de catalanes, apenas el sesenta por ciento de los censados, acudieron a las urnas para despedir al anterior gobierno tripartito y coronar a Convergencia i Unió en el nuevo; el lunes alrededor de cien mil, poco más del 3 por ciento del censo, visitaron el Camp Nou para ver como la pelota del partido Barça-R. Madrid se colaba hasta en cinco ocasiones en la portería de los segundos.
Desconozco si el motivo para cambiar el día del partido fue que los organizadores temieran no llenar el estadio (lo dudo con una audiencia televisiva mundial estimada en 400 millones de espectadores) o a los políticos les preocupara más la posibilidad de que el tres por ciento de los electores no pudieran votar por ir al espectáculo. Supongo que no, porque tampoco parece preocuparles demasiado el cuarenta por ciento de una abstención provocada en gran parte por el hastío y la desilusión que los políticos han provocado entre los electores con una actitud y comportamientos que parecen no hacer demasiado para enmendar.
Además, para votar había once horas, todas ellas anteriores al horario del partido, por lo que, para quien quisiera votar, no era demasiado difícil poder hacerlo, y eso sin tener en cuenta la posibilidad del voto por correo. Los únicos que tenían imposible acudir al estadio eran los miembros de las mesas electorales y todos aquellos implicados de un modo u otro en el proceso, incluidos los propios candidatos, que por cierto, en algunos casos sí acudieron a ver el encuentro y no podrían haberlo hecho de haber coincidido los dos eventos.
En lo meramente competitivo, y tras el inevitable circo electoral que precede a todo comicio, el triunfador en las urnas fue CiU, mientras el PP y el expresidente azulgrana Joan Laporta obtuvieron buenos resultados. Los perdedores PSC, ER e IC, en alguno de los casos lo reconocieron, cosa inhabitual. En ese refrito de tendencias ganó claramente el catalanismo moderado, aunque también subió el españolismo radical frente al varapalo que se llevaron los socialistas, en presagio de lo que sucederá en Madrid, y sus socios de gobierno.



La competición deportiva, desgraciadamente no siempre acompañada por el espectáculo, nos brindó una exhibición barcelonista con cinco goles y un juego vistoso que dominó por completo al Real Madrid.
El triunfo en los deportes supone el reconocimiento del potencial y la supremacía de los vencedores, por eso son tan importantes dentro de la identidad cultural y social, tanto de países como naciones, ciudades o pueblos. Ganar en una competición deportiva a un vecino, rival o enemigo siempre ha sido motivo de orgullo directamente proporcional al grado de rivalidad o enemistad. El Barça-R. Madrid, o al revés, tiene mucha. Esos partidos representan un enfrentamiento deportivo entre Cataluña y España, simbolizando durante décadas la lucha catalana contra la opresión franquista, y ahora la batalla tal vez sea contra el centralismo español, además de la propia rivalidad extrema entre ambos equipos, aliñada con el extra de la presencia de Mourinho en el banquillo merengue. El entrenador portugués no sólo es variablemente odiado por la afición azulgrana, sino que además representa un concepto de fútbol muy diferente al que propugna Guardiola, del mismo modo que el equipo madrileño basa su potencial más en los fichajes multimillonarios que en la formación de la cantera que ha encumbrado al conjunto catalán.
Con la victoria del Barça, triunfó el fútbol. Salvando las distancias, sucedió como en la final del mundial. El Barça fue España y el Real Madrid, Holanda. Hubo contundencia en ambos partidos; en uno en el marcador, en el otro sobre el terreno de juego, y en ambos ganó el fútbol.



Curiosamente nueve de los once jugadores españoles titulares de la final del mundial fueron titulares con sus respectivos equipos el pasado lunes, siete en las filas del Barça y dos en las del Madrid. El 11 de julio, once españoles derrotaron a once contundentes holandeses, el 29 de noviembre cinco catalanes, tres españoles y tres extranjeros (nueve de ellos, además de el entrenador, canteranos) derrotaron contundentemente a un equipo con tres españoles y ocho estrellas extranjeras unidas a golpe de talonario y sólo un jugador formado en el club.
En este aspecto la globalización capitalista del planeta parece desvirtuar la esencia de viejas rencillas, al menos en lo que se refiere a sus protagonistas, ya que aunque el Barça tiene una nutrida representación de catalanes, en el Madrid la presencia de españoles es escasa y ha plagado su ejercito deportivo de mercenarios.
Esa si es una clara diferencia entre las urnas y las pelotas, al menos de momento. En el deporte, las mejores estrellas, sean de la nacionalidad que sean, pueden defender cualquier color si se les paga lo suficiente; en política, a pesar de que se les paga más que suficiente, tenemos que conformarnos con los del propio país aunque sean mediocres.
Más allá de ese matiz diferenciador, hay otras semejanzas.
En lo económico ambas vertientes, urnas y pelotas, también presentan coincidencias. Los dos generan grandes dispendios. En plena época de crisis los presupuestos de ambos clubs deportivos rondan los 400 millones de euros y son capaces de pagar 90 millones de euros por un jugador. Esos son los dispendios de las pelotas. Los de las urnas se pueden resumir en los 12 millones de euros que se gastaron los partidos políticos catalanes en quince días de campaña electoral. La cifra se multiplica por seis en las elecciones generales españolas y alcanzó un record cercano a 2.000 millones de euros en los comicios norteamericanas del pasado 2 de noviembre. Así que a ambos no parece afectarles la crisis, al menos económica, independientemente de si vencen o no porque en eso parece que todos ganan.

Pero volviendo a la evidencia de las elecciones catalanas y del enfrentamiento Barça-R.Madrid, urnas y pelotas, política y deporte, se relacionan y así las pelotas se vieron desplazadas por las urnas, al menos en el día de su desarrollo y aún sin tener clara la causa.
Otra posible variante de esa estrecha relación podría ser que, con demasiada frecuencia, hay demasiado electo por las urnas que se dedica a tocarse las pelotas (ovarios en el caso de las féminas) o, aún peor, al que le gusta tocar las pelotas (ovarios en ellas) con sus actuaciones.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Berlanga: Cuanto más dinero se tiene, más se teme perderlo

Este ha sido un mal año para la cultura y pensamiento universal, y aún más para el ibérico. Las desapariciones del vallisoletano Miguel Delibes en marzo, la del lusitano José Saramago en junio y la del aragonés José Luis Labordeta en septiembre nos dejaron un poco más mudos, insensibles e ignorantes. Ahora vuelvo a romper mi temporal silencio para resaltar que hoy incrementamos aún más esas incapacidades con la pérdida del valenciano Luis García Berlanga.
El cineasta nos obsequió con más de veinte películas como director y guionista en las que retrataba magistralmente la cruda realidad de un país y de la patética condición humana. Algunas de sus obras maestras visuales evitaron la censura franquista a pesar de ser autenticas denuncias contra el autoritario y decadente régimen.
Junto al también desaparecido Rafael Azcona como guionista o co-guionista realizó algunas de las mejores críticas sociales de este país en sus diferentes épocas, siempre con una sabiduría oculta y un excepcional humor, entre ellas "Placido", "El verdugo", la saga de "La escopeta nacional" o, una de mis favoritas, "La vaquilla".
Otras de las maravillas del cineasta valenciano: "Bienvenido Mr. Marshall", "Todos a la cárcel" o "Paris-Tombuctu", además de cortometrajes y series de televisión.
Gracias por tus aportaciones, enseñanzas y sentido del humor, siempre presentes en tus películas. Viendolas siempre podremos aprender algo más de ti, de nuestra historia y de la vida que nos toca vivir.
Tal vez las pérdidas de genios culturales e ideológicos y comunicativos de este 2010 nos debiera hacer pensar si la crisis más importante que estamos sufriendo no es la económica, sino la del pensamiento, a pesar de lo que nos quieran hacer creer. Aunque temamos perder el dinero que tengamos, no es, ni mucho menos, lo más importante que tenemos.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Labordeta: “La ciencia de vivir es el arte de amar”

Hoy nos ha dejado el polifacético José Antonio Labordeta, que nació en Zaragoza el 10 de marzo de 1935. Cantautor, poeta, escritor, presentador de programas de televisión, político, y catedrático de historia, son algunas de los múltiples aspectos que desarrolló en su vida. Además de sus labores docentes y políticas, publicó una veintena de libros y otros tantos discos dejando patente en ellos sus pensamientos y su compromiso con su tierra aragonesa y su país, así como con la igualdad, la justicia y la libertad necesarias para el desarrollo y la evolución del ser humano.
El pasado 23 de marzo fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Zaragoza, hace tan solo 13 días el gobierno español le otorgó la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio y el año pasado la Medalla de Oro al Mérito en el trabajo. Todo ello reconoce la entrega y aportaciones del genial Labordeta, (a quien me permití citar en la frase que cerraba mi primera aportación a este blog) a las que me pretendo sumar con esta breve reseña, desempolvado mis aportaciones a este espacio de Internet que motivos personales no me permiten atender en estos momentos.
La trayectoria de José Antonio Labordeta, para quien “la violencia es el miedo a las ideas de los demás y lapoca fe en las propias”, está impregnada de su filosofía de vida y de frases reflexivas y poéticas, que quizás se puedan resumir en una de sus más conocidas y emblemáticas canciones, su canto a la libertad:



Hasta Siempre

miércoles, 21 de julio de 2010

Absentismo estresante

El pasado mes de enero, Octavio Granado, Secretario de Estado de Seguridad Social, hizo públicos los datos sobre absentismo laboral que había registrado España durante 2009. Granado sacó pecho y mostró su “orgullo” para anunciar que el porcentaje de trabajadores españoles afiliados a la seguridad social que se habían ausentado de su puesto de trabajo por incapacidad temporal más de cuatro días consecutivos durante 2009 había sido sólo del 2,1 por ciento, ligeramente por debajo del 2,2 por ciento que afecta a los doce principales países de la unión europea.
El Secretario de Estado de Seguridad Social afirmó que ese logro se había realizado “sin bajar un ápice los derechos de los enfermos, pero mejorando la vigilancia de los que fingen estarlo”.
Más allá de si las cifras responden a la buena gestión de la Seguridad Social o, como dicen las malas lenguas, a que en épocas de crisis y de baja contratación laboral los trabajadores responden mejor en sus puestos para no perderlos, lo cierto es que objetivamente ese supuesto dato en la reducción del absentismo laboral se puede considerar positivo ya que los empresarios siempre han achacado a ese mal grandes pérdidas en sus ingresos. Concretamente en 2008 las empresas culpaban al absentismo laboral, de cualquier duración, de la pérdida de 12.700 millones de euros y la lucha contra el mismo, además de la flexibilidad laboral, es uno de sus principales objetivos. Ese mismo año el 5,3 de los trabajadores españoles habían cometido “una abstención deliberada de ir al trabajo” (que es como define la real academia de la Lengua Española al absentismo laboral). La cifra bajaba al 3 por ciento en aquellas empresas consideradas “familiarmente responsables”, es decir, aquellas que optan por gestiones dirigidas a la motivación del trabajador y a la conciliación de la vida familiar y laboral, en lugar de hacerlo con directrices sancionadoras.
Las principales causas de la ausencia del trabajo son la salud y visitas al médico en el 23 por ciento de los casos (por lo que los hombres faltan una media de 8,4 días al año al trabajo, y las mujeres 6,3), y conciliar vida laboral y familiar en el 21 por ciento (aquí las mujeres faltan de media 4,4 días y los hombres 1,7). Defunciones de familiares y realizar trámites también ocupan un destacado lugar entre los motivos de las ausencias.
Por un motivo, control de la Seguridad Social o crisis en el empleo, u otro, motivación de las empresas a los trabajadores, parece que el absentismo laboral en nuestro país se controla y cada vez se aproxima más al de la media de la Unión Europea.
Entre todas las causas de baja laboral el estrés asciende progresivamente como uno de los principales motivos para solicitarla. Los estudios realizados al respecto señalan que el estrés, más que por incidentes puntuales, está provocado por situaciones inherentes a la propia profesión, y así maestros, ATS, médicos y policías son las dedicaciones más estresantes.
Eso era hasta ahora, ya que desde hace unos meses hay una profesión sobre la que parece que se ciernen todos los síntomas estresantes del universo: los controladores aéreos alcanzaron un absentismo laboral del 17 por ciento durante el pasado mes de mayo y del 14 por ciento en junio, según el Ente Público Empresarial AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea), del que dependen. La misma fuente empresarial, dependiente del Ministerio de Fomento, indica que durante días puntuales de julio el absentismo de los controladores superó el 34 por ciento en el aeropuerto barcelonés de El Prat.
Las elevadas cifras de absentismo hacen sospechar a los responsables de AENA y del ministerio que los controladores faltan al trabajo siguiendo consignas para forzar la negociación de su nuevo convenio laboral y para protestar contra las reformas que afectan a las condiciones laborales del colectivo. Por su parte los representantes de los controladores denuncian “acoso psíquico” por la presión social y de la propia empresa, el poco descanso y la incertidumbre en sus vacaciones lo que ha provocado entre los controladores aéreos “evacuaciones médicas en el trabajo, cuadros de arritmia y ansiedad, subidas de adrenalina e incluso casos de depresión”.
La nueva regulación introducida por el ministerio de fomento supondrá que los controladores aéreos trabajarán este año un total de 1.670 horas, frente a las 1.780 de 2009, 1.802 de 2008 o 1.799 de 2.007, con lo que su jornada laboral disminuye, y es de suponer que el estrés también, aunque del mismo modo sus ingresos.
La batalla entre los controladores y el Ministerio de Fomento comenzó a finales del año pasado cuando el titular de esta cartera, José Blanco, les acusó a finales de 2009 de ser una casta laboral que cobraba una media de 380.000 euros anuales y que pretendía mantener sus privilegios limitando el acceso a la profesión.
Más allá de si se merecen lo que cobran o no, o de como lo han conseguido, lo cierto es que dependen del Ente Público AENA, creado en 1990 y cien por cien propiedad del estado español, con lo que, activa o pasivamente, han sido los sucesivos gobiernos quienes han propiciado que el sueldo de los controladores aéreos se triplicara en doce años. Concretamente entre 1996 y 2008 subió un 346 por ciento, y el año en el que más lo hizo fue en 2000 cuando aumentó casi un 33 por ciento.
Precisamente ese año fue el posterior a la firma del convenio colectivo que se debe renegociar ahora.
Presión, estrés, exceso de trabajo, incertidumbre en el convenio… lo cierto es que los controladores aéreos parecen sufrir un absentismo estresante que, en los últimos meses, provoca una inasistencia al trabajo de este colectivo a cifras cercanas al 20 por ciento, con la consiguiente afectación negativa al tráfico aéreo y a notables contratiempos para los usuarios por retrasos y anulaciones de vuelos.
Para tratar de salvarnos de este caos y protegernos de la privilegiada casta laboral, el Ministro de Fomento, José Blanco, propone contratar controladores de los países del este, que cobran muchísimo menos, e incluso utilizar personal militar. Loable actitud la de tratar de defender a los ciudadanos de tan exagerando absentismo, pero hay otra casta ilimitadamente privilegiada con un intermitente absentismo muchísimo mayor, no sé si por el estrés o por su cara bonita: casi la mitad de los diputados no acudieron al hemiciclo la segunda jornada del Debate sobre el Estado de la Nación el pasado 15 de julio, y eso que los propios políticos dicen que esa es una cita importante. Ese absentismo es más habitual de lo que podemos pensar y ambas cámaras presentan con excesiva frecuencia demasiados escaños vacíos, y lo hacen tanto en citas de menor importancia como en otras transcendentales, incluido el debate de los presupuestos generales del estado.






Eso sucedió en noviembre de 2008, pero es una reiterada actitud entre nuestros representantes políticos, a pesar de que dicen trabajar como cualquier ciudadano, y de querer lavar una lamentable imagen que se han ganado a pulso, porque a los únicos lugares donde no faltan es a sus mítines electorales, inauguraciones y demás festejos de sus partidos.
Blanco nos quiere salvar del desproporcionado absentismo laboral de los controladores aéreos, pero, ¿quien nos salva del descomunal absentismo laboral de nuestros políticos, a quienes pagamos unos jugosos sueldos además de otras notables prebendas? Bueno quizás no sea demasiado acertado llamar absentismo laboral a las ausencias de los políticos de sus puestos, ya que para muchos de ellos la política no es un trabajo, sino un negocio fácil para llenar sus bolsillos y trepar hacia el éxito.
Sea como sea, confiemos en que la supuesta salvación no incluya sustituirles con militares o con ciudadanos de la Europa del Este.

lunes, 12 de julio de 2010

Reivindicaciones contundentes

Ochenta años después de que iniciara su andadura la Copa Mundial de Fútbol allá por 1930, por fin la selección nacional española ha logrado alzarse con el título que la encumbra como el mejor combinado del panorama internacional en ese deporte durante los próximos cuatro años. En los 19 Campeonatos disputados hasta el momento (no se celebró en 1942 y 1946 a causa de la segunda guerra mundial), únicamente ocho países han logrado colocar en su camiseta la estrella que les confiere ese galardón: Brasil (5), Italia (4), Alemania (3), Argentina (2), Uruguay (2), Inglaterra (1), Francia (1) y, ahora, España (1).
La culminación de la hazaña fue vista por más de 700 millones de personas en todo el mundo, mientras que en España quince millones de telespectadores disfrutaron con el juego del equipo, y muchos de ellos celebraron después el triunfo por las diferentes calles y plazas de nuestro territorio. El acontecimiento ha sido apoteósico, pero el camino hacia el éxito fue tortuoso para los españoles, que tuvieron que eliminar a los rivales más en forma. Holanda, que se dedicó a no dejar jugar a los españoles por todos los medios, y rayando los límites de la legalidad con la máxima de que el fin justifica los medios, había encadenado 25 partidos internacionales sin conocer la derrota, concretamente desde septiembre de 2008 y había ganado todos los partidos del mundial, excepto el último. España venció en todos los encuentros mundialistas, con excepción del primero, y ya había eliminado a otra selección en racha: Portugal, que también encadenaba 19 partidos sin perder y 9 sin encajar ni un solo gol.
Aún sin ser futbolero, es innegable el merito de nuestra selección, tanto en los aspectos deportivos como en los humanos, que ha sido capaz de ilusionar y movilizar unánimemente a gran parte de este país. En el aspecto deportivo ha consolidado y mejorado el vistoso juego que se iniciara en la última etapa de Luis Aragonés como seleccionador y que culmino con la consecución de la Eurocopa 2008. Humanamente también entonces el grupo español conformaba un compacto bloque de compañerismo y solidaridad. El nuevo seleccionador desde julio de 2008, Vicente del Bosque, consolidó y perfeccionó el trabajo realizado hasta entonces y ha sido capaz de crear un verdadero equipo donde reina la amistad y el entendimiento y priman los intereses del grupo por encima de los individuales. Exactamente la misma fórmula que utilizó Pepu Hernández para conducir a la selección nacional de baloncesto a hacerse con el Campeonato del Mundo de 2006, y que repitió Sergio Scariolo logrando el Eurobasket de 2009.
El conglomerado de jugadores españoles, entre los que hay madrileños, catalanes, vascos, navarros, andaluces, castellanoleoneses, castellanomanchegos, valencianos, asturianos y canarios, bajo las órdenes de un salmantino, han conseguido demostrar que el trabajo en equipo es posible, que el fútbol constructivo gana más adeptos que otros sistemas de juego especulativos y que la constancia y el esfuerzo son esenciales para lograr resultados positivos. Los 23 componentes de la selección y todo el equipo técnico han sido capaces de conformar un auténtico grupo de apoyo, amistad y solidaridad en torno a un objetivo común, y olvidando intereses o ideologías personales. Todos ellos, desde la deportividad y el respeto al rival, defendieron la camiseta de la selección española con una entrega total dentro de la labor que les tocó realizar en cada momento: desde el campo o desde el banquillo; en los entrenamientos o en los partidos; en los malos momentos o en las celebraciones, y reivindicaron contundentemente la consecución de un título que se merecían, por juego, esfuerzo y actitud.
Y lo lograron, y rompieron la tensión acumulada con la naturalidad e intensidad con que lo hace un heterogéneo grupo de amigos bien avenido tras haber logrado un objetivo común. La celebración fue más de la misma natural espontaneidad de abrazos, felicitaciones y parabienes que intercambiaban los vencedores mientras exhibían la copa del mundo y las banderas nacionales en su paseo triunfal por el césped. En el fragor de la celebración dos de los principales protagonistas de todos los partidos, Xavi Hernández y Puyol ondearon, exultantes de alegría, la señera catalana.
Seguramente hubo a quien no le pareció bien el gesto, aunque lo silencien dado el logro alcanzado y teniendo en cuenta que entre los seleccionados había siete catalanes y cinco de ellos fueron titulares en todos los partidos y nadie puede poner en duda su vital aportación al triunfo final ni la entrega con que defendieron los colores de nuestro país. Así pues todo el grupo reivindicó de manera contundente el triunfo y el mejor juego de España, y Xavi y Puyol también sumaron la pequeña reivindicación de sus particulares y diferenciales orígenes con la exhibición de la señera, como lo podía haber hecho Xabi Alonso con la ikurriña, David Villa con la bandera asturiana o cualquier otro jugador con los colores de la comunidad, ciudad o pueblo con la que se sienta identificado.
Aún sin ser catalanista, ni nacionalista de ninguna tendencia (porque los extremos llevan al fanatismo y la intolerancia, incluido el españolismo que parecen querer imponer algunos), es innegable el mérito de lograr convocar a más de un millón de personas, o los que fueran, ya que eran muchos, para que se manifiesten por las calles de Barcelona un día antes de la esperada final del mundial, y en pleno sábado del caluroso mes vacacional de julio. Tiene mérito conseguir, como la selección nacional de fútbol, la práctica unanimidad de partidos políticos de derechas y de izquierdas (excepto el PP y Ciutadans), de empresarios, de sindicatos y de agrupaciones y movimientos culturales y sociales de todo tipo. Sólo que en este caso el merito es negativo ya que lo que logró esa casi unanimidad en la contundente reivindicación del pueblo catalán fue la sentencia de un politizado Tribunal Constitucional que recortaba los contenidos del Estatut aprobado por las Cortes españolas en 2006 y refrendado por los ciudadanos de la Comunidad Autónoma Catalana en referéndum ese mismo año.
El origen de la sentencia fue un recurso de inconstitucionalidad presentado por el Partido Popular hace casi cuatro años. Esta agrupación parece empeñada en predicar que se está “desmembrando” el país desde que su ídolo Aznar dejara el poder; y en defender una trasnochada idea de España “grande y libre”.
Cataluña, como otras comunidades españolas, tuvo estatutos de autonomía con anterioridad al de 1979. Concretamente en 1919 y 1932. Después con la Guerra Civil de 1936, el derrocamiento del gobierno legal y la subida al poder del general Franco, el grado de autonomía alcanzado se diluyó hasta convertirse, como en casi toda España, en represión social, política, cultural e ideológica, tratando de arrancarles completamente su identidad. El Estatut del 79 intentaba devolverles parte de sus derechos, y el 2006 ampliarlos, pero los celosos salvadores de la patria no están de acuerdo porque se “desmembraría” el país.
Ahora la selección española de fútbol, con cinco catalanes como jugadores indiscutibles del once titular, han reivindicado contundentemente la consecución de un título que no obtenían desde que surgiera hace 80 años y el pueblo catalán ha hecho lo propio con un camino que inició hace 90 años y que fue truncado por cuarenta años de franquismo. Tal vez algunos deberían dejar de lado discursos apocalípticos e intereses del pasado y tomar nota de que, como en el fútbol, no todo es presión, defensa y brusquedad para no dejar jugar a los demás, sino que en muchas ocasiones el compañerismo, la amistad y la lucha por unos objetivos comunes, dejando de lado los individuales, son la base del triunfo.

jueves, 8 de julio de 2010

Reductos mágicos

La influencia de la tradición, la cultura, el entorno o las circunstancias, inciden en la formación y evolución de las diferentes sociedades. Un cúmulo de todas ellas condicionaba que determinada etnia o población fuera nómada o sedentaria, guerrera o espiritual, agrícola o ganadera,… Con la expansión de las civilizaciones, la complejidad de las sociedades modernas y, sobre todo, el surgimiento de la aldea global con la revolución de los sistemas y medios de comunicación, se han diluido las diferencias porque prácticamente todas las sociedades pueden acceder a los conocimientos de otras, y por tanto imitarlas.
En cualquier caso, aún en pleno siglo XXI, la ciencia, la antropología o la curiosidad, continúan investigando porque en determinadas y reducidas zonas se vive más, se es más o menos proclive a determinadas enfermedades o se desarrollan más unas habilidades que otras. Encontrar las supuestas claves de tendencias positivas supondrían grandes avances para la humanidad.
Desde que el ingenio de Uderzo y Goscinny nos descubriera, en 1959, que el secreto de una pequeña aldea gala para permanecer irreductible ante los romanos era una poción mágica, resulta más atractivo pensar que un simple brebaje pueda multiplicar nuestro potencial. Cuando las legiones romanas trataban de invadir la pequeña aldea, el druida Panorámix preparaba la poción, que proporcionaba una fuerza descomunal al que la tomara, y la repartía entre los pobladores según las necesidades que tuvieran para rechazar los ataques romanos. Más allá de la rutinaria cotidianeidad de la aldea, que también queda reflejada en las aventuras, el verdadero meollo de las mismas lo protagoniza la poción mágica. Conocedores de su poder, los romanos tratan por todos los medios de hacerse con el secreto de la poción para utilizarla a su favor o, en su defecto, evitar que la puedan usar los irreductibles galos. En medio de toda la acción, los dos héroes de la aldea son Asterix, un pequeño galo que tiene acceso permanente a la poción, y Obelix, su voluminoso e inseparable amigo, que no necesita poción, ya que, cuando era un niño, se cayó en la olla donde se preparaba y los efectos son permanentes en él.
A veces cabe preguntarse que clase de pócima utilizarán en lugares donde sus habitantes parecen irreductibles en algunas actividades. Por ejemplo, Brasil, un país con 193 millones de habitantes, aglutina la mayor parte de los jugadores de futbol destacados en el mundo. En el último quinquenio el país sudamericano ha exportado al resto del planeta una media cercana a los mil futbolistas anuales. Quizás tomen alguna poción para dominar mejor el balón.
Disminuyendo el tamaño del reducto, aunque no de la magia que se genera, nos encontramos con Jamaica, una isla con menos de tres millones de habitantes, que ocupa el puesto 43, de los 141 países que figuran en el medallero olímpico, con 53 metales logrados desde 1896. Lo sorprendente es que 52 de esas medallas las han logrado en pruebas de velocidad, 11 de ellas en los últimos juegos olímpicos. Aquí la pócima o secreto debe ser muy veloz.
Pero tal vez la más portentosa poción, secreto o influencia es el que parecen tener en otra isla. Ya repasamos los éxitos de toda España, pero concretamente esta isla, que atesora cultura, historia, variedad, belleza y rincones privilegiados, y aunque medio ocupada por los alemanes, entre sus menos de un millón de habitantes acumula al menos tres portentos internacionales.
Uno de ellos es campeón del Mundo y de Europa y subcampeón olímpico de baloncesto con la selección española, además de ser, hasta el momento, el único jugador no norteamericano en competir en el concurso de mates de la NBA y el debutante en esta competición que históricamente más triples ha logrado en una temporada con 159. Se trata de Rudy Fernández. El segundo personaje ha vencido en dos ocasiones en el campeonato del mundo de motociclismo en la categoría de 250 centímetros cúbicos y el año pasado quedó segundo en la categoría de Moto GP plantando cara a Valentino Rossi. Este año, con la ausencia del italiano en varias carreras por lesión, Jorge Lorenzo tiene el camino más libre hacia el triunfo, y dada su juventud puede ser el primero de muchos. El tercer superhombre es medalla de oro en los últimos juegos olímpicos, el jugador de todos los tiempos con más victorias en torneos Master 1000, y un total de 41 torneos de la ATP ganados, además de ser actualmente el número uno de tenis del mundo, con más de 3.800 puntos de ventaja sobre el segundo. Con estas cifras, y el juego y el coraje que aúna Rafael Nadal, tenemos ante nosotros una nueva leyenda del tenis que, si las lesiones le respetan, podrá ser insuperable en muchos aspectos.
No sé que clase de poción, influjo o circunstancia actúa en Mallorca, pero a la vista de los resultados debe ser muy poderosa por que además de hacerlo es especialidades muy diferentes, estos tres jóvenes ídolos, Lorenzo (1987), Nadal (1986) y Fernández (1985), también son personas comprometidas con acciones solidarias y con un prometedor futuro por delante. Parece que corren buenas vibraciones por la excelsa isla y da envidia no ser de allí, aunque parece que, o bien hay pócimas diferentes, o afectan de modo distinto a los isleños, porque en el mismo lugar donde han surgido tres admirables personajes también proliferan gentes de otra calaña, e independientemente de las influencias que reciban, es seguro que en los éxitos de los primeros tiene mucho que ver su esfuerzo y entrega, mientras que los segundos aspiran a vivir sin dar un palo al agua.
Jaume Matas, imputado por el presunto desvío de más de 50 millones de euros de dinero público; María Antonia Munar, acusada de seis delitos, entre ellos malversación y cohecho o Miquel Nadal, imputado por malversar fondos públicos, son sólo tres ejemplos de una larga lista de indeseables mallorquines. Coincidentemente los tres son políticos, y es que parece que esta actividad tiene gran facilidad para convertir cualquier reducto mágico en un vertedero corrupto.

sábado, 3 de julio de 2010

Analfabetos privilegiados

En pleno siglo XXI el analfabetismo alcanza al doce por ciento de la población mundial, lo que supone que unos 800 millones de personas apenas tienen nociones de lectura, escritura y cálculo. Evidentemente, mientras en los países desarrollados esta carencia apenas afecta al tres o cuatro por ciento de la población, los países pobres rozan tasas de analfabetismo cercanas al sesenta por ciento en Asia meridional y occidental y en el África Subsahariana, y supera el 63 por ciento en los países árabes. Burkina Faso, situado en el corazón de África, con catorce millones de habitantes, un índice de pobreza del 45 por ciento y una esperanza de vida media de 48 años, es el país del mundo con mayor índice de analfabetismo, alcanzando al 84 por ciento de la población.
Una vez más la pobreza y la falta de medios económicos es el principal condicionante de la desigualdad, aunque también influyen otros circunstancias, como los fanatismos religiosos. Ambos aspectos, pobreza y fanatismo, afectan más a las mujeres, y así en el caso extremo de Burkina Faso más del 93 por ciento de las mujeres adultas son analfabetas.
En nuestro país la tasa de analfabetos se aproxima al 2,3 por ciento de la población, casi un millón de personas, la mayor parte de ellos mayores de 55 años. Una vez más, los menos favorecidos son los más pobres, y dentro de ellos las mujeres, con una tasa prácticamente del doble que la de los hombres.
El pasado 20 de junio, el que fuera ministro de Economía y Hacienda en el primer gobierno de Felipe González, Miguel Boyer, realizó algunas declaraciones relacionadas con la actual situación económica y sobre las actuaciones del gobierno de nuestro país. Boyer, recientemente elegido consejero independiente de Red Electrica y anteriormente ideólogo de la FAES presidida por Aznar, ahora parece volver a la escena política y da su respaldo a las medidas adoptadas por Zapatero. Defiende los duros ajustes para reducir el déficit, retrasar la edad de jubilación y flexibilizar el mercado laboral.
Para redondear sus declaraciones, y dejar claras sus aspiraciones, el super exministro de Economía y Hacienda afirmó: "Si se siguen bajando los sueldos o manteniendo los que hay ahora en la alta administración, pronto sólo llegarán los analfabetos a la dirección del Gobierno". Aclaró que "no se trata de equiparar los sueldos a los de los presidentes de bancos, pero sí de que los ministros principales y los directores generales pueden tener una remuneración del orden de un subdirector de una empresa cualquiera".



Desconozco si Miguel Boyer tuvo en algún momento de su vida la necesaria vocación de servicio público para dedicarse a la política, pero ahora esta claro que no la tiene porque mientras defiende los ajustes de todo tipo para los administrados, aboga por la necesidad de incentivar a los dirigentes. Lo cierto es que sus deseos no van demasiado desencaminados con respecto a los del resto de políticos españoles que parece que sólo utilizan sus cargos para catapultarse a la obtención de beneficios económicos personales colocándose en cualquier entidad privada para engordar sus carteras.
Boyer parece olvidar que dirigir un país no es lo mismo que dirigir una empresa. En el primer trabajo se trata de gobernar para los administrados, realizar inversiones, política social y redistribuir la riqueza, y legislar para todo ello; de ahí la necesidad de vocación pública. La empresa privada dirige su actividad a generar riqueza para sus propietarios y accionistas, y normalmente no tiene escrúpulos de ningún tipo para lograrlo, así que la diferencia entre ambas dedicaciones es substancial.
En cuanto al despectivo comentario sobre que de seguir con emolumentos tan bajos en los órganos de gobierno, únicamente optarán a esos cargos los analfabetos, tal vez no ande demasiado desencaminado. Aunque no sean de la misma categoría que la de los analfabetos que suponen el 12 por ciento de la población mundial, y abocados a ello por la pobreza y el fanatismo, muchos políticos hacen gala de ciertos variantes de analfabetismo. Ser analfabeto no es sinónimo de ser ignorante, sino de no haber aprendido o recibido nociones de lectura y escritura, con las consiguientes dificultades para comunicarse y/o ampliar conocimientos. Si a lo que se refiere Boyer es a estos analfabetos con dificultades para comunicarse o abrir su mente a nuevos conocimientos, la política de nuestro país está plagado de ellos, incapaces de pensar o hablar por si mismos o comunicar lo que piensan, porque simplemente no lo hacen. Se limitan a seguir directrices y repetir consignas superiores. Si por el contrario se refiere a que no poseen la formación suficiente para ocupar esos cargos, también la retahíla de políticos españoles sin ella, pero con cargo y remuneración, es extensa.
Con todo, la política española está plagada de privilegiados analfabetos que se ganan la sopa boba por hacer más bien poco. Un gobierno con integrantes técnicos y preparados es una tecnocracia, y dudo mucho de que muchos políticos españoles, incluido Boyer, pudieran formar parte de ella.

sábado, 26 de junio de 2010

Peligrosa pasividad

Más de diez millones de telespectadores siguieron ayer las evoluciones de la selección española de fútbol en su partido ante Chile dentro del Campeonato del Mundo de Sudáfrica. Los españoles debían ganar para garantizarse pasar como primeros de su grupo, y así lo hicieron, aunque el modo de hacerlo no fue demasiado espectacular.
De los tres partidos jugados por España fue en el que desarrolló peor juego, a pesar de tener la mayor efectividad. Se fueron al descanso con dos goles a su favor, y un chileno expulsado, así que la segunda parte podía ser una exhibición española. Pero no fue así. Los sudamericanos salieron presionando, a pesar de contar con un hombre menos, y en dos minutos consiguieron colocar el dos a uno en el marcador. A partir de ahí todo se desdibujó hasta llegar a los últimos quince minutos con una aburrida pasividad para atacar por parte de ambos contendientes ya que a los dos les iba bien el resultado.
Eso me recordó porque no me gusta el fútbol. Los contendientes, según sus intereses, pueden llegar a hacer el partido tan insulso que hasta las propias ostras se aburrirían. En otros deportes, como el baloncesto o el balonmano la displicencia de los equipos no puede ser tan evidente, ya que en el primero sólo cuentan con 24 segundos para realizar cada ataque y en el segundo los árbitros pueden castigar con “pasividad” al conjunto que no demuestra su interés atacante, lo que provoca que el balón pase a manos de sus contrincantes. En fútbol parece que hasta la pasividad es lícita para lograr los objetivos. Es un ejemplo más de que el fin justifica los medios, con lo cual quien triunfa es un equipo, pero no el fútbol en si, porque el espectador que quiere ver buen juego se siente frustrado.
La del fútbol es una pasividad que únicamente aburre, pero, por norma general la pasividad puede llegar a ser muy peligrosa en todo aquello que afecta a nuestras vidas. Mantente pasivo ante una situación que te provoque consecuencias adversas y lo comprobarás, por eso no solemos permanecer pasivos ante lo que podemos evitar directamente. Sin embargo si nos acomodamos en el conformismo pasivo ante situaciones que parece que ni nos afectan, de momento, ni podemos controlar: guerras, injusticias, esclavitud, explotación,…
Eso se lo dejamos a nuestros políticos, sin querer ser conscientes de que la inmensa mayoría de ellos caen en una peligrosa pasividad ya que, como a las selecciones de España y Chile, ya les va bien que el resultado quede tal y como está. Lo más preocupante es que parezca que nos va bien a todos y nos sumemos a su pasividad, sin hacer nada por cambiarlo, aunque podamos, porque en cualquier momento nos puede afectar más de lo que podemos pensar, y entonces tal vez sea tarde ya.

jueves, 24 de junio de 2010

Unanimidad total,...casi

Los continuos desatinos del gobierno Zapatero a la sombra de la crisis financiera internacional han removido las estructuras del país hasta aproximarlas al esperpento. Mientras el partido mayoritario, que lleva en sus siglas un inexistente socialismo, se dedica a castigar a los menos favorecidos, el indeciso y conservador principal grupo de la oposición afirma, a través de sus líderes, ser el partido de los trabajadores. Con tanto respaldo político para defender sus intereses, el colectivo de asalariados y jubilados, es decir, aquellos que tienen los salarios controlados por terceros, están más jodidos que nunca.
Primero fueron funcionarios y pensionistas los sacrificados, ahora lo serán el resto de los trabajadores por cuenta ajena (incluso los que aplaudían la medida contra los funcionarios) los que tienen que ponerse a temblar.
El Real Decreto-Ley de medidas urgentes para la reforma del mercado de trabajo ideado por el gobierno de Zapatero ha alcanzado logros impensables. Sindicatos, empresarios y grupos políticos de la oposición se han puesto de acuerdo en que las propuestas del gobierno no convencen a nadie. Los chicos de Zapatero se empeñan en hacer creer que el real decreto no abarata el despido y generará más empleo fijo, pero los sindicatos, que hasta hace poco parecían mantener un idílico romance con el gobierno, opinan lo contrario. Los partidos, nacionalistas o no, más supuestamente de izquierdas, y algún camuflado, piensan igual: que las medidas facilitan el despido y aumentan la precariedad laboral. Los empresarios, con el experto en despedir (Air Comet y Marsans), Gerardo Díaz Ferrán, a la cabeza también se oponen al decreto, pero justo por lo opuesto, por no flexibilizar lo suficiente el despido. Hasta aquí las opciones, a favor o en contra, claras; o más bien, todos contra el gobierno.
Los nacionalistas conservadores sólo dicen una evidencia: las medidas son mejorables; y el nuevo partido de los trabajadores, el PP, en su sempiterna ambigüedad también se sumó in extremis a la idea de mejorar las propuestas. Parece que todos quieren mejorarlas, aunque ninguno dice como.
El refrito normativo debe ser tan malo que no convence a nadie y todos lo quieren modificar. Hasta el diputado socialista y exsecretario general de Comisiones Obreras, Antonio Gutiérrez, se abstuvo, conscientemente, en la votación rompiendo la disciplina del partido. Ahora sus compañeros de agrupación le sancionarán por ser coherente con lo que piensa. Así funciona la política, y en eso hay unanimidad casi total entre sus componentes: Hay que defender, aún a costa de destruir los derechos de la clase asalariada y de los más desfavorecidos, los intereses financieros que perpetúan el sistema, porque es el capital quien les mantiene en el poder y no los votos de los primeros. Con listas abiertas que no decidieran los partidos tal vez la cosa sería diferente.
Mientras tanto, y entre tantas crisis, reformas y recortes, el número de ricos españoles (personas con más de 800.000 euros, exceptuando primera vivienda y consumibles) creció un 12,5 por ciento en 2009, y hacienda, después de no sé cuanto tiempo, da un ultimátum a 3.000 fortunas españolas que podrían acumular 6.000 millones de dinero negro en suiza.

viernes, 18 de junio de 2010

Saramago: "la vejez empieza cuando se pierde la curiosidad"

Tres meses y seis días después de la desaparición de Miguel Delibes, la muerte hoy del nobel portugués José Saramago, a los 87 años, deja el panorama literario internacional un poco más vacío y a la humanidad más muda.
De origen humilde, el camino que recorrió para llegar a la cima del reconocimiento como escritor no fue sencilla. A sus 25 años publica, sin éxito, su primera novela. La segunda obra que tenía escrita ni siquiera fue editada. No es hasta veinte años después cuando vuelve a cultivar sus inquietudes literarias: «Sencillamente no tenía algo que decir y cuando no se tiene algo que decir lo mejor es callar».
El retorno a la escritura lo realiza inicialmente con la poesía, pero pronto retoma también la novela y los relatos, y más tarde incluso el teatro, dedicándose por completo a la literatura a partir de 1976 y culminando su trayectoria con el premio nobel recibido en 1998.
Escritor y persona comprometida con la justicia social, sufrió la censura y la persecución de la dictadura lusa de Salazar. Más tarde acabó exilándose voluntariamente a Lanzarote. Su extensa obra, tanto en títulos como en géneros, está repleta de sutiles reivindicaciones y denuncias sobre la esencia del ser humano.
Saramago es ante todo un pensador que nos ha legado la profundidad de su filosofía de lo cotidiano entre las frases de su producción literaria.

Estos son algunos de sus pensamientos:

“Hay quien se pasa la vida entera leyendo sin conseguir nunca ir más allá de la lectura, se quedan pegados a la página, no entienden que las palabras son sólo piedras puestas atravesando la corriente de un río, si están allí es para que podamos llegar a la otra margen, la otra margen es lo que importa.”

“Es hora de aullar, porque si nos dejamos llevar por los poderes que nos gobiernan, y no hacemos nada por contrarrestarlos, se puede decir que nos merecemos lo que tenemos.”

“Las tres enfermedades del hombre actual son la incomunicación, la revolución tecnológica y su vida centrada en su triunfo personal.”

“Todo el mundo me dice que tengo que hacer ejercicio. Que es bueno para mi salud. Pero nunca he escuchado a nadie que le diga a un deportista; tienes que leer”

“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”

“Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran”

“Lo que realmente nos separa de los animales es nuestra capacidad de esperanza”

“El éxito a toda costa nos hace peor que animales”

“La mejor manera de defender los secretos propios es respetando los ajenos”

Saramago nos ha dejado hoy, pero siempre seguirá vivo en su obra. Si quieres conocerle, sólo tienes que leerla: "Me gustaría escribir un libro feliz; yo tengo todos los elementos para ser un hombre feliz; pero sencillamente no puedo. Sin embargo hay una cosa que sí me hace feliz, y es decir lo que pienso."

España va bien

Desde que el indeterminable José María Aznar popularizara la frase “España va bien” allá por 1997, dentro de la globalidad de aspectos a los que se podía referir la expresión, objetivamente no ha habido momento más cercano a esa afirmación que el actual. Evidentemente no en la vertiente económica, donde no estamos para tirar cohetes, pero tampoco lo está el resto del mundo. Los brutales ajustes económicos que se acaban de iniciar en nuestro país, y que ya se realizaron en Grecia, se aplicarán también casi idénticamente en todos los países capitalistas sin excepción, incluidos los todopoderosos Alemania y Estados Unidos.

La actual situación tiene su origen en una crisis financiera global provocada por el nuevo experimento de los bancos y gurús financieros norteamericanos para enriquecerse más rápidamente aún. Ahora, todo aquello que unos pocos se llevaron lo tenemos que reponer entre todos. Bueno, todos no, como siempre sólo los más débiles. Comienza con los más débiles de los países más débiles y la escalada continúa hasta la cumbre de la pirámide formada por los débiles de los países más fuertes. En todos ellos, más o menos drásticamente, los derechos de los menos favorecidos y los avances sociales se van a ver mermados, cuando no sacrificados completamente, para salvaguardar los excesos de un capitalismo cuyo único interés es mantener a salvo los mercados que permiten perpetuar el sistema.

Definitivamente, España no va bien en el aspecto económico. En realidad los únicos que van perfectamente en él son las grandes fortunas y los especuladores que han continuado acumulando dinero para ponerlo a salvo en los mismos paraísos fiscales que alimenta el propio sistema que ahora debe ser salvado por dinero público mientras sólo enriquece al capital privado.

Descartada la faceta económica, que por desgracia influye en prácticamente todas las demás, se puede afirmar que nuestro país va como nunca de bien en un aspecto mucho más objetivo y que, más o menos, se puede clasificar a nivel mundial. España se encuentra entre los países punteros de nuestro planeta en la faceta deportiva. Para demostrarlo sólo hay que mirar los éxitos que acumulan los deportistas de nuestro país.

Nuestro deporte atraviesa un momento dulce que jamás antes vivió y somos un país puntero en variadas especialidades. Tres pilotos españoles compiten en fórmula 1 y se encuentran entre los 24 mejores del mundo por primera vez en la historia. El motociclismo español, que ya en el pasado nos proporcionó grandes triunfos, también cuenta algunos con los más destacados pilotos del mundo y optan a coronarse con el cetro mundial en las tres categorías de la competición. El ciclismo a nivel mundial habla español y nuestros corredores vencen en las principales pruebas. Natación sincronizada, gimnasia, atletismo,… dan a nuestro país nuevos éxitos que también cosecharon en el pasado.

Pero quizás lo más sorprendente por la repercusión social y por la novedad, sean los éxitos en baloncesto y futbol. La selección española de baloncesto es la actual campeona de Europa y del mundo, y los jugadores españoles triunfan como nunca lo habían hecho en la mejor liga del planeta. En fútbol también exportamos jugadores y técnicos a las más destacadas competiciones del planeta y la selección ostenta el título de campeona de Europa y no se sabe hasta donde llegará en el campeonato de Mundo a pesar de haber perdido el primer partido. De momento ha logrado lo que antes jamás había hecho: jugar tan bien como para ser considerada la mejor del planeta. Además, en ambos deportes, han sido los propios entrenadores españoles los que han tenido mucho que ver con estos resultados, con lo que todo queda en casa.

Dentro de ese sublime momento deportivo español situaría en la cumbre la continuada hazaña de un joven de 24 años que, de modo absolutamente individual y sin ayuda de tecnologías, ni compañeros, ni fuerzas externas, ha logrado coronarse como sólido número uno del mundo de su especialidad. Con 17 años comenzó a forjar su leyenda en la eliminatoria de Copa Davis entre la República Checa y España.

El equipo español sufría las ausencias de sus dos mejores jugadores, así que Rafa Nadal tuvo que tomar la responsabilidad de suplirles a pesar de su juventud. Perdió su primer encuentro, y el de dobles que disputó, pero en el punto definitivo de la eliminatoria duplicó la garra con la que había jugado y logró vencer dando el pase a nuestro país, que a la postre logró su segunda trofeo de Copa Davis de su historia. Aquel día, el modo de jugar y la espectacular entrega de Nadal hizo recordar a la de los ídolos históricos y universales de ese deporte. Los cinco años siguientes Rafael Nadal, en su épica carrera, conquistó numerosos torneos de los más prestigiosos del mundo y una medalla de oro olímpica y logró colocarse en el número 1 del ranking tenístico mundial, superando a otro de los mitos del tenis de la actualidad, y que parecía imbatible, Roger Federer. Justo después una lesión le retiró de las pistas y del escalón más alto de la clasificación.

En 2010, año de la crisis, en el que el mundo capitalista va mal y España, a la vista del mismo, fatal, Rafael Nadal ha regresado con su mejor tenis, superando todas las adversidades y perfeccionando su juego, su garra y su entrega y ha recuperado la cima mundial del escalafón tenístico. En esa impresionante carrera plagada de méritos deportivos y personales tal vez lo más excepcional sea que ha sido capaz de mantener su elevada calidad humana plagada de humildad, respeto y solidaridad sin dejarse influir por los éxitos que acumula. Su carácter queda plasmado tanto en el terreno de juego, como fuera de él, donde siempre colabora con causas solidarias e incluso ha creado una fundación con estos fines. Si le respetan las lesiones y dada su juventud, llegará a ser el mejor tenista de todos los tiempos porque aún le queda cuerda para rato y como persona ya ha demostrado, y demuestra cada día, que ha llegado a la cumbre de los valores realmente importantes.

Así pues, España va muy bien, al menos en una de las pocas facetas objetivas y en la que cuenta más el afán de superación personal que las manipulables influencias económicas o políticas, además de generar auténticos ídolos y modelos de masas.
En lo demás, no sólo España va mal, sino todo el voraz e insaciable sistema capitalista que, una vez más, volverá a sacrificar a los más débiles para perpetuarse. Lo que nos agudiza la percepción de la crisis es que ahora la pagamos nosotros. Hasta ahora lo hacían los aún más débiles, los de los países subdesarrollados con la explotación a la que eran sometidos sus moradores y sus tierras, pero en este momento necesita dinero, y eso no se le puede quitar al que no lo tiene.

martes, 8 de junio de 2010

Borracheras sonadas

Los estudios y encuestas sobre hábitos en el consumo de drogas entre los jóvenes españoles constatan que desciende el número de consumidores de cocaína y cannabis, pero se mantiene el de aquellos consumen que alcohol. Las cifras, esperanzadoras en lo relativo a las sustancias ilegales, son más bien alarmantes en cuanto a las legales. Aunque se estabiliza el número de consumidores habituales de alcohol, se incrementa notablemente la intensidad con que lo hacen. En la última encuesta escolar sobre drogas, realizada en 2008, cerca de una tercera parte de los jóvenes menores de 18 años reconocían haberse emborrachado al menos cuatro veces en el mes inmediatamente anterior a la realización del estudio, lo que supone un seis por ciento más que en la anterior muestra.



Estudios más recientes realizados en Madrid y en Galicia no arrojan un panorama más halagüeño. El 47 por ciento de los jóvenes de la capital de España de entre 15 y 25 años se emborracha cada fin de semana según la investigación Ocio y Riesgos de los jóvenes madrileños, efectuada por la Fundación de Ayuda contra la drogadicción. La consejería de sanidad de la Xunta de Galicia también hizo público un estudio el pasado mes de enero en el que se asegura que un 41 por ciento de los escolares gallegos se emborracha cada fin de semana, y el 25 por ciento son considerados como bebedores de riesgo. Casi nada.
Pero bueno, es este país con una arraigada costumbre social de consumir alcohol, donde el 34 por ciento de la población admite beber en exceso ocasionalmente, sólo superada en Europa por Irlanda, Rumanía, Alemania y Austria, quien más quien menos ha tenido alguna experiencia con las bebidas alcohólicas hasta convertirse en una recordada anécdota de su pasado. Más o menos todos podemos tener una o más sonadas borracheras por, voluntaria o involuntariamente, flirtear con el alcohol y muy pocos son quienes se han librado de ello y de las acciones imprevisibles que provocan sus efectos.
Como escasos son aquellos que han escapado a otra de las grandes borracheras a las que somos adictos los seres humanos, una cuyos efectos son más duraderos y profundos, hasta poder a llegar ser devastadores o mágicos, y mucho más imprevisibles aún que los que puede provocar el alcohol.
Son las borracheras de amor, que nos aturden y nos hacer comportarnos de modos aún más diferentes y durante más tiempo que cualquier otra droga. Ambas variedades, alcohol y amor, pueden provocar borracheras sonadas y grabadas a fuego en la memoria. Las primeras son mucho más sencillas de alcanzar y se logran de forma voluntaria, por eso se repiten más. Las segundas son involuntarias e inexplicables, por eso suceden menos a menudo, y quien sólo se emborracha una vez y le duran sus efectos toda la vida es un afortunado.
A veces ambas pueden hacer daño a los demás, e incluso a nosotros mismos, y por eso no son aconsejables, pero en ningún caso pueden ser tan perniciosas como el tercer tipo de sonadas borracheras del que hablaremos, ya que estas últimas pueden llegar a provocar verdaderas catástrofes y a afectar a muchísima gente.
A lo largo de la historia algunas de las más sonadas de estas borracheras las han protagonizado indeseables de la talla de Nerón, Calígula, Napoleón, Hitler, Franco, Stalin,… Son las borracheras de poder, que pueden llegar a degenerar hasta el extremo de la tiranía. Evidentemente, cuanto más grande es el poder de quien se emborracha, en cuanto al número de personas sobre las que pueda adoptar decisiones, más destructiva puede ser la sonada borrachera, del mismo modo que puede haber quien no llegue a emborracharse nunca por mucho poder que acumule.
Y a este tipo de borracheras, dentro de nuestro ámbito de vida, también estamos expuestos todos. Unos padres con sus hijos, unos hijos con sus padres,…en cualquier relación de nuestra vida en la que se nos otorgue cierto poder, podemos emborracharnos con él. No hay más que observar, por ejemplo, a algunos de aquellos a quienes se les asigna, lícita o ilícitamente, un supuesto poder, que además es visible mediante el uniforme que visten. Quienes hayan hecho la mili han podido comprobar casos extremos y tal vez puedan entenderlo algo mejor.
En cualquier caso los efectos de estas borracheras alcanzan sus más indeseables cimas en el momento cúspide de quienes las padecen. Mírese, por ejemplo, al ínclito José María Aznar en sus momentos más ebrios junto a Bush. En su borrachera empezó chapurreando ingles, poniendo los pies sobre una mesa y acabó avalando una guerra ilegal, y aún hoy le duran los efectos.



Zapatero no le anda muy a la zaga. Comenzó bien, con su talante comunicativo y materializando algunas de sus promesas electorales, continuó con su política populista, que no social, y después, con su presidencia europea y sus compadreos con Obama, ha acabado incumpliendo su palabra y jorobando a los de siempre, aunque en breve casi todos acabaremos jodidos.
Sólo le pido al universo que Rajoy no pueda beber el poder suficiente para emborracharse aún más.

miércoles, 2 de junio de 2010

Verdad, mitomanía o cinismo

Alucinaba incrédulo mientras escuchaba las últimas declaraciones de Francisco Camps con respecto a la historia de sus famosos trajes y a su enconada defensa de su inocencia. El tribunal supremo no descarta que haya cometido delito de “cohecho impropio” por recibir trajes “aparentemente” de forma continuada, con opacidad y con el único motivo del cargo que ocupa, pero él niega todo eso. La seguridad con la que afirma que es un montaje y que terminará absolutamente en nada es asombrosamente convincente. Y esto lo hace exactamente igual desde que se destapo a principios de 2009. Esto es lo que sucedía en mayo de ese año.

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Esto terminará muy pronto y muy bien, declaraba.



Un año después aún no ha terminado, así que esa parte no acertó, aunque sigue empeñado en su inocencia, y así lo defendía hace unas semanas.



La contundencia de sus aseveraciones se mantiene intacta durante todo este tiempo, aunque los argumentos de su discurso puedan variar en algo. Primero decía que él se pagaba los trajes, luego no aparecían las facturas, después algunos de sus colegas de partido le arropaban y defendían diciendo que todos los políticos recibían regalos y acudiendo a los actos de exaltación y mítines que celebraban proclamando su inocencia (ahora ya no le arropan tanto). En cualquier caso Camps sigue con su tono tajante y firme: ninguna de esas acusaciones es cierta.

Lo dice tan claro que parece que no quepa duda de que sea verdad, con la misma contundencia con la que era capaz de hacer constar oficialmente que, tras una larga y exitosa carrera política, su único patrimonio es una cuenta corriente con 900 euros, otra compartida con 1.400 euros, una vivienda a medias valorada en 110.000 euros, un plan de pensiones con 8.000 euros y un Saab 900 con quince años de antigüedad.

Quizás todo eso que ha dicho sea verdad, como tal vez lo sean todos los discursos, declaraciones y promesas de muchos políticos de este país cuando defienden tan taxativamente sus actuaciones y posturas, tanto en campaña electoral, como gobernando, o en la oposición; pero comprobamos continuamente que se desdicen de lo afirmado y hacen cosas tan diferentes de lo que predican, que no merecen demasiada credibilidad. Entonces cabe preguntarse que si lo que dicen no es verdad, ¿a que se debe la seguridad con la que lo aseveran?

Psicológicamente se llama mitomanía al trastorno de mentir patológica y continuamente falseando la realidad y haciéndola más soportable. En ocasiones estas personas llegan a creerse realmente sus propias mentiras.

Bueno, quizás sea excesivo pensar que Camps, y otros tantos políticos, padezcan ese trastorno. Entonces si no dicen la verdad, y no son mitómanos, otra de las opciones es que practiquen con demasiada frecuencia el cinismo, que según la real academia de la lengua puede ser: 1.-Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables; o 2.-Impudencia, obscenidad descarada.

A ver si, con un poco de suerte, la justicia nos ayuda a salir de dudas.

jueves, 27 de mayo de 2010

Entre chivos y turcos

La población española el uno de enero de este año ascendía a casi 47 millones de habitantes, de los cuales 5,7 millones, el doce por ciento eran extranjeros. La cifra de inmigrantes en nuestro país ha aumentado notablemente y así España ha pasado de ser un país netamente emigrante, primero hacia las Américas en busca de fortuna y tierras ricas, y después obligado por el franquismo y el hambre, a tener la inmigración actual. El verdadero boom de la misma se ha dado en los últimos diez años en los que se ha multiplicado por seis la población extranjera, pasando de los 900.000 a los 5,7 millones.

En este periodo de expansión económica, especialmente basada en el sector inmobiliario, la mayoría de esos inmigrantes ocupaban los trabajos que no eran interesantes para los españoles. Exactamente lo mismo que hicieron la mayor parte de los dignos inmigrantes españoles, aunque ahora no lo recordemos y parezca que todos esos extranjeros que vienen aquí es para quitarnos nuestros trabajos.

Por nacionalidades, los foráneos más presentes en España son rumanos (829.000) y marroquíes (746.000), el 14,5 y el 13,1 por ciento respectivamente. Les siguen ecuatorianos, británicos, colombianos y bolivianos, con porcentajes que oscilan entre el tres y el siete por ciento, y hay otras catorce nacionalidades que superan el uno por ciento. Los turcos ni aparecen.

El gobierno de Zapatero, en sus divagaciones y bandazos, ha decidido dar un aire exótico a tres millones de funcionarios y les ha convertido en turcos, para en su cruzada contra la crisis cortar sus cabezas. La Real Academia de la Lengua define “cabeza de turco” como persona a quien se achacan todas las culpas para eximir a otras. Precisamente la palabra se ha ganado esta acepción por la tradición histórica del merito que daban los cristianos a matar a un turco en las cruzadas y cortar y exhibir su cabeza para culparla de todos los males.

El cruzado Zapatero ha adoptado la actitud más fácil y cobarde, además de incumplir lo ya firmado, y ha exhibido la cabeza de tres millones de funcionarios recortándoles el salario una media del cinco por ciento para calmar a los mercados internacionales. Este sacrificio de inocentes también les convierte en chivos expiatorios de un mal que ellos no han provocado para calmar a los dioses del capitalismo.

Turcos o chivos, junto a los jubilados, han sido elegidos para ello por las hordas socialistas, aunque ahora digan que van a subir los impuestos a los más ricos, eso sí, dentro de unas semanas para que, si queda alguno que aún no lo ha hecho, pueden poner a salvo sus fortunas. También dicen que ellos se van a bajar un quince por ciento sus salarios, pero ni siquiera mencionan sus dietas, visas, coches, asistentes y demás prebendas. Eso parece intocable, como los beneficios de las grandes empresas y bancos. Pero dentro de este pusilánime acto de pagar menos a los más débiles y controlados, para quienes definen su política como social y progresista, la medida se ensaña mucho más con los funcionarios.

La pérdida de poder adquisitivo de este colectivo en la última década, precisamente la más productiva para el resto de sectores, y en la que mucho de ellos incrementaron sus ingresos notablemente, ha disminuido más del doce por ciento con respecto al encarecimiento de la vida. Si nos remontamos a 1982, la cifra supera el 42 por ciento. Queda patente su sangría extra, incluso con respecto a los jubilados. Y esa inquina añadida también se extiende al resto de la sociedad, y, como en el caso de los inmigrantes, se les tiende a hacer culpables de todo en épocas de crisis. Durante los periodos de vacas gordas y grandes ganancias, son casi invisibles, ya que interesan mucho menos los trabajos que ocupan ambos, unos por ser labores desagradables o mal pagadas, y los otros por la cicatería de sus salarios, ya que prácticamente en cualquier actividad privada por desempeñar la misma tarea se acostumbra a ganar más y, sobre todo, con dinero menos controlado. En cualquier caso, inmigrantes y funcionarios son demonizados cuando escasea el trabajo y se convierten en chivos expiatorios o en cabezas de turco.

A los jubilados se les tiene más respeto. El motivo es evidente: tarde o temprano, todos o casi todos acabamos siendo pensionistas y sería ilógico no defender unos derechos que van a ser los tuyos propios en algún momento.

Sin embargo funcionarios no lo pueden ser todos, no por imposibilidad de serlo, sino porque hay un número de plazas limitado, y de ahí que sea más sencillo atacarlos.

Pero son ataques infundados e irreflexivos. La principal acusación parece ser la seguridad de su puesto de trabajo. Eso es tan absurdo como criticar a cualquier colectivo simplemente por el hecho de serlo. Aunque en todos los aspectos y profesiones de la vida hay personas deshonestas, también en el funcionariado las hay, pero la mayor parte de este colectivo cumple con su trabajo, y gracias a ello la Administración puede funcionar en todas sus vertientes: sanidad, educación, seguridad, …

Retomando la hostilidad que suelen generar los funcionarios en épocas de crisis por tener un sueldo garantizado, quienes realizan esas críticas, como quienes acusan a los inmigrantes de quitarles el trabajo, tal vez deberían mirarse a si mismos y entender y aceptar que fue su propia opción de no dedicarse a trabajar en la administración, o en empleo de turno que ocupe el extranjero vilipendiado el origen de ese recelo. Es una postura muy cómoda. Cuando todo va bien, el trabajo digno y bien remunerado para mi y el resto para los demás, que se jodan si ganan poco. Si las cosas van mal, hay que repartir el trabajo, y no es justo que haya quien tenga un empleo fijo, aunque se haya preparado y luchado para ello. Esa actitud poco sana se repite ante cualquier colectivo con ciertos privilegios. Cuando se supo lo que cobraban los controladores aéreos, hasta el ministro de Fomento, José Blanco, quiso echarlos a la arena de la crítica y el desprestigio sociales. En realidad, si ganaban esos sueldos es por qué alguien se lo pagaba y lo habían logrado lícitamente y con su preparación. Sigue pareciéndome más lamentable que los políticos cobren lo que cobran, y son ellos mismos quienes deciden sus salarios y prebendas.

La aversión de este país por los funcionarios proviene de un pasado no demasiado glorioso en el que, para subsistir, debían cobrar a los administrados por sus servicios. Como en tantas otras cosas, cuarenta años de franquismo pauperizaron su situación, además de colocar en estos cargos a muchos de sus adeptos, lo que generó una administración torpe, kafkiana, prepotente y desagradable. Afortunadamente las cosas han cambiado en las relaciones con la administración y la mayoría de los funcionarios no son así, aunque queden algunos, pero a pesar de ello se mantiene cierto recelo hacia el funcionariado en general, y en muchas ocasiones por aquellos de ideologías no demasiado alejadas a las de aquellos tristes cuarenta años.

Ser funcionario tiene la ventaja de tener un salario garantizado, ahora ya no tanto, puesto que nuestros dirigentes han demostrado que pueden hacer lo que quieran con los sueldos y derechos de aquellos que trabajan para la administración. A partir de ahí, las ventajas no lo son tanto, y más bien exige bastantes esfuerzos y renuncias.

Partiendo de la base irrefutable de que todos los españoles mayores de edad y no inhabilitados para ello pueden presentarse para tratar de ocupar una plaza de empleo público dentro de su formación. Hacerlo es cuestión de voluntad y hasta quienes lo critican podrían haberlo sido. Su opción fue no serlo, pero no por eso pueden demonizar a un colectivo que adquirió un puesto de trabajo legal y transparente en sus derechos y obligaciones.

Para adquirir la condición de funcionario, en la mayor parte de los casos, hay que pasar unas oposiciones, con el esfuerzo y preparación que requiere. Después tendrás tu puesto de trabajo para siempre, a no ser que incumplas de manera muy grave tus obligaciones. Eso conlleva tener unos derechos, entre ellos los pecuniarios (los salarios base mensuales oscilan entre los 550 y los 1.100 euros, y con complementos y demás se pueden llegar a triplicar, e incluso más, pero ni mucho menos es lo habitual, y la mayoría son poco más que mileuristas). En horarios, vacaciones y días libres están muy bien servidos, de momento, pero digamos que la parte lucrativa es muy limitada. Su estabilidad laboral lleva ligada esa estabilidad remunerativa y sus ingresos están totalmente controlados, además de tener que pedir la compatibilidad de su empleo con cualquier otro que quieran desempeñar para obtener algún ingreso extra, así que son unos pringaos en épocas de vacas gordas y de enriquecimientos, y unos privilegiados cuando las vacas son flacas. Entonces son chivos, o turcos, pero su único delito es haber analizado los pros y los contras de ser funcionario, y haber decidido serlo a pesar de todo. Sin duda, hay otros culpables que se merecen más nuestra hostilidad.

sábado, 22 de mayo de 2010

Contagios peligrosos

Una de las principales lacras que han masacrado a la raza humana a lo largo de la historia han sido los contagios de enfermedades transmisibles. Peste, viruela, difteria, gripe o tuberculosis han provocado grandes epidemias con numerosas muertes en el transcurso de los siglos. Ahora, en pleno siglo XXI, con todos los avances científicos y técnicos, aunque ya se han conseguido erradicar muchas de esas enfermedades, el contagio de otras continúa causando auténticas pandemias de muerte en el mundo, a pesar de que nuestra cómoda situación dentro de los países desarrollados parezca ocultárnoslo. Por poner algunos ejemplos, de los casi nueve millones de niños menores de cinco años que mueren anualmente en el planeta, más de las dos terceras partes lo hacen a causa de enfermedades infecciosas, especialmente neumonía, diarrea y malaria, y en países africanos y del sudeste asiático.

Los niños están más indefensos ante este tipo de enfermedades, y aunque las muertes provocadas por ellas disminuyen, aún continúan siendo muy preocupantes. Como también lo son otras pandemias muy contagiosas y peligrosas, y que afectan tanto a niños como a mayores. Alrededor de cuarenta millones de personas en el planeta tienen el virus del SIDA y en los próximos años podrían infectarse otros cuarenta millones más en los países más pobres, si no se extreman las medidas para evitar su contagio. En 2003, tres millones de personas murieron a causa del SIDA, y en los 20 años anteriores ya habían fallecido 28 millones más por la misma causa. Entretanto, el Papa continúa condenando el uso del preservativo.

Otra de esas letales enfermedades contagiosas invisibles en occidente es el paludismo. Según datos de la OMS, cerca de la mitad de la población del mundo corre el riesgo de contagiarse por esa enfermedad que en 2008 produjo 243 millones de contagios y cerca de 900.000 muertos, de los cuales el 90 por ciento se produjo en África.

La lista de enfermedades contagiosas y peligrosas podría continuar, pero con las dos más significativas ya queda patente la gravedad del asunto, aunque nosotros nos sintamos ajenos a todo ello en nuestros pedestales de protección occidental. Sí, nos sentimos más o menos seguros ante esas amenazas invisibles para nuestra salud física, y nos protegemos de ellas porque tenemos los medios para hacerlo, así que no nos preocupan demasiado y tal vez por eso pretendamos ignorar que a una gran parte de nuestra raza planetaria si que lo hace, y con luctuosos resultados y ante una escasa ayuda occidental que raya la pasividad.

Eso son vanas preocupaciones para lo que realmente parece interesarnos. Curados de contagios peligrosos físicos, lo que parece amenazarnos son otro tipo de peligrosas actitudes que en ocasiones rayan la enfermedad, y que si no se atajan a tiempo y se aíslan y evitan, pueden llegar a ser contagiosas.

Recientemente la OCU (organización de Consumidores y Usuarios) ha hecho público un estudio sobre el servicio de taxi en trece ciudades españolas. Los taxistas no han salido muy bien parados.

Casi la mitad de los trayectos realizados en el estudio presentan irregularidades que afectan a un cobro abusivo. Los taxistas han puesto el grito en el cielo y han amenazado con medidas legales contra la OCU. Los medios de difusión que emitieron la noticia recogieron el malestar de quienes ejercen esa profesión. Algunos afirmaban, indignados, que esas acusaciones eran mentira. Otros, más comedidos, y con toda la razón del mundo, decían que no era lo normal y que en todas las profesiones y aspectos de la vida, había personas deshonestas. Con ambas opiniones, algunos de esos medios que difundieron la noticia realizaron su propio estudio y comprobaron que en cerca del 20 por ciento de los viajes se cometieron irregularidades.

No es la primera vez que estudios de este tipo han dejado en evidencia la tendencia a cobrar en exceso que parece fluir en los taxis. También es cierto que en todos los aspectos y profesiones de la vida hay quien se lucra obteniendo dinero fácil, pero de dudosa procedencia, pero hay que reconocer que la profesión de taxista lo facilita por lo complicado que resulta delimitar el coste exacto de cada servicio y la influencia del propio taxista en él.

Desconozco el volumen de negocio que puede mover un taxi en España, pero supongo que no es pequeño por el precio que suelen costar los traspasos de las licencias, a pesar de todos los impuestos que tienen que pagar. Sin pretender compararlo con este país, creo que puede dar una idea de la cierta facilidad con que se gana dinero en un taxi lo que sucede en Lima. En la capital peruana ese negocio aún no está regulado y ni siquiera existen taxímetros. Si deseas tomar un taxi (en esa metrópoli de diez millones de habitantes, sin trenes, ni metros, ni casi autobuses, casi cualquier coche puede ser un taxi), lo llamas y negocias el precio hasta el destino. Si llegas a un acuerdo lo coges y te vas. De lo contrario, no te preocupes ya que mientras negociabas, otros dos taxis se han detenido por si no llegabas a un acuerdo, y esperando su oportunidad. Obtener dinero así es tan sencillo que mucha gente se dedica a ello, incluso por horas o con coches alquilados, y es tan habitual que lo llaman "taxear". En cualquier caso, si tantas personas lo hacen, parece que es porque puede ser un buen negocio.

En realidad esa tendencia a los excesos lucrativos es directamente proporcional a la capacidad de control sobre el dinero que proporciona la actividad. De eso saben bastante nuestros políticos, que es otra de esas profesiones que tiende demasiado a hacerse con dinero fácil pero dudoso. Sólo hay que repasar las hemerotecas: trama Gürtel, caso Matas, y tantos otros que lo demuestran.

En esta profesión, como en la de los taxistas y otras tantas, lo más importante no es clamar al cielo y quejarse, ni escudarse en que sucede en otros aspectos y profesiones de la vida, como justificándolo. Lo más importante es poner coto a esa peligrosa y contagiosa actividad denunciando a quien la practica e impidiendo que ni tan siquiera puedan estar presentes en la profesión. Se trata de evitar que las piezas podridas contagien a las demás, y para ello es necesario erradicarlas de cuajo, sino los contagios proliferan y los pagamos todos. Lo demás son sólo palabras.

viernes, 14 de mayo de 2010

Crisis, what crisis?

Cuando los legendarios Supertramp editaron en 1975 su cuarto album con el título genérico de Crisis, what crisis?, la situación económica mundial era tan desoladora como la actual, aunque parece que nuestra endeble memoria no lo quiera recordar. Lo que cabe preguntarse es lo mismo que hicieron los miembros del grupo británico sobre la situación que nos afecta, Crisis, ¿qué crisis?.

En la vertiente económica, las teorías marxistas (no como ideología, sino como instrumento de análisis económico) sobre la crisis defienden que las recesiones en el sistema capitalista son inherentes al propio sistema, y como tales inevitables y cíclicas, repitiéndose cada ocho o diez años. Los contenidos de la conferencia “La teoría marxista de la crisis y la actual depresión económica” indican que los detonadores clásicos de las recesiones son: superproducción en los sectores clave de la expansión precedente (automóvil, construcción inmobiliaria, acero, petroquímica, etc.), baja de la tasa media de ganancia, agravación de las tendencias especulativas e inflacionistas, obligación para la burguesía de iniciar una política deflacionista, desocupación en rápido ascenso,…

Muchos de estos indicios son aplicables actualmente, junto a la hecatombe financiera propiciada por la especulativa banca de inversión norteamericana, pero también lo eran en las anteriores crisis. Concretamente la conferencia data de 1983 y hace referencia a las recesiones económicas de 1974-75, 1980-82. Así pues, la mayoría de los motivos de la actual crisis económica no deben sorprendernos porque ya nos son conocidos, además de cíclicos. El nacimiento de una banca voraz, no dirigida al negocio tradicional sino a la intermediación, a la inversión y al beneficio a corto plazo y no controlada por organismos gubernamentales es un nuevo invento norteamericano que ha incrementado las causas de la crisis económica y agudizado sus consecuencias.

Si la actual crisis no difiere demasiado de las anteriores, ¿Qué otras situaciones o aspectos diferenciados le confieren esa espectacularidad apocalíptica que parece difundirse con los acontecimientos?

La catástrofe financiera provocada por esa especulación salvaje de la creciente banca de inversión norteamericana es innegable. Los estados han tenido que inyectar liquidez a una banca que zozobraba seducida por los fondos basura potenciados, para un raudo enriquecimiento, por los gurús económicos del país capitalista por excelencia. Esparcieron su basura por todo el planeta y al amparo de la obtención de dinero fácil y rápido que propugnan las nuevas tendencias capitalistas. Eso si, a pesar de toda la catástrofe provocada, demasiada gente se enriqueció con esas triquiñuelas y, aunque hay culpables, el dinero se volatilizó. Los estados ayudaron a reponer, con el dinero de todos, lo que unos pocos, adorados por el sistema hasta hace poco, se llevaron.

En España, en el aspecto bancario, la crisis parece algo diferente. Los dos principales bancos, Santander y BBVA obtuvieron en 2009, 8,9 y 5,2 millones de euros de beneficios respectivamente, y en el primer trimestre de este año el primero mejoró un cinco por ciento con respecto al año pasado mientras que el segundo igualó sus resultados. Aquí parece que no hay crisis, porque siguen ganando mucho dinero, igual que algunas multinacionales como Telefónica, Repsol, Endesa,… Se podría hablar de crisis en las cajas de ahorro que, mangoneadas por los políticos en sus consejos de administración, ven como sus beneficios disminuyen e incluso entran en notables pérdidas, hasta llegar al extremo de tener que ser intervenidas por su ruinosa situación, como fue el caso de Caja Castilla La Mancha, al frente de la cual estuvo diez años el socialista Juan Pedro Hernández Moltó.

Así pues, parece que en este país, y en otros muchos e incluso en la totalidad globalizada del sistema, además de la crisis tradicional definida perfectamente en sus causas por el análisis marxista, conviven otras muchas, que al fin y al cabo la agravan. Es el momento de retomar la pregunta de Supertram, Crisis, ¿Qué crísis?.

¿Crisis de un sistema que nos invita al enriquecimiento rápido y a la especulación y el consumismo como única manera de triunfar en la vida y de realizarse?

¿Crisis de la espiritualidad y adoración del materialismo, reflejados incluso en la religión occidental dominante que durante siglos se ha envuelto de materialismo y lujo, y cultivado una hipocresía que oculta hasta la pederastia de sus miembros?

¿Crisis de unos mandatarios y de unos endiosados gurús económicos que especulan, ocultan la realidad y disfrazan cifras hasta que quiebra por completo aquello que dirigen?

Tal vez las crisis inherentes al capitalismo se han visto incrementadas por esas crisis individuales y sociales que nos convierten en nuevos esclavos y nos invitan a vivir muy por encima de nuestras posibilidades, para crear la madre de todas las crisis, la que marque el principio del necesario fin del actual sistema económico, social y político, todos ellos insostenibles.

Y precisamente en este último punto, el político, es donde más oscuro se ve todo en España y menos esperanzadora es la situación. Los políticos son quienes dirigen los países y, por ende, pueden avocarnos a salir o a profundizar la crisis, pero los políticos españoles, muchos de los cuales ya estaban en otras épocas y crisis, parece que ya tienen bastante con las suyas propias. La oposición, la crisis de encubrir las preocupantes corruptelas de sus miembros y de llegar al poder a cualquier precio y sin tener en cuenta para nada el interés general.

La crisis que envuelve al gobierno es más preocupante aún, ya que están en el poder y sus decisiones nos afectan de lleno,

y lo que están demostrando con ellas es una total negligencia e ineptitud a la hora de gobernar ya que, además de castigar a los colectivos que menos han provocado la situación y menos se han visto favorecidos con la especulación que los provocó, pensionistas y funcionarios (a quienes Mariano Rajoy, a pesar de defenderlos ahora, ya castigó en su día), se dedican a incumplir los acuerdos que ya han firmado, e incluso la legislación que han aprobado, eso sí, sólo las que suponen mejoras sociales que con tanto bombo vendieron, y que, obviamente, has sido muy aplaudidas tanto por los empresarios como por los banqueros, que en ambos casos tienen bastante más culpa de lo que sucede que a quienes ahora se masacra con las nuevas medidas.

En definitiva, prácticamente el único resto intacto de la tan cacareada política social de los gobiernos de Zapatero es la supresión del Impuesto de Patrimonio, lástima que sólo afecte a un millón de contribuyentes, todos ellos de clase media o alta.

Esta desastrosa realidad nos lleva nuevamente a nuestra crisis como miembros de esta sociedad, ya que no debemos olvidar la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en todo lo que está sucediendo con nuestras actitudes y elecciones en todo lo que se refiere a la vida, y como no, también en los comicios electorales. Una vez más, tú eliges.