Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

lunes, 28 de mayo de 2012

La Mentira Global

Del mismo modo que nuestros políticos, economistas, financieros, y gurus de las tendencias de cualquier tipo, nos advierten, justifican, hipnotizan, distraen o manipulan con problemas y soluciones globales, para saquear globalmente el planeta en beneficio de unos poco; ninguno de ellos hace la más mínima referencia a la gran mentira global en la que se sustenta la religión capitalista de este siglo XXI, la más practicada en la sociedad consumista y que se impone por doquier ya que al dedicarse exclusivamente al mundo material no entra en controversia con las religiones espirituales, más bien al contrario, se alía con ellas, como históricamente han hecho todos los poderes, para repartirse los placeres y riquezas terrenales. El sistema ha vendido sus bondades a través de la imagen y se ha legitimado con instrumentos a los que ha desvirtuado completamente desde su esencia inicial. Como casi todos lo afirman, aceptemos que el sistema es global y veamos su evolución en uno de los países afectados por el mismo para comprobar como se ha instaurado, instaura o instaurará en su imparable proceso de contagio globalizado, si el pueblo soberano no lo pone remedio. España, como toda democracia que se precie por ello incluye y define en el preámbulo y artículo primero de su democrática constitución de 1978 su nítida declaración de intenciones: La soberanía reside en el pueblo, y “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”. Así, con todas las letras y tal y como lo lees. También se proclama que la forma política del país en la monarquía parlamentaria, un costoso sistema de apariencia democrática que esconde aberraciones tales como familiares o amiguetes aprovechados, cacerías injustificables y otras inconfesables tradiciones de rancio abolengo o novedades de costosa y exclusiva apropiación. Los políticos que dicen representarnos depositan la soberanía del pueblo en un voto que se emite cada cuatro años, o el tiempo que corresponda, para elegir a unos candidatos que ejecutan el mandato recibido por sus votantes no como el cumplimiento de sus propuestas prometidas, si no como la fuerza que les trasfiere esa soberanía popular para hacer lo que les viene en gana y sin necesidad de explicaciones de ningún tipo. Esa es la potestad de la soberanía de un pueblo, que además, si no vas a votar, no puede quejarse, dicen, y de ese modo eliminan a todos aquellos que no comulgan con su sistema, con su mentira y fraudes globales, que, tengámoslo claro, pagamos todos se disfrace bajo la apariencia de una monarquía parlamentaria, de una república bananera, o del idolatrado ejemplo a seguir, ya que se financia con los impuestos de los ciudadanos, y de ellos se nutre el Estado social y democrático de Derecho. Ahora bien, tal vez debiéramos repasar lo que significan esas rimbombantes palabras que llenan las bocas de los que defienden la bondad del sistema. Un estado social es aquel que trata de fortalecer servicios y garantizar derechos esenciales para los ciudadanos, entre ellos la sanidad, la educación, la vivienda y el trabajo dignos, además de la defensa al medio ambiente y la asistencia a nuestros adultos y discapacitados. De un modo u otro nuestra elogiada constitución recoge todo eso en su articulado y bajo excelsas palabras, para asegurar que nuestro Estado es social. Democrático simplemente remarca esa falsa historia de la soberanía del pueblo y el voto, ya que en esa falacia de una persona un voto radica toda la falsedad del sistema, puesto que en eso es en lo único que somos iguales. Y eso es básicamente así porque actualmente, si no a lo largo de toda la historia, hay un claro incumplimiento en la mayoría de los países del cumplimiento de los requisitos que permiten catalogar a un estado como de Derecho, aunque tal vez no de un modo tan flagrante y descarado como en España. Un estado de Derecho se caracteriza por la consagración constitucional de los derechos fundamentales, todo eso tan bonito del derecho a la vida, la igualdad ante la ley y demás milongas adulteradas por el sistema, ya que la correcta ejecución de las prerrogativas que garantizan el funcionamiento de esos derechos es el equilibrio y el control mutuo de los poderes que componen el estado para evitar que se produzcan abusos por parte de alguno de ellos, es decir, la separación de poderes. Los grandes pensadores históricos como Rousseau o Montesquieu perfeccionaron durante la Ilustración algunas ideas aristotélicas sobre la Política. Las teorías postulan que cada uno de los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial deben ser independientes para controlarse unos a otros, y todos ellos someterse a la ley de leyes, a la idolatrada Constitución. Veamos como funciona eso a efectos prácticos. El poder legislativo son las cámaras compuestas por los políticos que debaten y aprueban las leyes (todas aquellas cámaras de las diferentes instituciones: congreso, senado, comunidades autónomas, diputaciones, ayuntamientos, … todo el entramado de poltronas políticas creadas al efecto para que la nueva clase emergente, la casta política, se habitúe a la buena vida y el despilfarro. Quizás en la cumbre de esta pirámide de costosas e inútiles instituciones se encuentre el Parlamento Europeo). El poder ejecutivo será el encargado de “ejecutar” esas leyes y disposiciones legales legisladas por el poder legislativo. Para redondear la perfección del sistema el poder judicial, velará por el cumplimiento de la ley, todo ello bajo la estricta legalidad marcada por la constitución. La independencia de este tercer poder es cacareada con vehemencia e indignación por los propios miembros de sus cúpulas, e incluso por nuestros representantes políticos, si la sentencia dictada les es favorable. La bella teoría es así, pero la cruel práctica impone aceptar la realidad de la mentira global que sustenta este gigantesco fraude. Veamos la actual situación en España. El poder legislativo, respaldado por una aplastante mayoría absoluta del PP que, como todos los anteriores partidos, ganó las elecciones con mentiras, pero que en esta ocasión han sido más y de más rápido descubrimiento, legisla aquello que le ordena el ejecutivo, bueno, lo que le queda grande y necesita el visto bueno parlamentario, porque el resto ya se encarga de imponerlo a golpe de real decreto. El poder ejecutivo, el gobierno, recoge las directrices emanadas de los poderes europeos, o de eso que llaman los mercados, y legisla y ejecuta en base a ello, y no a sus programas y promesas electorales, engañando con ello descaradamente a sus electores con resultados como abaratar el despido, reducir los salarios, incrementar las tarifas básicas,…y recortar el presupuesto en dos servicios esenciales como son Sanidad y Educación en más de 10.000 millones de euros. Lo más sorprendente es que unos pocos días después de tamaño atentado contra el pueblo español, el mismo ejecutivo ejecutor del resto de barbaridades, respaldado por el mismo legislativo, ambos arduos defensores de la constitución que ampara sus lucrativas y jugosas poltronas, deciden regalar una cifra cercana al doble de lo recortado en Sanidad y Educación a Bankia, ruinoso engendro creado a bombo y platillo por su amigo Rodrigo Rato, y saqueado por él y por el resto de garrapatas políticas, sindicales y empresariales presentes y pretéritas adheridas a tantos consejos de administración de cajas y otras entidades a las que acaban por absorber hasta la última gota de sangre, como todo aquello a lo que se aferran. Por cierto, su sustituto, José Ignacio Goirigolzarri, quien asegura que no está ahí para enjuiciar a sus predecesores ni depurar responsabilidades, es poco probable que haya abandonado su dorada jubilación de hace apenas tres años del BBVA por un montante de cincuenta y tantos millones de euros, con la intención de hacer el actual trabajo gratis, así que con seguridad se llevará a sus arcas una parte importante de la dádiva estatal. Todas estas actuaciones se alejan mucho de las consagraciones constitucionales citadas anteriormente, porque la magna carta defiende, entre otras muchas cosas, sanidad, educación, trabajo y vivienda dignos para todos los españoles, no recortes en las mismas prestaciones y servicios, para acto seguido socializar las pérdidas de entidades financieras que hasta hace nada privatizaron enormes ganancias para los bolsillos de unos pocos aún a costa de pésimas gestiones. Estos actos que parecen premiar, financiar y financiar la especulación y a los especuladores en nuestro país mientras se penalizan labores de investigación y desarrollo que acaban provocando la huída de nuestro mejor y más preparado capital, el humano, son de dudosa cabida en una Constitución, cuya única modificación en su más de 30 años de existencia, con excepción de la sucesión a la corona, se realizó el pasado 2011 para limitar el gasto presupuestario y ceder el control del mismo a la Unión Europea, no son excesivamente vigilados por el tercer poder en discordia, el poder judicial, que según la teoría debería sancionar las ilegalidades del resto de poderes, porque deben estar ocupados en otras cosas. El máximo responsable de la justicia española, temas constitucionales a parte, el presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, Carlos Dívar, ejemplar malagueño, religioso, de derechas y del Opus Dei para más señas, y que fue consensuado por los dos partidos mayoritarios y más tarde fue elegido por unanimidad por sus compañeros para ambos ocupar ambos cargos en septiembre de 2008, anda muy ocupado viajando. Concretamente la máxima autoridad del órgano que apartó a Baltasar Garzón de la judicatura y de la investigación de los crímenes del franquismo, durante los últimos tres años ha viajado una veintena de fines de semana a Marbella, con ciertos lujos, por supuesto, acordes al cargo, y un montante de unos trece mil euros que ha sufragado el órgano público, aunque sin justificación oficial. Por supuesto Dívar no va a dimitir ni dará explicaciones al respecto. En el mutuo control de los tres poderes, el legislativo dominado por el PP no pedirá explicaciones a Dívar por su actuación (a no ser que el lo pida por iniciativa propia), ni, dicho sea de paso, a Rato por la suya. Por su parte, las cúpulas de órganos judiciales, politizadas hasta la saciedad hacen la vista gorda ante las corruptelas de los políticos y así un caso como el de los trajes de Camps decidió que había pagado por unos trajes que quedó bien patente que él jamás había pagado, además de desvelar los lujosos gustos por los que se mueven los caprichos y regalos de las altas castas políticas; al menos de las valencianas. En resumen unos miran hacia otro lado ante las corruptelas de los otros haciendo inútil el control entre los diferentes poderes porque, en sus cúpulas, todos ellos están sometidos a las corruptelas del dinero, que es el dios al que sirven y el que sustenta la mentira global con toda clase de artimañas para continuar perpetuando los lujos, derroches y ostentaciones de unos pocos a costa de arrebatárselo a la mayoría. El neoliberalismo ha reinventado el estado, al que ha desposeído de toda potestad de regulación de las actividades comerciales concediendo libertad absoluta a los mercados, y ha sometido a los otros tres poderes al único poder dominante, el capital. Aunque, viendo las celebraciones colectivas por los triunfos de los clubs deportivos, o las multitudinarias desesperaciones por sus derrotas, especialmente referidos a eventos futbolísticos, no sé si estas preocupaciones mías carecen de importancia. Esperanza Fuencisla Aguirre y Gil de Biedma, condesa, marquesa y grande de España, conocida demócrata que inició su escalada política desde la extinta Coalición Popular como concejala del Ayuntamiento de Madrid, y que desde ahí trepó a diferentes cargos, hasta la actual presidencia de la Comunidad de Madrid, cargo que ocupa desde 2003, también andaba preocupada por realidades más trascendentes que las citadas y muy coincidentes con la del millar de simpatizantes de la falange que fueron autorizados a manifestarse coincidiendo con la final de la copa del rey 2012 cuando afirmaba que si durante un partido de fútbol se cometía algún delito contra alguno de los símbolos del país, entre ellos pitar al himno nacional, se debía suspender el encuentro y jugarse a puerta cerrada. La demócrata actitud de la “lideresa” del PP, atributo con el que le gusta ser identificada, ha sido criticada por muchos de sus colegas políticos de diferentes ideologías, pero de todos los que lo han hecho, ella es la que tiene más poder, con el respaldo de la mayoría absoluta de los madrileños. Todo ello forma parte de las declaraciones, tensiones, distracciones e imagen con las que la mentira global manipula y esclaviza nuestros destinos. Mientras tanto van llenando sus bolsillos y los de sus jefes, amigos y aprovechados con nuestros impuestos, esos que cada vez también transforman en más injustos al incrementar los indirectos, como el IVA, en los que pagamos todos igual mientras que van eliminando los que penalizan a las rentas más altas, como el del patrimonio, el de sucesiones o la reciente amnistía fiscal para los grandes capitales evadidos del país, que podrán lavar su oscura procedencia al módico saldo del 10 por ciento. Confiemos en que nuestros progresistas políticos no restauren la pena de muerte o el derecho de pernada para satisfacer sus bajos instintos y los de los mercados que les gobiernan para redondear este gigantesco fraude global.

6 comentarios:

  1. Tremendo, realista, acojonante reflexión sobre la cacareada democracia, la gran mentira... la democracion, en su definición original nunca se ha llevado a la práctica, ni se llevará. La realidad es que vivimos en una oligarquía, la de la banca, las multinacionales, los grandes emporios... y sus perros de presa, los políticos. ¿Quién es capaz todavía de votarles para seguir manteniendo esta farsa? Conmigo que no cuenten, me gustaría poder destruir todo este sistema, la cuestión es... ¿cómo? Genial, como siempre, Javier. Petonets.

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  2. Supongo que los vasallos y esclavos en la edad media o los mendigos y harapientos franceses de la pre-revolución, como tantos trabajadores explotados de la revolución industrial tampoco veían el modo de cambiar aquello, pero sucedió. Yo creo que el principal problema es que la carísima comodidad a la que nos tienen atados nos esclaviza.

    Gracias por tu lectura y tus comentarios

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  3. A mi me gustaría que me explicase Don Mariano Rajoy, porque se le va a inyectar dinero a Bankia y no a otra empresa cualquiera, porque para mí, eso es Bankia, si tu tienes un negocio y te va mal, nadie tiene consideración contigo y encima, como eres autónomo, ni siquiera tienes paro, y estos banqueros sinverguenzas, encima se llevan una porrada de dinero cuando dejan el cargo, yo pienso que hay mucho cacao detrás de ésto, y que todavía no sabemos, y ahora a esperar el resultado de la auditoría que seguro que todavía es más catastrófica si cabe, en resumidas cuentas que si quiebra Bankia a mí plin, si tienen que ayudar a alguien, que sea a las empresas pequeñas que las están pasando putas.Gracias por tu artículo querido Javi.

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  4. Los banqueros, como los empresarios, y todos, han hecho lo que les ha dado la gana a los políticos, por que son los que legislan. Ellos son quienes han permitido, y más tarde provocado, la situación. No te preocupes Merche, saldremos adelante, como siempre hemos hecho, a pesar de las ratas y explotadores que rigen los países

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  5. sería 'mú gonito' que la partitocracia descubriera el modo de satisfacer sus necesidades sin alimentar sus perversos instintos, pero la historia y curriculum de esta piara de 'cratas', sugiere que no es muy prudente confiar en ello...

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