Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

jueves, 7 de julio de 2011

Nuevas denominaciones, viejas pretensiones.

Bankia, uno de los conglomerados de cajas de ahorro resultado de las exigencias políticas y monetarias de realizar fusiones y privatizaciones para sanear sus cuentas, ha tratado de potenciar la venta de sus acciones invitando a los posibles compradores a hacerse “bankeros”. La similitud fonética de esta nueva denominación con la tradicional de banquero, parece querer decir que si compras acciones participarás de los beneficios como ellos.


En realidad esa es la máxima de las nuevas políticas liberales para lograr el respaldo que le permite imponerse: créete que puedes ser como nosotros para entrar en un juego al que legitimas con tu participación.
Mientras Bankia, con Caja Madrid y Bancaja al frente, promete convertir en bankeros a sus accionistas, los presidentes de estas dos entidades, Rodrigo Rato y Juan José Olivas, (presidente y vicepresidente del nuevo engendro) se embolsarán, junto al consejero delegado, Francisco Verdú, hasta 10,15 millones de euros al año. Bueno, eso sólo si las cosas van muy bien, porque 6 millones los cobrarían por objetivos cumplidos. Si las cosas van muy mal, los tres banqueros únicamente cobrarán la irrisoria cantidad de 4,08 millones de euros. Lo malo del caso en que si eso sucediera, los nuevos “bankeros” podrían perder todo lo que hubieran invertido.
Por más que intenten inventar nuevas denominaciones, las pretensiones son muy viejas, tanto que son las mismas de siempre: enriquecerse unos pocos a costa de todos los demás.
Por cierto, los clientes de esas entidades, antes un tanto altruistas y obligadas a destinar una parte de sus beneficios a obras sociales, tendrán que pagar nuevas comisiones si tienen menos de 2.000 euros en sus cuentas y no tienen un salario domiciliado.
La desregulación, nueva denominación enmascarada de una liberación brutal que pide la no intervención de los estados en los negocios privados, pretende entregar las riendas del planeta a los escasos privilegiados que atesoran el capital y esclavizado al resto de la humanidad.
Las nuevas denominaciones alcanzan a muchos ámbitos, como Ingeniería en Finanzas, o Agencias de Calificación. Lo primero no dejó de ser un intento de sofisticar el origen de los perniciosos productos financieros que hundieron la banca internacional mientras unos pocos se enriquecían en un gigantesco timo piramidal, y las segundas fueron un invento de esos mismos bancos especuladores y generadores de los productos basura para que, pagándolas sustanciosas cantidades, vendieran las bondades de sus productos.
De hecho, esas mismas Agencias Calificadoras que ahora advierten de la situación de riesgo de algunos países europeos, mantuvieron excelentes expectativas para los bancos norteamericanos que les pagaron hasta el momento en el que quebraron.
Por el camino, muchos ciudadanos perdieron sus trabajos, sus viviendas, sus derechos a la salud y a la educación y hasta sus ilusiones, todo por las viejas pretensiones de que unos pocos se enriquezcan.
Con el beneplácito legislativo de nuestros políticos, todo se privatiza. Los Estados venden sus bancos, empresas e infraestructuras para obtener ingresos y dejan de regular los negocios privados, con la insidiosa justificación de favorecer la eficiencia de los mercados y, como consecuencia de ello, a los consumidores, que, por desgracia, somos todos.
Sin otras fuentes importantes de ingresos, ya que todo se ha privatizado, los Estados tienen que pedir dinero prestado al mismo capital privado que paga a las Agencias Calificadoras que, evidentemente van a tratar de lograr el tipo de interés más beneficioso para aquel quien les paga.
Los políticos, como demuestran los ingresos y cargos en multinacionales y organismos que ocupan tras abandonar el poder, no han dudado en malvender sus países para incluirse entre los privilegiados de las viejas pretensiones, junto a banqueros, financieros y especuladores. Para redondear eliminan el impuesto sobre el patrimonio y reducen impuestos directos y aumentan indirectos, lo que favorece a los más ricos, además de pretender eliminar los impuestos de sucesiones. Saben que dejarán grandes fortunas a sus herederos. La situación generalizada lo que hace es privatizar las ganancias y socializar las pérdidas.
Y a pesar de todo, seguimos haciendo caso a lo que dicen todos ellos.

(La crisis financiera y los compadreos entre banca y política norteamericana se explican en el documental "Inside Job": http://vimeo.com/50002273#  , pero hay una banca diferente: http://www.youtube.com/watch?v=4S4uEkpFvsQ )



martes, 21 de junio de 2011

Mutación de estados

Los participantes en las movilizaciones iniciadas el pasado 15 de mayo en diferentes lugares de España se han aglutinado bajo la denominación de indignados, porque este es el estado que les provoca la situación del país. Están indignados con la realidad social, económica y política de este país, y contra ella se rebelan y manifiestan.
El pasado domingo más de 60 ciudades españolas fueron el escenario de otras tantas manifestaciones que recogían el malestar de los indignados. Las marchas se desarrollaron pacíficamente y con un estricto control interno, con el fin de evitar actos de violencia como los que se produjeron cuando el movimiento reivindicativo trató de impedir que los parlamentarios catalanes accedieran al Parlament a la sesión donde se aprobaban unos restrictivos presupuestos en gastos sociales. Aquella violencia verbal y física transmutó a algunos de los indignados en indignantes, mientras que muchos de los indignantes políticos se transformaron en políticos indignados.
Ciertamente el uso de la violencia es indignante y, si la provocaron los propios indignados su actitud es deplorable y sus peticiones pierden legitimidad, que es precisamente lo que desean los indignados políticos. Por eso no es demasiado descabellada la conspiranoica idea de que los promotores de la violencia fueran infiltrados entre el grupo para desprestigiarlo. De hecho los políticos son auténticos especialistas en descalificar a sus contrincantes, utilizan todos los medios a su alcance para hacerlo y, últimamente parece que es lo único que son capaces de hacer: acusarse unos a otros mientras el país hace aguas.
Ahora toda la casta política se siente amenazada, así que hace corporativismo y lucha sin escrúpulos contra aquellos que piden una Democracia Real, ya. Ellos también necesitan sentirse indignados y comprendidos, y que mejor modo de hacerlo que deslegitimando a quien se enfrenta al sistema que les ampara acusándoles de ser violentos.
Los hechos sucedidos en Barcelona provocaron las indignadas declaraciones de muchos políticos. Una de las más significativos, por su vehemencia, fue la de Ana Botella.. La indignante Botella ejerció de indignada y acusó de indignante la violencia utilizada por los presuntos indignados. Ella, como muchos políticos, se olvido de cuanto indigna su persona cuando, por ejemplo, utiliza el coche oficial para ir a la peluquería, o cuando sus medidas para reducir la contaminación en Madrid consisten en cambiar las estaciones de medición a zonas de la ciudad menos contaminadas.
Tal vez no sea indignante que los indignados políticos se blinden con privilegios y recorten gastos sociales mientras hacen el caldo gordo a los bancos y a los grandes empresarios para que se enriquezcan aún más. La tendencia de recortar gastos en sanidad y educación y potenciar su progresiva privatización acabará provocando que sólo tengan acceso a esos servicios quienes puedan pagárselos.
Siempre ha sido un objetivo de los gobernantes despóticos mantener a sus súbditos en la ignorancia con el fin de anular las actitudes críticas para perpetuarse en el poder. Quizás todo eso no sea indignante, sino que de lo que se trata es de que los políticos que defienden esas actuaciones marcadas por los mercados y defendidas por la Unión Europea, son indignos de los cargos que ocupan, ya que su deber es velar por el interés general…y a pesar de todo, salen elegidos.
Esa es la magia de una degenerada democracia en la que mandan los partidos, y el capital que les secunda para utilizarles como lacayos de sus intereses.
Se puede comprender a los indignados, a través de las causas que provoca su indignación, incluso se pueden justificar actuaciones puntualmente indignantes (jamás la violencia), pero lo que es inaceptable es ser indigno en un cargo político porque nadie les obliga a ocuparlos.
Ojalá la unanimidad de hoy del Congreso para estudiar las propuestas del movimiento 15M, y profundizar en la transparencia y el control de las instituciones, sea un paso para dignificar el estado de una decrépita clase política.

lunes, 30 de mayo de 2011

Modos de compartir

Un joven amigo, entusiasta de los perros y su adiestramiento, me cuidó la mascota durante unos meses. Él tiene cuatro, y me comentaba que, algunos periodos, cuando distribuía su comida trataba de disciplinarlas, de tal modo que si no obedecían no tenían acceso a los respectivos recipientes de comida. Normalmente todos cumplían las órdenes, pero en una ocasión uno de sus perros se quedó sin comer. Entonces su narración me conmovió. Resulta que mi mascota, una cachorro cocker negro de dos años (quienes hallan convivido con uno quizás me puedan entender mejor, aunque no del todo), el único animal que conozco que, junto al Gollum de “El señor de los anillos”, puede aproximarse a la raza humana en ser tan egoísta, posesivo, avaricioso y celoso, cogía los granos de su pienso en sus fauces y se los llevaba a la mascota castigada para que pudiera alimentarse..
Si hasta el cocker con el que convivo es capaz de compartir, no es demasiado comprensible que el ser humano, supuestamente la especie más inteligente del planeta, no es capaz de hacerlo, y eso a pesar de ser conocedor del placer que supone compartir, porque al fin y al cabo la felicidad de la vida se incrementa al compartir, tanto cosas materiales como situaciones, experiencias o sentimientos, con aquellos a quienes amas, aprecias o lo necesitan. Y lo que es aún peor, que en lugar de compartir se dedique a enriquecerse y atesorar dinero y propiedades, casi siempre a costa de las penurias de los demás, y siempre con ellas como consecuencia.
Recientemente una multinacional de las telecomunicaciones, que lleva mucho tiempo tratando, como todas las grandes empresas, de humanizar su imagen y vender sus benevolencias, tiene como eslogan para vender sus productos “Compartida, la vida es más”.
Completamente de acuerdo, sólo que ellos lo que pretenden es que compremos sus servicios para poder comunicarnos unos con los otros.
La Real Academia de la Lengua define compartir como: “Repartir, dividir, distribuir algo en partes”, o, en una segunda acepción, “Participar en algo”.
Así los usuarios pagan para participar en conversaciones o en intercambios de información, y hacen que su vida sea más “compartiendo” esas conversaciones. Mientras, los 1.900 directivos de la multinacional para hacer que su vida sea más, se quedarán con la primera acepción de compartir, y se repartirán, dividirán y distribuirán en partes, en los próximos cinco años, 450 millones de euros, más cincuenta en pluses de permanencia, todos ellos pagados por los usuarios.
Al fin y al cabo han debido hacerlo estupendamente cuando el año pasado obtuvieron más de 10.000 millones de euros de beneficios, un 30 por ciento más que el año anterior, por todo aquello que compartieron sus usuarios. Puesta a compartir, la misma amable compañía en esos mismos cinco años de repartir 500 millones de euros entre sus directivos repartirá 8400 cartas de despido entre sus empleados en España, lo que supone que el 25 por ciento de la plantilla hará de su vida más con la carta de despido resultante del reparto, cuyos costes quieren que además sean asumidos por el estado mediante expedientes de regulación de empleo (ERE).
Su argumento es que en España los ingresos de la multinacional en España bajaron el 6 por ciento en 2009 y el 5 por ciento en 2010. Quizás los sustanciosos beneficios del grupo provengan más de la monopolística y explotadora situación de la compañía en algunos países donde está implantada, que de las habilidades de sus directivos.
Para llegar hasta este punto, la empresa se fundó en 1924, durante la dictadura de Primo de Rivera, y en 1945 pasó a manos del estado franquista en sus ¾ partes. ¬¬La floreciente y exitosa compañía fue creciendo y repartiendo jugosos dividendos entre sus accionistas, entre ellos el mayoritario Estado, hasta que, cerca del fin de su última legislatura al frente del gobierno, en 1995, Felipe González, en sintonía con la tendencia marcada por la Unión Europea, decide promover el reparto de los pasteles más golosos del estado al capital privado y pone a la venta parte de su participación en ella, como ya había hecho en 1993 con Argentaria. Entonces Telefónica contaba con 76000 empleados, y seguramente menos directivos que ahora. Los gobiernos de José María Aznar se encargarían de rematar los golosos saldos para el enriquecimiento privado con argumentos de liberalización de mercados y beneficios para los usuarios. Precisamente es con la llegada de Aznar al poder cuando el actual presidente, Cesar Alierta, bregado en temas de bolsa, llega a Tabacalera y concluye su privatización total. Cuatro años después, en 2000, pasa a presidir Telefónica hasta borrar de ella incluso el nombre, ya que ahora se llama MoviStar. Por el camino se han quedado más de 50.000 empleos y jugosos beneficios para sus directivos y accionistas mayoritarios.
Eso si, el amable eslogan de la multinacional reza Compartida la vida es más. Alierta, puede ser un gran gestor para los intereses de sus accionistas,






Pero también es un negado comunicador para presidir hasta su comunidad de vecinos, que compartió con su cuenta bancaria desde 2,3 millones de euros en 2003 hasta 8,6 millones de euros en 2010 y que ha sido criticado por otros grandes directivos por la falta de escrúpulos en sus actuaciones para maximizar los beneficios.
Como siempre, todo es compartido. Tú compartes el pago, y ellos el reparto.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Lo más fácil

Ante la reciente, y tardía, materialización del malestar social con la clase política dominante en España en las concentraciones celebradas desde el pasado domingo en diferentes ciudades españolas denunciando los excesos de los políticos y la partitocracia y reclamando una “Democracia Real YA” , algunos de los aludidos, los menos, se han unido a la iniciativa, otros la ignoran cautelosamente y temerosamente mientras la tratan de reprimir, otros ven una conspiración judeo masónica, y algún otro, además, se ha defendido.
El más significativo defensor de su actitud, el líder del Partido Popular y futuro presidente del gobierno español si la santa providencia no lo remedia, Mariano Rajoy, afirmó en uno de los mítines a sus seguidores: “Lo fácil es descalificar la política y a los políticos, y ya se sabe que a veces hay gobiernos que no están a la altura de las circunstancias…” para después de despejar el balón al lado contrario, defender la honradez y entrega de muchos de los políticos que había conocido asegurando que en treinta años ha visto mucho esfuerzo y ganas de servir en todos los partidos. De hecho Rajoy, poco después en otra comparecencia ante sus seguidores, premiaba con su amistad y apoyo al imputado en el caso Gürtel y presidente valenciano, Francisco Camps, aunque la mayoría de sus conciudadanos también deben estar muy contentos con él, porque le van a respaldar con su voto.
Tiene razón Rajoy. Es fácil descalificar a los políticos. Corrupciones, desfalcos, tráfico de influencias y demás desmanes que cometen, incluidas sus privilegios y prebendas, son un fácil cultivo para la descalificación.
Pero Rajoy en su carrera ha hecho cosas mucho más fáciles que de las que acusa a los demás. Mirar para otro lado en los casos de corrupción o situaciones incómodas, evitar responder preguntas de periodistas, minimizar la catástrofe del Prestige hablando de hilillos de plastilina, inculpar en atentados a quien no correspondía,… Todo eso es más fácil aún que descalificar a los políticos, a pesar de que nos lo ponen a huevo.
Él es un auténtico experto en facilitar las descalificaciones hacia la clase política. Hasta en un programa televisivo preparado exclusivamente para su lucimiento ante el público facilita hasta extremos inusitados su propia descalificación.





Eso sí, nos demuestra que en este caso él no hace lo más fácil. Lo más fácil suele ser entender la propia letra recién escrita, o, si me apuras, recordar las inmediatas preguntas, además probablemente preparadas y conocidas previamente. Sería lícito descalificar a quien no pudiera realizar tareas tan fáciles y dudar de su capacidad de afrontar funciones, a priori, algo más difíciles, como por ejemplo dirigir un país.

martes, 17 de mayo de 2011

Únicamente

Y mientras, únicamente, el presidente del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn, es detenido en la butaca clase “business” del avión en el que pretendía viajar de Nueva York a Paris, acusado, únicamente, por agresiones sexuales a una empleada del lujoso hotel en el que se alojaba pagando 3000 dólares por noche; él propio imputado, y el resto de esos políticos, mandatarios, gobernantes, empresarios, gurús y banqueros, que piensan y viven como él, alojándose en lujosos hoteles, viajando en primera clase y enriqueciéndose el máximo posible, nos sodomizan un poquito a todos los ciudadanos de a pie aconsejando, imponiendo y exigiendo austeridad, recortes sociales y pérdidas de derechos.
Conspiración o realidad, al menos, únicamente, la empleada del hotel quizás se vea resarcida de alguna de las agresiones infringidas por uno de los impunes sodomizadores compulsivos que dirigen nuestros destinos y que abusan de nosotros continuamente con sus decisiones y actuaciones. Mientras no tengamos la difícil e improbable suerte de que todos ellos sean juzgados por los depravados, corruptos y lucrativos delitos que disfrazan, cometen y auspician para mantener los privilegios de unos pocos, tendremos que conformarnos con elegir en aquello que podemos. Evitemos que esos entes despreciables, únicamente movidos por ambición económica, adquieran ningún tipo de poder. Tú sabes discernir quienes son, así que, únicamente ni les votes, ni les compres sus productos, ni trabajes para ellos, ni les confíes tu dinero... Únicamente no les sigas ese gran juego de consumo y materialismo en el que nos tienen atrapados.

domingo, 1 de mayo de 2011

Apuntarse a lo inteligente

La Dirección General de Tráfico ha lanzado una campaña para concienciar a los automovilistas sobre la realización de una conducción eficiente para reducir el consumo de combustible y las emisiones contaminantes. Las sencillas recomendaciones, como arrancar sin acelerar, utilizar velocidades largas, incluso para detenerse, o evitar acelerones y frenazos pueden suponer un ahorro de combustible, y de las consiguientes emisiones contaminantes, de hasta un 15 por ciento.
La campaña, que incluye la edición de un video en youtube titulado “Me apunto a la conducción inteligente”, puede ser tan eficaz como otras iniciativas gubernamentales como la reducción de velocidad a 110 kilómetros por hora, pero con una diferencia fundamental: es educativa en lugar de obligatoria y coercitiva.
Sería deseable que nos apuntáramos a más decisiones inteligentes, empezando por los gobernantes. Pero a ellos, o a quienes aspiran a serlo, parece preocuparles sólo su propio bienestar, como demuestran sus continuas actuaciones recortando salarios, beneficios y prestaciones sociales para los menos favorecidos mientras sus privilegios y prebendas apenas disminuyen.
El próximo 22 de mayo se celebrarán comicios municipales y a algunas comunidades autónomas. Más de un centenar de los candidatos, la mayoría del PSOE y del PP, están imputados por causas judiciales relacionadas con la corrupción, prevaricación urbanística, cohecho y trafico de influencias, pero ninguno renuncia a optar a su poltrona, incluido Francisco Camps. En 1986 el presidente de la Junta de Castilla y León, Demetrio Madrid, imputado por una causa de justicia laboral en una empresa textil de su propiedad, tuvo que dimitir de su puesto hostigado por José María Aznar. Tres años después Madrid fue exculpado de cualquier cargo. Aznar aún no se ha disculpado por sus infundadas acusaciones, muy al contrario parece que defiende la corrupción en el partido que preside.
En plena crisis económica plagada de recortes sociales, los partidos políticos recibirán por cada concejal electo 277 euros y 0,55 euros por voto, un nueve por ciento más que en 2007, lo que arroja una cifra total próxima a los 30 millones de euros. Otros 20 millones de euros percibirán por los escaños de las diferentes Comunidades Autónomas cuya subvención oscila entre los 20.000 euros por escaño en Canarias y Madrid y los 10.000 de Cantabria y Castilla y León.
Con todo, nuestros impuestos aportarán más de 50 millones de euros a unos políticos que los dilapidarán en 15 días de campaña electoral y que parecen velar únicamente por sus intereses y por los de un voraz sistema económico y bancario cuyo principal objetivo es su constante e infinito enriquecimiento.
El 22 de mayo podemos apuntarnos a lo inteligente. Cada uno sabrá lo más próximo a ello dentro de un sistema político y electoral que necesita urgentes y profundas reformas inmediatamente.

martes, 5 de abril de 2011

Lecciones dolorosas

La vida del ser humano es una sucesión de experiencias y vivencias. Todas y cada una de ellas conforman la globalidad de la vida, y a su vez, todas y cada una de ellas son lecciones que nos sirven para aprender a vivir. Lo que cada uno aprende, y como aplicar y reaccionar a lo aprehendido, ya es algo que depende de muchas variables personales; pero lo que es indiscutible es que cada experiencia en la vida es una lección que vamos atesorando desde que nacemos.
Hay lecciones agradables, como degustar el manjar que más aprecias, o dolorosas, como caerte y hacerte daño con tus primeros pasos; y con todas ellas vas configurando tu vida. Evidentemente, cada ser humano vive, asimila e interioriza sus propias experiencias, aunque muchas de ellas puedan ser experiencias colectivas, y de cada una de ellas puede extraer tantas lecciones como considere oportunas.
Una reciente experiencia colectiva fue el terremoto sucedido en Japón el pasado 11 de marzo. Fue del tipo doloroso y, como todas las experiencias generadas por la naturaleza, universal en cuanto a la posibilidad de que ninguna zona del planeta esta libre de padecer desastres de ese calibre. Es como si el Universo, que con tanta frecuencia nos premia con experiencias agradables, nos quisiera aleccionar con dolorosas lecciones.
Japón está situado en una zona de alto riesgo sísmico y ha sufrido innumerables terremotos, pero este último, que alcanzó el 9 en una escala de 10 grados, y sus efectos con olas de hasta 10 metros, han desbordado al país mejor preparado del mundo para resistir sismos. De hecho lo ha demostrado: menos de 30.000 víctimas, entre muertos y desaparecidos, frente a las 300.000 que provocó en Haití un terremoto dos grados menor y sin tsunami posterior. Así que, en ese sentido, la lección de Haití fue más dolorosa que la de Japón, pero esta última puede que deje muchas enseñanzas más.
La primera, por si no estaba lo suficientemente claro, es la peligrosidad de la energía nuclear y de sus residuos, que siguen estando ahí por mucho que se les quiera ocultar. Las consecuencias del desastre en la central nuclear japonesa son imprevisibles, pero nada halagüeñas y dejan patente el riesgo de las instalaciones y los residuos nucleares en situaciones muy extremas. Aún así los defensores de este tipo de energía dicen que es segura, y necesaria porque consumimos mucha energía.
El imperio del sol naciente, hundido tras la segunda guerra mundial y las dos bombas atómicas, empezó a remontar el vuelo a partir de que, en 1952, cesara la ocupación norteamericana del país nipón. Desde ese momento su economía comenzó a crecer hasta situarse como el segundo país más poderoso, tras Estados Unidos. Pero no sólo logró eso, sino que instituyó las bases del consumismo actual.
Hasta los años setenta el modelo dominante en la producción capitalista era el “fordismo”, basado en la cadena de montaje y la producción y venta en serie, con trabadores muy especializados y productos muy estandarizados, ya que lo más importante es la máxima producción, después ya se vendería, aunque fuera con estratagemas como la “obsolescencia programada”, por la que se fabricaban algunos productos con una duración calculada.
La búsqueda de soluciones para la crisis de los setenta originó el “toyotismo”, que incorporo flexibilidad en todo el proceso, obreros polivalentes, diversificación del producto y adecuación a la demanda. La evolución tecnológica permitió la constante renovación y mejora de los productos, hasta convertirse prácticamente en un consumo a la carta, el paradigma del consumismo total. Ya no era necesaria la obsolescencia programada, porque había sido sustituida por una obsolescencia tecnológica, estética o funcional. También aportó la descentralización y la subcontratación, con la consiguiente influencia en la exportación del modelo y globalización económica del planeta.
El propio triunfo del sistema consumista demandó más energía, lo que, junto con el elevado precio del petróleo, fue un espaldarazo para la proliferación de centrales nucleares, precisamente como la siniestrada ahora.
El proceso de socialización de la, indiscutiblemente, disciplinada y respetuosa sociedad japonesa también tuvo sus aspectos negativos. La espiritualidad de los japoneses contrasta con algunas de sus acciones, como matar ballenas o delfines, pero sobre todo con el consumismo generalizado de un país donde todo está orientado hacia el consumo, que es incluso el que provoca las crueles matanzas de esos animales para comercializar su carne. La adición de las nuevas generaciones al consumo es tal que su único objetivo es consumir. Trabajan para obtener dinero para consumir, y hasta sus escasas vacaciones son tomadas como un consumo brutal de viajes y visitas. Mientras tanto, acuciado por el apego a las cosas, pierde valor el contacto humano y la sociedad degenera en un engendro en el que el 25 por ciento de los delitos es cometido por ancianos que buscan refugio en la cárcel a sus carencias económicas y emocionales.
El 95 por ciento de la población japonesa es consumista, concepto definido por el gasto de más de siete mil euros al año por persona en necesidades básicas. Los europeos no le andamos muy a la zaga, con el 89 por ciento de la población, y los americanos rondan el 84 por ciento. El 28 por ciento de la población mundial es consumista. En China y la India, economías emergentes, sólo lo es el 19 y el 12 por ciento respectivamente; muchos de los restantes son prácticamente esclavos. Si continuamos potenciando el consumismo global el planeta acabara auto fagocitándose con todos sus recursos agotados por un tercio de la población mientras los otros dos tercios mueren de hambre o esclavizados.
La crisis de los setenta potenció y facilitó el consumismo absoluto, incluido el energético, que al fin y al cabo es el que marca y permite el resto, y la sociedad consumista degeneró hasta el punto actual. Entonces el “toyotismo” sustituyó al “fordismo”. Ahora disponemos de tecnología para obtener energía limpias, aunque no interese demasiado a las grandes multinacionales devoradoras de recursos ni al gran capital ansioso de un cancerígeno y desproporcionado crecimiento sólo en busca del máximo beneficio económico. Quizás haya que aprender de las dolorosas lecciones que nos infringe la naturaleza y cambiar nuestras conciencias hacia un “reciclismo”, donde seamos menos voraces con nuestro propio entorno y aprendamos a necesitar, a consumir y a desechar menos; y a valorar, adaptar y reciclar más, incluidas las relaciones. Con pequeños cambios de actitudes podremos conseguir buenos resultados. Mientras tanto, viviremos sólo para trabajar y consumir, y eso es precisamente lo que les estamos inculcando a las nuevas generaciones.

martes, 15 de marzo de 2011

Causas comunes

Todas las grandes Revoluciones sociales y políticas de este planeta a lo largo de la historia conocida están motivadas por causas similares. La Revolución Norteamericana, la Francesa, la Mexicana, la Rusa, la China y la Cubana fueron la triunfante cristalización del descontento de las clases sociales inferiores con sus respectivos gobernantes.
Aunque el resultado definitivo de los levantamientos a medio y largo plazo no fuera el deseado, si era efectiva la buscada ruptura inmediata con las injusticias, opresiones, privilegios, conflictos y pobreza que sufría la mayor parte de la sociedad, y por lo tanto las revoluciones, en su momento, siempre eran positivas. En ese sentido, las recientes rebeliones en Túnez y Egipto (y ojalá Libia y otros países oprimidos) son un paso adelante en la libertad del mundo y en desenmascarar la hipocresía de los países occidentales, primero manteniendo muchos territorios en situación colonial, y luego permitiendo dictaduras en ellos por intereses económicos.
La necesidad de llegar a la revolución la marca la insostenibilidad de la situación. En ocasiones los gobernantes son déspotas que, en sus excesos, soliviantan a los gobernados que acaban revelándose. Otras veces el régimen o el sistema se envilecen y degeneran hasta hartar a los administrados.
Una de las causas comunes de las revoluciones, o de la opresión que las causa, es que los gobernantes y los gobernados viven realidades diferentes. Unos gobiernan ajenos a la realidad de los otros, y así es complicado hacerlo. El jeque, el rey, el caudillo o el mandatario de turno, inmersos en sus burbujas de opulencia y poder, ignoran las estrecheces y necesidades del pueblo llano al que administran. En todos los sistemas de gobierno diferentes a la democracia, en la que supuestamente el pueblo es quien elige a los gobernantes, es muy factible esa desviación entre las realidades de administradores y administrados, y por eso se daban, y dan, tantos abusos de poder. Gadafi, en plena rebelión, aun perjura lo mucho que le quiere su pueblo, como suele sucederles a los peores déspotas que alcanzan el poder.
Lo preocupante es que también la democracia, quizás por las carencias del propio sistema, por su degeneración en una Partitocracia en la que gobierna una dicotomía de partidos que son quienes realmente eligen a los candidatos, o por efectos del poder continuado como se analizó en borracheras sonadas, produce ese efecto de realidades diferentes entre gobernantes y gobernados. Aznar provocó la participación de España en la ilegal guerra de Irak en contra de la voluntad del 90 por ciento de los españoles.
A veces las realidades diferentes son en cuestiones menos trascendentes, como cuando Zapatero desconocía el precio de un café, o Rajoy llamaba “los chuches” a “las chuches” que consumen los niños. Ambas son nimiedades, pero delatan la distancia que hay entre quien gobierna, o aspira a ello, y quien sufre los efectos de ese gobierno.
La reciente intervención del Consejero de Transportes de la Comunidad de Madrid afirmando la inexistencia de un sistema de abono de 10 viajes que lleva siendo utilizado desde hace más de diez años por decenas de miles de madrileños es otro ejemplo de ese distanciamiento entre gobernantes y gobernados.


Queda claro que el señor Consejero no ha cogido el transporte público en su vida, y para dejarlo patente, en su pretensión de ridiculizar a su rival político, parece querer imitar un discurso típico de Muchachada Nui en su forma y expresión, y finalmente es él quien hace el más espantoso de los ridículos, incrementado aún más por la carga de soberbia de la intervención.
Que el Consejero de Transportes desconozca de ese modo el sistema del que es el máximo responsable es un motivo más que suficiente para que abandone el cargo. Evidentemente no lo va a hacer porque la mayoría de los 64 diputados populares de la Comunidad de Madrid, incluida su Presidenta, Esperanza Aguirre, aplaudieron y jalearon a su compañero en la metedura de pata. Señal inequívoca de que ninguno de ellos conocía la existencia del “metrobús”, y de que quienes gobiernan viven en una realidad completamente distinta de sus gobernados.
Los políticos, a través de los grandes partidos, y disfrazados de democracia, han formado una cerrada Casta, no demasiado diferente de las clases nobles y aristocráticas que dirigían otros regímenes, y como aquellas, se limitan a favorecer al capital, al poder y a sus propios intereses y privilegios, y con un desconocimiento absoluto de la realidad de sus administrados. Muchos de quienes nos gobiernan demuestran con sus actitudes que son indignos de representarnos y se asemejan cada vez más a las repugnantes camarillas de poder que surgían en los mas decadentes regimenes políticos, pero sin embargo siguen saliendo elegidos porque repiten una y otra vez en las listas, hasta que logran una dedicación más cómoda y mejor remunerada.
Evidentemente no todos nuestros gobernantes son así, pero muchos si, y aunque pretendan ocultarlo, sucesos como el del “metrobús” les delatan e incrementan ese distanciamiento entre gobiernos y administrados que es una causa común en las revoluciones.

martes, 1 de marzo de 2011

Pegatinas salvadoras

El aumento del precio del petróleo debido a la convulsa situación política en algunos de los países productores ha provocado que, una vez más, el iluminado gobierno español vele por los intereses de sus derrochadores administrados. Ya que los inconscientes españoles no son capaces de ahorrar, ni aún cuando estás sumidos en una profunda crisis, ellos han decidido obligarles a hacerlo. La actuación estelar para lograrlo será reducir, a partir del 7 de marzo, de 120 a 110 la velocidad máxima en autovías y autopistas.
En principio, para justificar su decisión, afirmaban que la medida reduciría en un 15 por ciento el consumo de gasolina y un 11 por ciento el de gasóleo. Como siempre, cálculos muy optimistas de nuestros gobernantes, ya que posteriormente, y depende de quien lo defendiera, estimaban el porcentaje de ahorro entre el 3 y el 12 por ciento.
Lo cierto es que la medida es un palo de ciego más de los muchos con que nos sorprende este perdido gobierno ante su inoperancia para paliar la denominada crisis.




El 25 de febrero, cuando se anunció la medida, el precio del barril de petróleo cotizaba a 112 dólares, y el euro a 1,36 dólares; es decir, el barril de petróleo nos costaba a menos de 83 euros. En julio de 2008 el petróleo alcanzó su precio máximo de 147 dólares el barril. Entonces, cada euro se cotizaba a 1,60 dólares, lo que arrojaba un precio real cercano a los 92 euros por barril.
Aquel precio record del crudo era un 11 por ciento superior al de ahora, y sin embargo ahora las gasolinas y gasóleos son más caros. La explicación no está en que, por ejemplo, Repsol, la mayor petrolera española haya incrementado sus beneficios un 55 por ciento en 2010, sino en que, desde entonces, nuestro amado gobierno ha incrementado la presión fiscal sobre los carburantes en cifras cercanas a ese 11 por ciento. Es verdad que en España, a pesar de que más de la mitad de lo que se paga por ellos son impuestos, los combustibles están menos gravados que en la media de la Unión Europea.
Tal vez tendrían que subirlos aún más para incentivar el ahorro, pero que lo hagan abiertamente y dejen de tratarnos como gilipollas con sus estupideces. La medida que han aprobado costará “sólo” 250.000 euros dicen, a lo que, supongo, tendrán que añadir las horas extras de los operarios encargados de colocar las pegatinas salvadoras en las 6.000 señales de tráfico de la red estatal afectadas por la medida. Cada Comunidad Autónoma tendrá que hacer lo propio en sus autopistas y autovías, así que presumiblemente el coste no será tan escaso como predican.
Lo que puede que aún sea menor que sus previsiones es el ahorro que pronostican. Alrededor del 44 por ciento del petróleo consumido en España se destina a combustibles de automoción, lo que significa que el 56 por ciento restante no se vera afectado por la medida, como tampoco lo harán los vehículos pesados y autobuses, ya que tienen límites de velocidad inferiores. Así pues, la medida del incalculable ahorro, con la que dicen pretender ahorrar un 15 por ciento en el consumo de combustibles, aunque ahora ya lo reducen a un 3 por ciento más realista, afecta únicamente a los automóviles turismos que circulen por autopistas y autovías.
En realidad, y para ser más exactos, por mucho que nos quiera vender este titubeante gobierno los únicos que ahorrarán un escaso 3 por ciento de combustible serán los automovilistas usuarios de autopistas y autovías, y únicamente cuando las utilicen, porque en los atascos y en ciudad, el consumo de sus coches seguirá siendo tan elevado como siempre. La miseria que ahorrará la medida no dará ni para cubrir el coste de las pegatinas, aunque lo recuperarán fácilmente con la previsible lluvia de multas que puede provocar esa reducción en la velocidad.
Consciente de la metedura de pata, Zapatero vuelve ahora a proclamar el papel salvador del Estado con respecto a nuestra salud, como hizo con el tabaco, y dice que la medida ahorrará vidas humanas y evitará contaminación. Es muy probable, pero si la medida es tan positiva, que se dejen de parches-pegatina, como con todo lo que hacen, y que la pongan definitivamente; pero, por favor, que no cuiden más de nuestra salud. Aviso para navegantes: un estudio de la Universidad de Ohio afirma que el sexo oral provoca más cáncer de boca y garganta que el tabaco. A lo mejor, ya que la medida de la velocidad es provisional, y dada la austeridad con la que tratan a los ciudadanos, pueden reutilizar las salvadoras pegatinas para prevenirnos del sexo oral tapándonos con ellas la boca, y de paso acallar nuestras voces.

domingo, 13 de febrero de 2011

Grandes demócratas

Los líderes políticos de los países occidentales han sido unánimes al apoyar la rebelión del pueblo egipcio para derrocar a su presidente, Hosni Mubarak. La encomiable actitud de los presidentes electos de las grandes democracias ha sido ejemplar. Tanto los grandes de la Unión Europea como Barak Obama no dudaron en pedir a Mubarak mayor aperturismo democrático en Egipto e incluso le presionaron para que abandonara el país. Con la reciente caída del régimen tunecino, la pretendida lección democrática, ha sido similar.
Pero en ambos casos esa unanimidad absoluta de los líderes occidentales en defensa de la democracia en estos países llega muy tarde. En realidad antes esos mismos líderes, u otros parecidos, apoyaron a ambos déspotas para que accedieran y se mantuvieran en el poder, 23 años en el caso del tunecino Ben Ali y casi 30 en el del egipcio Mubarak. Durante todo este tiempo los supuestamente demócratas también han mantenido una unanimidad casi absoluta, pero apoyando a los ahora derrocados. Una vez más la hipocresía occidental clama al cielo y se mueve por intereses puramente económicos.
Estados Unidos es un abanderado en ello, apoyando históricamente a todo tipo de dictadores allá donde los déspotas podían favorecer su economía. Los demás no le van a la zaga, y hacen sus pinitos dentro de sus posibilidades.
Mientras el presidente del ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero respaldaba las aperturas democráticas de Túnez y Egipto, el presidente del legislativo, el tamibién muy democrático, José Bono, viajaba a Guinea Ecuatorial para comunicar al hombre que lleva 30 años gobernando aquel país desde que diera un golpe de estado en 1979, Teodoro Obiang Nguema, que “nos unen más cosas de las que nos separan” y dar un nuevo espaldarazo al régimen que representa, eso sí, por intereses económicos.




El libro es del año 2008, pero las cosas no han cambiado demasiado, y en la alabanza a tan magnífico mandatario, acompañaron al socialista Bono tres diputados más, del PSOE, del PP y de CIU, que deben ser quienes se sienten más unidos a él. Al menos el resto de partidos se negaron a ir.
¡Qué grandes demócratas dirigen nuestros países! Lo peor es que nos lo creemos, cuando la única unanimidad casi absoluta que mantienen es la sumisión al poder económico y sus propios intereses.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Políticas comunes

El anticiclón que los últimos días ha dejado nuestros cielos descubiertos, también ha destapado la contaminada realidad de las dos grandes metrópolis españolas: Barcelona y Madrid. Ambas incumplen desde hace años las normativas de la Unión Europea sobre concentraciones medias de dióxido de nitrógeno, nocivo para la salud humana, pero parece que sólo sucede en situaciones evidentes, como la actual. En cualquier caso, y como siempre, nuestras autoridades se preocupan por nuestra salud y adoptan medidas al respecto.
A finales de 2007 la Generalitat decidió reducir la velocidad en los accesos a Barcelona a 80 kilómetros por hora para reducir los niveles de contaminación. Algunos informes demostraron que la medida rebajaba en un cuatro por ciento los registros. Excepto ICV, el resto de los partidos catalanes, incluido el PSOE, prometieron modificar la impopular, pero efectiva, medida. El pasado siete de febrero, la nueva Generalitat gobernada por Artur Mas, realizó la sustitución de las placas que limitaban la velocidad a 80 por nuevas de 100 o 120, según el caso. Entraba en vigor una nueva normativa que aplica en la zona una velocidad variable regulada por señales luminosas, que prevalecen en sus indicaciones sobre las fijas, en función de las necesidades, especialmente, contaminantes.
Momentáneamente preocupada ante la elevada contaminación de este anticiclón, la Generalitat decidió mantener el límite de 80 hasta que el tiempo cambie. Esa fue la decisión de las autoridades catalanas para velar por la salud de los barceloneses. Después ya se podrá volver a contaminar a más velocidad, porque la mierda se la llevará el viento o la lluvia.
Las autoridades madrileñas no fueron más imaginativas. Manifestaron su preocupación por la alta contaminación registrada, eso sí, a través de las tan de moda señales luminosas, recomendando a los conductores que utilizaran el transporte público para reducir la emisión de humos. El Ayuntamiento de Madrid, donde la Concejal de Medio Ambiente es Ana Botella, esposa del ínclito expresidente José María Aznar, y tal vez aconsejada por él, ya que ahora es el experto que preside un organismo internacional para la lucha contra el cambio climático ha decidido cambiar la ubicación de una docena de estaciones medidoras de la contaminación. Con toda seguridad los datos que recojan serán mucho mejores para la salud de los madrileños, porque las han quitado de zonas de alta contaminación y las han colocado junto a parques y zonas verdes y con poco tránsito. La controvertida elección de los nuevos lugares de colocación de las estaciones propuesta por el Ayuntamiento del PP fue, en su momento, respaldado por el socialista Ministerio de Medio Ambiente cuando su titular era Elena Espinosa.
Parece que en temas medioambientales, como en el de sus salarios y privilegios, la mayoría de nuestros gobernantes siguen políticas comunes y siempre destinadas a velar por nuestra salud. Bajo esa consigna, primero obligaron a los fumadores a expulsar sus malos humos en la calle para velar por la salud de los no fumadores, aunque les importa un pepino si lo que le afecta es el humo de los tubos de escape. Ahora los fumadores se matan, en la calle, con sus humos más los del tráfico. Más tarde quizás decidan, dada la proximidad entre un hecho y otro, que son los fumadores, con su tabaco, los que acrecientan los índices de contaminación.

viernes, 4 de febrero de 2011

Transparencia opaca

El reciente aluvión de críticas a los privilegios de los políticos ha provocado la tardía reacción de este colectivo. El detonante del malestar social fue la peculiar legislación que les permite acceder a las pensiones máximas en condiciones muy ventajosas. Entonces, el grueso de la clase política, que había aprobado unánimemente sus privilegios jubilares entre otros muchos, quitó importancia al asunto alegando que muy pocos se habían beneficiando de la medida y, acusando de demagogos a quienes denunciaban esa situación. Las Mesas del Congreso y el Senado zanjaron el asunto el pasado 21 de diciembre rechazando la propuesta de la diputada Rosa Díez de revisar las condiciones de los parlamentarios para acceder a la jubilación, y de igualarlas a la del resto de los ciudadanos.
Pero exactamente un mes después, el 21 de enero, el líder del PP, Mariano Rajoy, anunció ante los enardecidos miembros de su partido, que ya se frotan las manos ante el reparto del pastel que supondrá su próxima llegada al poder, que propondría una revisión de las pensiones de los parlamentarios, precisamente lo que su grupo había rechazado 31 días antes.
La demagogia se había diluido, o bien se había abierto la veda para que todo el mundo político se abrazara a ella, porque a partir de ese momento los miembros de esta casta cambiaran su actitud. En la cumbre de este cambio se situó José Bono, presidente del Congreso.
Hace apenas un año, Bono, en respuesta a la críticas sobre los privilegios de las pensiones de los parlamentarios, envió personalmente a los diputados una carta en la que defendía la inexistencia de esos privilegios. Entre otras cosas decía que el presupuesto del Congreso era sólo cuatro millones de euros mayor que el fichaje de Ronaldo. Ahora el presidente del Congreso no sólo se suma a la propuesta de Rajoy de revisar las pensiones de los parlamentarios, cuando su grupo socialista también lo rechazó el 21 de diciembre, sino que aumenta la apuesta y, además de las pensiones, pide revisar el sistema de incompatibilidades de sus señorías, así como que hagan público sus ingresos y patrimonio.
Se suma así a la transparencia que, al parecer, piden últimamente los políticos y la lleva a su máxima expresión, incluso aludiendo en su discurso a la necesidad de que los políticos tengan “bolsillos de cristal”, como decía Enrique Tierno Galván.
En este transparente ataque, Bono, junto al presidente del Senado, el también socialista Javier Rojo, remitió una nueva carta, el pasado 25 de enero, a los diferentes grupos de ambas cámaras, para que en quince días realizaran propuestas al respecto.
En principio parece que el PSOE, el PNV, Esquerra Republicana (ERC), IU, ICV, Coalición Canaria (CC), el Bloque Nacionalista Galego (BNG) y Unión, Progreso y Democracia (UPyD) están a favor de de hacer públicos los ingresos y el patrimonio de los parlamentarios, y algunos han pedido su dedicación exclusiva al escaño. El PP aún no se ha sumado al carro de la transparencia. Aún hay tiempo.
En breve sabremos, si no se pierde entre las tinieblas de los medios de difusión, el resultado de tan loable iniciativa hacia la transparencia política. Confiemos en que no suceda como otras veces en que todo se torna tan opaco que las propuestas son rechazadas por las propias cámaras.
También es una transparente opacidad convertir los patrimonios en miserias como la que declaró Francisco Camps, o las estrategias denunciadas por los periodistas gráficos para dificultar su trabajo con remodelaciones físicas en el congreso que les impedirán “robar” fotos de sus señorías en situaciones comprometidas. De hecho cada vez está más limitado el acceso a las cámaras y es el propio Congreso el que facilita las imágenes y la información, del mismo modo que muchos políticos responden a las cuestiones por peteneras, e incluso no aceptan preguntas en sus ruedas de prensa.
Con todo puede que lo que tengamos sean políticos con los bolsillos de un cristal opaco y la cara de cemento.

domingo, 16 de enero de 2011

Al servicio de España



Es complicado digerir que quien habla reiteradamente sobre la desastrosa situación de este país y de su insostenibilidad y de la insostenibilidad del estado de bienestar sea justamente el político que más ha mejorado su bienestar personal precisamente beneficiándose del cargo que ocupó, y siendo uno de los principales culpables del actual estado de las cosas, ya que de los gloriosos polvos que sembró se recogen ahora estos farragosos lodos, como se explica en El Adalid de las peinetas.
Insatisfecho con los 80.000 euros anuales de su pensión de expresidentes, además de dos funcionarios a su servicio, dotación para mantenimiento de una oficina, coche y chofer, y seguridad y viajes gratis, se ha servido del cargo, y de los favores prestados, entre ellos apoyar una guerra ilegal y contra la voluntad del país que presidía, para escalar a cimas que ni soñó (asesor de Endesa: 200.000 euros al año, consejero de la corporación de comunicación de Rupert Murdoch: 170.000 euros anuales; tres libros en Editorial Planeta: 600.000 euros).
Lo más sangrante de la situación es que, lejos de retirarse a disfrutar de sus lucrativos y oscuros ingresos como suelen hacer los políticos de su calaña, persiste en seguir amargándonos la existencia, no se sabe si en base a su condición de exinspector de Hacienda, expresidente del gobierno o presidente de la fundación llamada Faes, autodefinida como “un gran laboratorio de ideas y programas cuya vocación es nutrir el pensamiento y la acción política del centro liberal y reformista”. Como ex no sería demasiado prudente criticar, así que se supone que lo hace como líder de ese “gran laboratorio” de donde, como mucho pueden salir monstruos de todo tipo, porque las ideas, ni son científicas, ni se experimentan.
Cuando menos se le necesita, Aznar abre su boca y suelta perlas del mismo calibre a las que nos tenía acostumbrados:


Este breve resumen data de julio de 2007, ahora la lista de atrocidades es muy superior. Como muestra un botón:


Sería sencillo aplicar oídos sordos a palabras necias, pero el principal problema es que este iluminado caudillo se ha endiosado y es jaleado por miles de acérrimos seguidores, al parecer por todo el planeta, e incluso fue nombrado el pasado mes de octubre presidente del Instituto Global de Adaptación (Global Adaptation Institute), un engendro creado por el capitalismo para, según ellos mismos dicen, luchar contra el cambio climático.
Quizás todo se pueda justificar porque, como el propio Aznar afirma en la presentación que realiza en la página web de Faes, la asociación que preside está “al servicio de España”, claro que, al parecer de demasiados, también lo estuvo Franco durante cuarenta años.
Flaco servicio presta él mientras se enriquece a su cuenta y genera crispaciones tan oportunistas como innecesarias, al menos en mi organismo, porque cada vez que escucho abrir la boca a semejante espécimen se me revuelven las tripas y los retortijones son aún más fuertes que cuando hablan el resto de los políticos de este país.

viernes, 14 de enero de 2011

Facturas detalladas

El pasado 29 de diciembre el Ministro de Industria, Miguel Sebastián, nos dulcificó el aumento que sufriría la factura de la luz a partir de este enero sería de poco más que un café por persona, en lugar de decir que subiría una media del 9,8 por ciento, para acumular una subida del 50 por ciento en cinco años, y que entre todos pagaríamos 70 millones de euros más a las eléctricas cada mes. La descomunal subida se justificó con el fin de equiparar las tarifas de la electricidad con sus precios reales, y dicen que debería subir aún un 30 por ciento más.
Los caminos de la economía son inescrutables. Las cuatro grandes eléctricas españolas, a pesar de haberse reducido en un 22 por ciento, aún tuvieron unos beneficios de 7.600 millones de euros en 2009, de los que casi la mitad fueron para Endesa. A pesar de esos datos parece que no pagamos por la electricidad lo que en realidad cuesta, y las compañías nos la regalan, a pesar de lo cual, misteriosamente, tienen jugosos beneficios gracias a los tejemanejes políticos.
Si detallaran las engorrosas facturas con más claridad tal vez se podría entender la contradictoria situación de tener ganancias a pesar de vender por debajo del precio de coste.
Como cliente de Endesa, ahora me han detallado un poco más la factura. Parte de los cafés que dejaremos de tomar los clientes de esa eléctrica se los tomará el expresidente del Gobierno, José María Aznar, por ser su “asesor externo”. Concretamente el equivalente a 200.000 euros al año. El presidente de la Faes añade esa cantidad a los 170.000 euros anuales que le paga el magnate de la comunicación Murdoch y, como no, a los cerca de 80.000 euros, y otras muchas prebendas, algunas de las cuales le pagamos todos los españoles por haberle sufrido como presidente.
Otro que también lo fue, y al que también le pagaremos este año los 80.000 euros y demás prebendas, Felipe González, curiosamente también ha sido nombrado recientemente consejero de otro grupo energético Gas Natural-Fenosa. González solo (aquí si quiero utilizar la doble acepción recientemente admitida en el término: él solito y solamente, en relación a lo que percibirá Aznar) cobrará 125.000 euros al año, a costa de otros tantos cafés que se dejarán de tomar los clientes de Gas Natural-Fenosa. Tal vez cobre menos porque el gas sólo ha subido menos de la mitad que la luz, o porque ese grupo empresarial sólo tiene la tercera parte de beneficios que Endesa, empresa estatal española fundada en 1944 y ahora en manos de la italiana Enel, y cuya privatización inició Felipe González y finalizó José María Aznar.
Quizás sea necesario que nos detallen más las facturas energéticas para poder comprenderlas, pero puede que no sean las únicas que conviene aclarar, porque otros muchos expolíticos cobran de ellas.
Estos son sólo algunos ejemplos: Rodrigo Rato (Caja Madrid), Narcís Serra (Caixa Catalunya), Guillermo de la Dehesa (Santander), Josep Piqué (Vueling), Juan Costa (Ernst & Young), Jordi Sevilla (PwC), Isabel Tocino (Santander), Rafael Arias-Salgado (Carrefour), Rodolfo Martín Villa (Sogecable), Eduardo Zaplana (Telefónica), Javier Solana (Acciona),…
A niveles de Comunidades Autónomas, Diputaciones y Ayuntamientos las listas se multiplican, y es que los políticos deberían pasarnos facturas más detalladas.

lunes, 10 de enero de 2011

El Gran Monopoly

¿Quién no ha se ha arruinado en alguna ocasión con el conocido juego financiero-inmobiliario? Recorrías el tablero con el azar de los dados y comprabas calles, casas y hoteles mientras ganabas el segundo premio de belleza, te multaban por exceso de velocidad o te enviaban directamente a la cárcel, sin pasar por la casilla de salida. Todos los participantes comenzaban con las mismas condiciones de dinero y había una banca que gestionaba las propiedades, hasta que eran compradas, y algunos pagos y cobros. Al final ganaba el jugador que más dinero y bienes acumulaba y, normalmente, el resto de los competidores acababa en la ruina total, sin propiedades ni dinero.
La popularidad y el éxito del Monopoly, patentado con su nombre en la década de los treinta del pasado siglo en USA pero basado en una idea de tres décadas antes, le colocó como el juego de mesa más conocido en el mundo con 500 millones de jugadores hasta 1999, según el libro Guinness de los récords, además de haberse adaptado a decenas de países y ciudades, donde es muy conocido, como reflejan los datos.
El triunfo político del peculiar liberalismo económico radical en los Estados Unidos de Norteamérica, que propugna la no intervención del estado en los mercados, reducciones de impuestos y ausencia de ayudas y subvenciones, y que paradójicamente defiende a sus propias empresas ante el resto del mundo con aportaciones encubiertas y legislaciones protectoras, ha dado una vuelta de tuerca más. El logro ha sido que los diferentes gobiernos entreguen grandes cantidades de dinero para financiar y retroalimentar a un sistema económico que se había autofagocitado debido a la insaciable voracidad que lo impulsa, sacrificando de ese modo las ayudas sociales y poniendo en peligro el Estado de Bienestar en Europa y paralizando las iniciativas que en ese sentido había iniciado el presidente Barack Obama.
La globalización de la sociedad capitalista parece querer convertir el planeta en un Gran Monopoly en el que, pretende, todos juguemos. En la desbocada carrera consumista triunfa el que más dinero, propiedades y riquezas acumula, aún a costa de arruinar al resto de los jugadores con el beneplácito de la banca y de las normas del juego legisladas por los políticos bajo las directrices del capital.
Así mientras unos compran calles, casas y hoteles, cuya única finalidad parece ser obtener más dinero y acumular posesiones, otros se arruinan pagando las deudas que jamás podrán saldar, para pagar bienes y servicios que apenas pueden disfrutar y que, en muchos casos, solo sirven para aparentar lo que no se es. Los políticos miran el juego y legislan las normas, últimamente para permitir que la banca tenga la liquidez suficiente para que el juego continúe a costa de dejar desamparados a los más débiles; es de suponer que porque la continuidad de la partida les favorece y les permite enriquecerse muy cómodamente.
Lo lamentable de la situación es que la riqueza de la Tierra y sus recursos permitiría que todos sus habitantes pudieran vivir dignamente, pero algunos se empeñan en acumularla, aún sacrificando a otros muchos que apenas pueden subsistir.
En realidad no tiene demasiado sentido emplear el tiempo que vivimos en acumular posesiones materiales que en muchos casos ni tan siquiera podemos disfrutar, que en ningún caso nos llevaremos de aquí y que en demasiados casos esa acumulación supone el padecimiento de los más débiles. Y el sentido se convierte en absurdidad cuando los únicos logros de ese consumismo desorbitado son incrementar las diferencias entre ricos y pobres y agotar los recursos de un planeta convertido en un Gran Monopoly.
A pesar de que desde que nacemos nos dirigen para perpetuar la sociedad de consumo, entrar o no en ese descomunal juego depende de nosotros.

miércoles, 5 de enero de 2011

De cambios y permanencias

Desde que Heráclito de Éfeso estableciera la teoría del devenir, allá por el siglo V antes de Cristo, por la que establecía que todo fluye y nada permanece y que la esencia de todo está en un cambio incesante provocado por el conflicto entre opuestos, la evolución de la ciencia y el pensamiento han profundizado en la naturaleza y certeza de esos cambios hasta los límites de la física cuántica.
Sin entrar en complejidades sobre innegables variaciones a nivel atómico, molecular, celular, físico, químico o estructural, hay otros cambios más evidentes, porque en muchos casos son normas impuestas, con más o menos acierto, que afectan a los más variados aspectos de nuestras vidas. La reciente prohibición de fumar en espacios públicos cerrados, y algunos abiertos, es un claro ejemplo de cambio impuesto, aunque sólo afecte a los fumadores; y entre los que nos afectan a todos por igual se encuentran las variaciones introducidas por la Real Academia Española.
Ahora, entre otras cosas, Catar y Cuorum se escriben con C en vez de Q, exmarido y exmujer van juntos, se suprimen las tildes en los monosílabos y en los pronombres demostrativos,…e incluso el adverbio sólo la pierde en un peligroso paso hacia la ambigüedad que recientemente escuché plasmar a la ingeniosa periodista Nieves Concostrina en la frase “El sábado me pasé seis horas practicando sexo solo”. Evidentemente la ambigüedad surge si las palabras son de un hombre, ya que no sabemos si estuvo en solitario o si se quejaba de la escasa duración de la actividad. En el caso de una mujer únicamente cabe esa segunda acepción, ya que la cualidad de la soledad debería escribirse en femenino: sola.
Los cambios impuestos siempre tienen defensores y detractores, pero hay otros cambios que son voluntarios y, generalmente, tratan de introducir mejoras en la situación o el individuo. El cambio de año suele ser una época habitual para reivindicar esas buenas intenciones.
El pasado 30 de diciembre, el líder de la oposición, Mariano Rajoy, habló por enésima vez en los dos últimos años de un necesario cambio político en España. Últimamente, crecido por las encuestas, repite más esa necesidad de cambio y afirma que su partido está preparado para realizarlo y que vencerá al PSOE, sea cual sea su candidato. Lo cierto es que el triunfalismo del candidato popular está más provocado por la nefasta gestión de los socialistas que por los meritos del PP, donde más bien los cambios parecen permanencias: Rajoy continúa dando escasas ruedas de prensa y evitando las preguntas de los periodistas, insiste en negar la posible existencia del cambio climático y, él y su partido, prosiguen sin llegar a ningún acuerdo ni pacto con el gobierno para tratar de resolver la acuciante situación económica de este país.
Así, mientras hablan de cambios, permanecen anclados a sus poltronas, a sus aspiraciones de poder y a las continuas corrupciones en sus filas, que están ahí a pesar de que hasta se alegren de los sobreseimientos de los presuntos delitos de sus miembros, como en el caso de Carlos Fabra, presidente popular de la diputación de Castellón, librado de cuatro de las cinco acusaciones por presunto delito fiscal que recaían sobre él. Lo que no dicen es que la causa del sobreseimiento es la supuesta prescripción de los delitos, ya que desde que se denunciaran en 2003, aún no hay sentencia al respecto y han pasado por el juzgado que ve las causas hasta nueve jueces y cuatro fiscales diferentes. Parece que en eso, como en la lotería que parece haberle tocado hasta en seis ocasiones, tiene suerte y sus supuestos delitos caminan hacia la prescripción.


Así, entre los cambios y permanencias que afectan a nuestra sociedad, nuestras normas y nuestros políticos, parece que el futuro de los españoles pasan por salir de la sartén para caer en el fuego, salir de Guatemala para entrar en Guatepeor, o mejor aún, como dicen expresiva y acertadamente los catalanes, y ya que estamos hablando de cambios: “canviar pets per merda” (Cambiar pedos por mierda).