Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Lo más fácil

Ante la reciente, y tardía, materialización del malestar social con la clase política dominante en España en las concentraciones celebradas desde el pasado domingo en diferentes ciudades españolas denunciando los excesos de los políticos y la partitocracia y reclamando una “Democracia Real YA” , algunos de los aludidos, los menos, se han unido a la iniciativa, otros la ignoran cautelosamente y temerosamente mientras la tratan de reprimir, otros ven una conspiración judeo masónica, y algún otro, además, se ha defendido.
El más significativo defensor de su actitud, el líder del Partido Popular y futuro presidente del gobierno español si la santa providencia no lo remedia, Mariano Rajoy, afirmó en uno de los mítines a sus seguidores: “Lo fácil es descalificar la política y a los políticos, y ya se sabe que a veces hay gobiernos que no están a la altura de las circunstancias…” para después de despejar el balón al lado contrario, defender la honradez y entrega de muchos de los políticos que había conocido asegurando que en treinta años ha visto mucho esfuerzo y ganas de servir en todos los partidos. De hecho Rajoy, poco después en otra comparecencia ante sus seguidores, premiaba con su amistad y apoyo al imputado en el caso Gürtel y presidente valenciano, Francisco Camps, aunque la mayoría de sus conciudadanos también deben estar muy contentos con él, porque le van a respaldar con su voto.
Tiene razón Rajoy. Es fácil descalificar a los políticos. Corrupciones, desfalcos, tráfico de influencias y demás desmanes que cometen, incluidas sus privilegios y prebendas, son un fácil cultivo para la descalificación.
Pero Rajoy en su carrera ha hecho cosas mucho más fáciles que de las que acusa a los demás. Mirar para otro lado en los casos de corrupción o situaciones incómodas, evitar responder preguntas de periodistas, minimizar la catástrofe del Prestige hablando de hilillos de plastilina, inculpar en atentados a quien no correspondía,… Todo eso es más fácil aún que descalificar a los políticos, a pesar de que nos lo ponen a huevo.
Él es un auténtico experto en facilitar las descalificaciones hacia la clase política. Hasta en un programa televisivo preparado exclusivamente para su lucimiento ante el público facilita hasta extremos inusitados su propia descalificación.





Eso sí, nos demuestra que en este caso él no hace lo más fácil. Lo más fácil suele ser entender la propia letra recién escrita, o, si me apuras, recordar las inmediatas preguntas, además probablemente preparadas y conocidas previamente. Sería lícito descalificar a quien no pudiera realizar tareas tan fáciles y dudar de su capacidad de afrontar funciones, a priori, algo más difíciles, como por ejemplo dirigir un país.

No hay comentarios:

Publicar un comentario