Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

jueves, 9 de abril de 2020

La guerra de los virus

La guerra de los virus
Más allá de Wells, Welles, Goebels y Orwell

En 1898 escritor británico H. G, Wells editó la guerra de los mundos, una novela que relata las atrocidades de una invasión marciana en Gran Bretaña. La narración es la primera que se conoce sobre un acontecimiento similar producido por alienígenas, lo que probablemente le ha servido para ser adaptada a diferentes medios audio visuales en numerosas ocasiones. La primera conocida la realizó Orson Welles en 1938 adaptandola para la radio y trasladando los acontecimientos a New Jersey. La adaptación radiofónica se emitió en forma de noticiero urgente, y aunque se advirtió de la ficción al principio de la misma, muchos oyentes de aquella joven radio no lo escucharon lo que provocó que se estableciera el pánico entre la audiencia neoyorquina y muchos de ellos trataran de huir a causa de la invasión, lo que da una idea el alcance y la capacidad de sugestión grupal del medio. 11 años después, casi 30 desde que comenzarán las primeras radios comerciales, la obra de Wells se adaptó y emitió de una manera mucho más realista por una emisora de la capital ecuatoriana. La emisión tuvo tal éxito qué masas de quiteños huían hacia las montañas o se refugiaban en las Iglesias. Cuando se enteraron de que en realidad era todo ficción el pánico se transformó en furia y un grupo de exaltados se desplazó a las instalaciones de la radio para apedrearla. El resultado de tanto furor fue un incendio de varios inmuebles que acabó con la vida de 5 personas. A más espectadores mayores efectos.
Este potencial de los medios y sus devastadores efectos ya eran conocidos por Joseph Goebbels, ministro de propaganda nazi entre 1933 y 1945, quién se ocupó durante su largo mandato de que la fabricación de receptores de radio en Alemania fuera tan barata que no hubiera un solo hogar sin uno de ellos. Así se garantizaba tener la voz de la doctrina nazi dentro de cada casa.
Después, en 1949, George Orwell publicó 1984, obra de ficción distópica dónde describe una sociedad vigilada, manipulada y reprimida por un Gran Hermano, básicamente a través del control del pensamiento y de la distorsión del lenguaje. Todo esto ya lo había plasmado, de diferente modo, en 1924 el escritor ruso Y. I. Zamiatin en su novela Nosotros, qué se considera la primera novela distópica de la historia, y en la que se inspiró Orwell. El concepto y su capacidad de implantación real estaba claro, y la evolución de los medios y la tecnología, y el potencial para ponerlo en práctica era cada vez más patente. Tal vez por eso Marshall McLuhan cuando vio el potencial de la televisión, que recién surgía comercialmente en los años 40, desarrolló todas sus fascinantes teorías sobre la aldea global en que convertirían al mundo las tecnologías de la comunicación. McLuhan murió en 1980, pero ya para entonces advirtió de los riesgos manipuladores de una televisión mucho más limitada, arcaica e inofensiva que la actual.
Ahora, con televisores de pantalla plana gigante, alta definición, sonido envolvente, inteligentes y llenos de infinitos canales y hasta conexión a Internet, presidiendo nuestros salones no nos retransmiten la guerra de los mundos, en cuyo relato original de Wells, por cierto, los alienígenas sucumben a una bacteria terrícola, ahora, no solo por esas pantallas, sino por todos los medios de difusión que controlan nos retransmiten la guerra de los virus en esta aldea global en la que nos hemos convertido.
En realidad esta guerra viene de muy lejos, desde que en el siglo 19 en medicina se impusieron las tesis del químico Louis Pasteur de que los gérmenes causaban las enfermedades. Aunque las voces discrepantes, fundadas y valiosas, fueron muchas la idea de que la enfermedad era causada por algo contra lo que se podía luchar, a veces hasta era contagioso e incluso en otras se podía vacunar cumplía perfectamente con lo anhelado por el sistema. Procuraba amplias posibilidades de negocio, y cumplía con su base militarista y belicista de crear un enemigo contra el que luchar, e infundir miedo si se tercia, cómo es el caso. Analizaremos en otra ocasión la teoría germinal y de enfermedades infecciosas, porque es esencial para vencer en esta guerra de los virus, pero ahora tratamos de analizar un cambio de paradigma, así que profundizaremos en el miedo con el que controlan nuestras vidas.
Como bien exponía Maquiavelo en El príncipe, para mantener el poder y que te respeten, o bien tienes que ser amado o bien tienes que ser temido. Todos sabemos lo que cuesta amar, quizás por ser por eso amemos tan poco, o que nos amen. Sin duda es más sencillo infundir temor, miedo, para mantener el poder y que te respeten.
Los grandes poderes globales en este planeta, más allá de fronteras, etnias, culturas, países y naciones, han sido las religiones. Sus adeptos lo eran por amor a su cielo pero también por temor a su infierno. Durante siglos el cristianismo se expandió por occidente al amparo de los imperios dominantes secuestrando todo conocimiento y adoctrinando toda ideología, incluida la ciencia, que aún cercenada iba minando los pilares de la religión, hasta los niveles actuales que está perdiendo feligreses y poder a pasos agigantados.
Ahora por primera vez el paradigma cambia y se invierte.
Receta: Coges una gripe más agresiva de lo normal en su contagio, pero de similar tasa de mortalidad y utilizas todos los medios de difusión a tu alcance para proclamar en la aldea global la guerra de los virus, retransmitiendo a cada instante las cifras, datos, opiniones de expertos, vivencias y experiencias,... vamos hasta en la sopa. Aconsejas o convences a los gobiernos para confinar a sus ciudadanos lejos del sol y del aire puro sanatorio y aterrorizados por un virus asesino y la amenaza de una crisis económica galopante. Encerrados, aislados, con más tiempo que nunca y a merced de las múltiples pantallas que escupen continuamente los mismos contenidos estresándote hasta el infinito para debilitar tu sistema inmune ya de por sí débil de tanto tóxico que respiramos, ingerimos y pensamos, y hasta convertir en pandemia lo que no lo era y matando a mucha más gente y por mucho motivos más que una gripe cualquiera.
La batalla más grande jamás contada contra los virus está servida, y el cambio de paradigma también. Lo que no consiguieron ni dos guerras mundiales, y una guerra civil en este país, lo ha conseguido un virus con corona, se conoce que llevarla da más empaque para sembrar el miedo, y por primera vez en la historia desde que existe el cristianismo la celebración de la Semana Santa se ha suprimido en todo lugar. Las conmemoraciones de la muerte y resurrección del Hijo de Dios se han anulado. El poder del Todopoderoso basado en el amor, o el temor a su figura, se ha diluido y el temor al virus lo copa todo manteniéndonos a la mitad confinados en casa y a la otra mitad sin vacaciones, y todos esperando acongojados a que el nuevo Dios ciencia nos salve, pero esta ciencia cercenada es falsa.
Y mientras tanto cantamos solidarios y orgullosos que resistiremos. ¿Resistiremos?, ¿a qué o a quien?, ¿a que nuestros gobernantes se dignen a soltarnos o reciban la orden de hacerlo hasta que suceda otra vez?,... No nos dejemos manipular. Con esta estrategia nos tendrán controlados y confinados siempre que lo deseen. Está gripe es peligrosa y mata a las mismas personas de riesgo que las demás, lo que ha agravado su letalidad además de la magnificada psicosis y pánicos generados, son los prolongados y bestiales recortes en Salud, en cuyas denuncias y reivindicaciones seguramente hubieran agradecido más apoyo los sanitarios en lugar de los aplausos de ahora. Pero forman parte del espectáculo del cambio de paradigma en la aldea global para sentirnos más solidarios, orgullosos, humanos y hasta guays, enrollaos, molones o como se diga ahora, mientras a los que resistieron realmente, resistieron una guerra civil, resistieron una eterna posguerra hasta completar casi 40 años de dictadura, resistieron una tramposa transición que ignoró los crímenes del franquismo y permitió que 40 años después aún siga muy presente en nuestro Parlamento y en nuestra sociedad… A esos escasos resistentes que nos procuraron una vida mejor con su resistencia -los que hacían que fuera peor están tranquilamente en sus mansiones insistiendo en sus propósitos, y lográndolo a juzgar por los resultados- y que aún quedan, les estamos condenando a morir solos, lejos de sus seres queridos y sin el necesario contacto humano y afectivo, y a veces en lamentables condiciones ocasionadas por la busca del máximo rendimiento de los negocios.
Somos indignos y despreciables, y si no abrimos los ojos, el nuevo paradigma del poder y el miedo será más egocéntrico y deshumanizado que el anterior, y mira que parecía difícil. A esa manipulación es a la que tenemos que tener miedo, no a los virus, por qué los seres humanos hemos vivido milenios en sintonía con la naturaleza y nuestra salud está más relacionada con el fortalecimiento de nuestra sistema inmune, y nuestra humanidad y estado emocional, que con las guerras contra los virus y demás gérmenes. Mientras tanto lo único que continuamos resistiendo aquí son las consecuencias de los últimos años del gobierno del PP porque aún funcionamos con ley mordaza y gran parte de sus reformas laborales, sin que tampoco se hayan desvelado los favorecidos por la amnistía fiscal, ni las más oscuras corruptelas del reino, a lo que se añade toda la nueva basura que nos echan encima. Pero resistiré, aunque ni siquiera puedan darte un beso para despedirte o ir a tu funeral.

5 comentarios:

  1. Hay quienes sostienen desde un sistema de referencia no antropocentrista que el hombre es un virus para la Tierra. 'Similia similibus curantur': Este otro virus parece ser una cura a la virulencia del hombre sobre la naturaleza y sobre el propio hombre.

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    1. Pues sí Darío, acertada teoría, pero no somos virus, porque ni comen ni defecan, como mucho parásito o gusanos. Deseo que todo siga bien por ahí,
      https://www.holisticoonline.com/la-tierra-esta-viva-y-crece/

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  2. Gonzalo Yvars Bravo10 de abril de 2020, 7:54

    ...y lo más fuerte es que la posible cura existe y está siendo ocultada y censurada. DIÓXIDO DE CLORO. Un producto obligatorio en las bolsas de sangre desde 1994, pero también, un producto que va en contra de los intereses de los todopoderosos laboratorios farmacéuticos.
    https://andreaskalcker.com/coronavirus-informacion-especial-para-medicos-e-investigacion/

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  3. el cura (que no la cura) existe y es un farsante alemán de apellido Kalcker y cuyo mérito es el de comprar títulos falsos en barcelona para fabricarse una biografía pretendidamente científica... personalmente me merece más fiabilidad una bruja/brujo de la escuela medieval

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    1. Aquí discrepo, conozco el producto y doy fe de que funciona.

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