Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Vientos y tempestades

   Según la teoría del caos el universo es un sistema físico, dinámico, con componentes relacionados entre sí, con una evolución en el tiempo y que sigue un modelo matemático casual. Dentro de las condiciones consideradas como iniciales de ese sistema, un leve cambio puede provocar considerables variaciones en otro punto espacio temporal del mismo sistema hasta el extremo de hacerlo irreconocible. Esto se conoce como efecto mariposa y se expresa en frase como “el aleteo de unas alas de mariposa puede provocar un tsunami al otro lado del mundo”.
Por otro lado el sabio refranero español, reforzando la enseñanza bíblica de que se recoge lo que se siembra,  advierte categórico quien siembra vientos recoge tempestades. Combinando las previsiones de ambas máximas podemos concluir que nuestras acciones pueden tener resultados más transcendentes, y catastróficos, de lo imaginable. Esa transcendencia se multiplica cuanto a más seres humanos afecta, de ahí que las decisiones políticas, las que regulan las normas y comportamientos de grandes grupos sociales sean las que más graves tsunamis pueden generar.  
En este sentido los fanatismos ideológicos son el caldo de cultivo de las peores aberraciones, y el gobierno de Rajoy ha escarbado en las más retrógradas ideologías totalitarias para remodelar la educación, introducir tasas judiciales desigualitarias y aprobar leyes mordaza, mientras que se abraza a las reincidentes tendencias neoliberales para desmantelar el estado con el fin de privatizar la mayoría de sus servicios y actuaciones en beneficio de la especulación privada y en perjuicio de los propios servicios, y de los ciudadanos y el bien común. Sus fanáticas actuaciones, ideológicas y económicas, han provocado tal tsunami social que la pobreza se ha instalado en un tercio de la sociedad española y ha arrasado con las esperanzas de una población con más de cinco millones de parados mientras el grueso de los gastos se dedica a financiar la deuda que sirve para rescatar ruinosas entidades bancarias y otros turbios negocios y tramas que salpican a las élites políticas de este país.
Con los vientos que están sembrando, quien sabe que tempestades recogerán, pero Rajoy y sus adláteres no deben olvidar que los abusos extremistas y fanáticos generan reacciones tan radicales como las que las originan. Tal vez deban recordar que por ejemplo ETA, cuyos muertos desentierran a conveniencia y cuyo terrorismo ha reportado jugosos beneficios a través de empresas de seguridad a algunos de los que lo critican, mientras mantienen ocultas y enterradas en las cunetas muchas de las víctimas del franquismo, surgió precisamente como reacción de una facción del independentismo vasco a la dictadura de Franco. El régimen del ferrolano sembró vientos que gestaron la tempestad etarra. Ahora el pontevedrés Rajoy aletea sus alas de tal modo que quizás el choque contra la sede de su partido, o los villancicos que le dedican se queden en una mera anécdota, y el tsunami tempestad creado arrastre a todos los corruptos politicuchos que nos gobiernan. Feliz navidad y renovador 2015.




lunes, 15 de diciembre de 2014

Sueños imposibles

    Hace ya algo más de 50 años desde que Martin Luther King pronunciara su célebre discurso, Yo tengo un sueño (I have a dream)  ante la ilusionada multitud de más de 200.000 personas que se reunieron el 23 de agosto de 1963 en Washington para reivindicar mayores derechos para las personas de color, pues cerca de 100 años después de la abolición de la esclavitud en los Estados Unidos muchos de sus ciudadanos de color continuaban sin tener el derecho a voto ni otros esenciales que les discriminaban claramente con respecto a los blancos. El sueño de King era la convivencia en paz e igualdad de todos los seres humanos y sin diferencias raciales, y su liderazgo al respecto le procuró el premio Nobel de la Paz en 1964 y morir asesinado el 4 de abril de 1968, a los 39 años. Parte de sus logros habían sido la ley de derechos civiles de 1964 y la ley del voto de 1965 aprobadas por el Congreso norteamericano para evitar la segregación racial, pero aún cincuenta años después de aquellas nuevas legislaciones igualitarias los rebautizados como afroamericanos aún deben manifestarse por diversas ciudades del país protestando por la impunidad con la que policías blancos maltratan a sospechosos negros, e incluso acaban con sus vidas.  Ciertamente aún le quedan muchos flecos que cumplir para que el sueño sea una realidad firme, pero es innegable que la igualdad entre negros y blancos ha aumentado en los Estados Unidos.

   Realmente la igualdad entre todos los seres humanos, más allá de su sexo, raza o creencias, es el sueño más maravilloso que nos pudiera suceder, porque así todos tendríamos los mismos derechos, obligaciones y oportunidades a lo largo de la vida, e incluso después de muertos, evitándose así que mientras unos cadáveres yacen anónimos en las cunetas otros descansen adecuadamente, como deberían hacer todos. Los motivos que pueden llevar a la segregación de cualquier tipo son variados: económicos, ideológicos, raciales,… pero quienes se oponen a una legislación para la memoria histórica que resarza a los vencidos por el régimen franquista de vejaciones o tratos injustos como el de permanecer enterrados en fosas comunes, ocultas y sin identificar el único motivo que pueden tener es el de mantener oculta una vergonzosa realidad. Ese mismo motivo de ocultar las propias vergüenzas subyace tras la permisiva actitud de los partidos con la corrupción de sus líderes, y aunque publiciten transparencia, se refugian en opacidad, leyes mordaza y politización y desmantelamiento de la justicia.
   Tal y como está el percal, sueño que algún día cercano haya justicia para una desigual memoria histórica y para que todos los corruptos y especuladores de este país paguen por sus delitos.   Quizás sea un sueño tan imposible como la paz o la igualdad humana, o en el fondo sean lo mismo, pero es todavía un sueño más imposible el de quienes defienden a capa y espada la honestidad del presidente del gobierno. Pretender que en el organigrama de corrupción que salpica al PP y sus cúpulas desde su reorganización y ascenso al poder en 1996 sus dos máximos responsables, Aznar y Rajoy, sean de los pocos libres de toda culpa es imposible. O son culpables de corrupción y están en el ajo, o lo son de negligencia por no enterarse de nada. Sea como fuere, hay motivos suficientes, políticos y legales, para que el presidente Rajoy presente su dimisión y convoque elecciones antes de que su corrupta mayoría absoluta, que ha tardado tres años en llegar a un pacto, y el podrido sistema sigan haciendo daño a este país. Sería el primer paso del sueño hacia su realización.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Conexiones galaico catalanas



Explicaba el genial Pepe Rubianes en su autobiográfico monólogo “Rubianes solamente” que él era un actor galaico catalán, ya que “nací en Galicia, aunque casi nunca he vivido allí, y catalán porque he vivido siempre en Cataluña, aunque nunca nací aquí”. Aquella fue una fructífera fusión entre las culturas más occidental y más oriental de este país llamado España cuyo resultado cristalizó en un humor inteligente, tan peculiar y personal que creó escuela entre humoristas y monologuistas.

Actualmente el único asomo de risa entre las conexiones del galaico presidente del gobierno pepero español y el catalán presidente de la generalitat convergente de Catalunya es el de reírse por no llorar y la única coincidencia entre ambos partidos gobernantes es la corrupción que les salpica hasta el tuétano. Por lo demás el gallego se empeña en la unidad nacional, que sustenta sus intereses y los de sus amigos, mientras que el catalán busca mantener “els seus i els del seus amics” en su pequeña parcela de poder, aún a costa de reivindicar una independencia que jamás defendieron, pues simplemente eran los amigos que hablaban catalán del régimen españolista correspondiente, bien fuera franquista, restaurador o absolutista.

El perdedor de la falta de conexión y diálogo es el pueblo catalán, ninguneado por el gobierno del galego Rajoy, delfín de Aznar, heredero de Fraga, franquista reconocido, en sus reivindicaciones culturales diferentes, y manipulado por el delfín del ex molt honorable català Jordi Pujol, socio en el pasado de Aznar y sus secuaces, y encarcelado por el régimen del caudillo ferrolano, como para rubricar el enfrentamiento catalán con el gobierno central presente desde que en 1700 se coronara rey el Borbón Felipe V, frente al candidato de los Austrias defendido desde Cataluña. Así pues las malas conexiones entre los países catalanes y el estado español proviene de lejos, pero centrémonos en las actuales relaciones galaico catalanas. Desde el gobierno del galaico Rajoy se azuzó a la fiscalía para que se querellara contra el pérfido catalán Artur Mas por consultar a sus gobernados sobre sus aspiraciones de independencia. La tendenciosa  ambigüedad de tildar de antidemocrática precisamente a una consulta que reflejaría la voluntad del pueblo fue abanderada por el entonce ministro de Justicia, Alberto Ruiz  Gallardón y secundada por todas las hordas peperas, lo que deja patente la nula conciencia democrática de todos ellos.

El desmantelamiento y la politización de la justicia promovidos por Gallardón continúan con su sustituto Rafael Catalá, que ya ha marcado marzo como fecha definitiva para alejar del caso Gürtel al juez Ruth, no vaya a ser que más carnaza pepera ocupe el banquillo. Catalá, que no es catalán, sino madrileño, fue secretario de estado de infraestructuras, cuyo cargo le supuso una conexión gallega indeseada pues lo ocupaba cuando el accidente de un tren Alvia en Santiago de :Compostela el 23 de julio del año pasado provocó 79 muertos y más de 140 heridos. La función de Catalá fue la de culpabilizar al conductor y eximir a administración y constructores de cualquier error o aspecto, ocultando y manipulando datos, no fuera a ser que ensuciaran la marca España y la de su alta velocidad. Quizá el premio a tan rastrera labor sea el ministerio. Otra con catastróficas conexiones galaicas fue Soraya Sáenz de Santamaría que era asesora jurídica de Rajoy mientras los hilillos de plastilina del hundido petrolero Prestige ennegrecían su futuro político. Los galaicos errores enterrados por Soraya, que no es catalana, sino vallisoletana, como las rancias raíces políticas de Aznar, tal vez fueron su pasaporte a la vicepresidencia. Pero ocultar los trapos sucios no es el único ingenioso método de trepar en la dominante política nacional. Desde las más oscuras profundidades de la FAES, laboratorio de ideas y captaciones y blanqueos del partido popular, se gestó, forjó y lanzó el Pequeño Nicolás, perfeccionado intermediario y conseguidor del neoliberalismo de la marca España cuyo primera víctima es el primer responsable de la misma, el secretario de estado de comercio, otro experimento surgido de la fundación aznariana, y con el gusto muy caro.

Nicolás tiene su conexión Galaica, pues al menos viajó a Ribadeo (Lugo) sobreprotejido por escoltas policiales del ayuntamiento madrileño, y su conexión catalana, pues entre otros negocios debía boicotear el independentismo de ERC, pero aunque también le envuelva cierto tufo de absurdo humor, no le llega ni de lejos al logrado por el irrepetible e inolvidable galaico catalán Pepe Rubianes que viendo los aires que invaden este corrupto país  seguro que se revuelve molesto desde allá donde esté, aunque una ley mordaza intente impedírselo.

lunes, 17 de noviembre de 2014

Corrupciones en la honestidad ( o ¡Me cago, ...Monago!)

Se quejan amargamente quienes se dedican a la política en este país de que la corrupción no es generalizada y afirman que la mayoría de los políticos son honestos. La misma doctrina es repetida por los propios interesados y por todas las estructuras del sistema destinadas a difundir y establecer sus bases, pues deben emplearse a fondo para tratar de despejar el dominante clima de corruptelas e irregularidades generalizadas que cuestionan profundamente la validez de la partitocracia bipartidista y oligárquica en la que ha degenerado la ejemplaridad con la que nos vendieron la restauración democrática española tras la muerte de franco.
Sin duda cuantitativamente tienen razón, y con toda seguridad hay más políticos honestos que corruptos, como hay muchísimas más personas honestas que corruptas. Es cuestión de mera estadística, aunque las peculiaridades de la política hacen que la extrapolación porcentual no resulte exacta, como tampoco lo son el alcance y la trascendencia de las corruptelas, básicamente  al tratarse de una actividad pública, que afecta a múltiples ciudadanos, y voluntaria, pues nadie puede ser obligado a ejercerla. Ambas premisas envilecen aún más a los políticos corruptos a la par que minimizan la credibilidad de los políticos que defienden la honestidad de la mayoría de quienes se dedican a la actividad pública, al menos en un sistema de partidos como el dominante en España.
Uno de los discursos favoritos de nuestros políticos es su voluntaria entrega a los ciudadanos y al interés común, e incluso a veces pretenden ensalzar la profundidad de su sacrificio con la consabida coletilla de que trabajando en la empresa privada ganarían más dinero. Ahí se producen las primeras contradicciones de una vocación que debe cumplir ciertas premisas, puesto que es la actividad de quienes aspiran a regir los asuntos públicos de los Estados. Como un religioso, un sanitario, un deportista o cualquiera que realice una actividad voluntaria y trascendente para su ser y otros más o menos numerosos, entregan su tiempo y empeños en defender y poner práctica aquello en lo que creen, sea un dios, una ciencia, un deporte o un objetivo personal; por eso no deja de ser rastrero que un cura, médico, deportista,… pretenda ensalzar públicamente su labor a través de aquello a lo que renuncia en lugar de engrandecerla a través de su trabajo; por eso es ser miserable afirmar que se está en política casi por hacer un favor y que se tiene la vida resuelta, y luego hacer de la actividad pública una lucrativa profesión y de aferrarse a los cargos más allá de la imputación, y recuerden señores políticos, que en un estado democrático están al servicio del bien común, no de las élites dominantes e intereses particulares, incluidos los propios. Eso no es honesto, quejosos señores políticos, aunque la mayoría de ustedes lo sean.
Lo que sucede en ese proceso de degeneración de su honestidad es sencillo.
Partamos de dos premisas básicas que exige la voluntaria actividad política democrática, debe velar por el interés de la mayoría del pueblo y sus candidatos elegidos directamente por él. El primer vicio del sistema es inherente a la esencia humana. Para ser elegido hay que ser conocido, y para querer ser protagonista de ese circo se debe tener cierto tipo de personalidad que diversos estudios psicológico y sociológicos señalan como autoritaria, vanidosa y hambrienta de poder, así que es muy probable que las candidaturas electorales estén repletas de gentes de este tipo, evidentemente también gracias a la pasividad y comodidad del resto. El segundo ingrediente que culmina el triunfo y generalización de las corruptelas en España, cuyo sencillo arraigo se sustenta en una larga tradición de ellas tanto durante el franquismo como en el resto de la historia de este ibérico conglomerado iniciado por los Reyes Católicos, es el funcionamiento vertical de los partidos políticos que gobiernan donde la democracia se diluye insignificante entre trepas e intereses en la que se potencia una casta en la que quien se mueve no sale en la foto. Las garantías de que lleguen al poder las personas más autoritarias, vanidosas y hambrientas de poder están servidas, y aunque esas características no sean causa directa de corrupción, tampoco son el caldo de cultivo ideal para la el florecimiento de la honestidad puesto que vanidad y poder se halagan y alcanzan fácilmente con dinero corrupto.
Sin duda hay más políticos honestos que corruptos, aunque el riesgo de corrupción es directamente proporcional al poder que se acumule y la falta de honestidad se da tanto en el corrupto como en quien le ampara, de ahí que sea complicado creer que se combate la corrupción amparándose en la honestidad pero apoyando, hasta un minuto antes de su imputación judicial e incluso de su ingreso en prisión, a compañeros de dudosa reputación, mientras les jalean públicamente. Encabezando el coro de aplausos y respaldos a muchos de los sospechosos de sus huestes se encuentra el innombrable, no vaya a ser que nos condenemos con solo citar su nombre, presidente del gobierno y del partido popular.


Cuando uno está tan en connivencia con los imputados más importantes y les alaba, además de compartir cotas de poder e ideologías, o comparte y justifica sus actuaciones ilícitas o no se entera de las mismas. En cualquiera de los dos casos estaría incapacitado para presidir un país, pues en el primero sería un delincuente y en el segundo un ignorante. Y ahora, en pleno proceso de regeneración inútil que dura ya cuatro años y en nuevo intento propagandístico de pretender hacer algo para acabar con las mínimas corrupciones que aceptan en lo que consideran un mar de honestidad políticas, les surgen un par de representantes, en lo que parece ser la punta de un gigantesco iceberg, que viajaban por la cara para asuntos particulares, y mientras uno dimite el otro se aferra al cargo y cambia de versión según el día y todas son jaleadas por sus compañeros de partido, pero ninguno de los dos paga. ¡Es que me cago,... Monago!

domingo, 26 de octubre de 2014

Protocolos peperos

La vigésimo tercera edición del diccionario de la RAE lo autoriza. Podemos llamar pepero al actual gobierno de Rajoy, pues se define como “perteneciente o relativo al Partido Popular español”, y nuestro registrador presidente y sus secuaces ministros a fe que lo son. Hasta la médula. Como también lo es la actual administración autónoma madrileña. Quizás por esa coincidencia pepera en los gobernantes de ambas administraciones, ambas también mantienen políticas desastrosas para la ciudadanía en cuanto a igualdad y protección social mientras sus dirigentes, junto a sus cómplices de otros partidos, sindicalistas y empresariales se forran con sobresueldos, tarjetas opacas y cargos en los más variados y lucrativos consejos de administración. Pero ciñéndonos a las funciones de poder en sus aspectos legislativos y ejecutivos, ciertamente estas execrables prácticas de gobierno no son exclusivas de peperos, y también las ejecuta con similar desfachatez CIU en Catalunya. Se desmantela cualquier atribución del estado relacionada con el estado de bienestar y se legisla a favor de selectas oligarquías y de promover la injusticia social y mayores diferencias entre ricos y pobres. Educación, sanidad, justicia, energía,… todo se legisla y ejecuta de tal manera que favorezca a una minoría adinerada y perjudique a la mayoría ciudadana. Bajo esas deleznables premisas parecen moverse los gobiernos peperos, con Rajoy al frente del central, y expandiendo al resto los bandazos en sus actuaciones y su protocolo de actuación, mostrándose implacable en sus intereses, pero ignorando hasta la dejación cuanto no le interesa o le incomoda.
Este artero modo de gobernar se hace más dañino cuanto mayor es la mayoría absoluta y lo ha efectuado el gobierno en prácticamente todas y cada una de sus decisiones si exceptuamos la controvertida reforma de la ley del aborto, en la que, de momento, han moderado sus intenciones aún a costa de la dimisión de Ruiz Gallardón. Por lo demás no han tenido ningún escrúpulo en incumplir su programa electoral o enfrentarse a las mayorías opuestas a sus decisiones y actitudes. De ese se han deteriorado los existentes fundamentos del estado en materias educativas, judiciales, energéticas, sanitarias,…con la misma desfachatez con la que eluden cualquiera de las múltiples corruptelas que empapan las filas populares o las negligencias de algunos de sus dirigentes en el ejercicio de sus funciones. En este sentido es especialmente indicativo de las dañinas actuaciones de los gobiernos peperos y sus prepotentes actuaciones y protocolos todo lo relacionado con el virus Ébola.      
Primero el gobierno central decidió traer de África a los religiosos españoles afectados por la enfermedad. Lo hizo a bombo y platillo, como demuestra la profusión informativa y las coloridas caravanas que acompañaron al traslado; y sin evaluar costes, ni económicos, pues aunque se estimó en unos 200.000 euros es imposible saber cual fue exactamente, ni éticos, ya que se ignoró la voluntad de los afectados y a sus compañeros, ni organizativos, puesto que se obviaron todos los posibles riesgos de la actuación, tal y como se han demostrado. Previamente el gobierno pepero de la comunidad de Madrid había desmantelado el hospital de Carlos III, que funcionalmente estaba destinado a tratar este tipo de enfermedades y era el único capacitado para hacerlo. Así una administración le pasó a la otra un marrón generado por las decisiones y políticas de ambas, y a los responsables de las dos, y de que ni los medios ni la preparación y protocolos fueran las adecuados, sólo se les ocurrió culpabilizar de todo a la sanitaria de enfermería, Teresa Romero, que, en el desempeño de sus funciones, se contaminó. En el prepotente modo de gobernar pepero, hasta entonces todo había sido implacabilidad y bombo en su propagandística decisión de expatriar a los religiosos contagiados, y dejadez hasta el abandono en cuanto a sus consecuencias. Una vez contagiada Teresa Romero la implacabilidad se volcó sobre su culpabilidad, y aunque más tarde trataron de rectificar, ya la habían cagado, hasta con su implacable intento de convertir su dejadez en eficiencia que aún sigue coleando. Se sacrificó al perro Excalibur y Teresa aún sigue incomunicada desde que ingresara en el Carlos III el pasado 6 de octubre y a pesar de que ya ha superado todos los tiempos protocolarios de contagio. Un paradigmatico ejemplo al que acuden nuestros neoliberales gobernantes, Estados Unidos, una sanitaria con perro, como Teresa, se contagió una semana después que ella del temible virus. El perro no se sacrificó, y ella no sólo no está aislada sino que hace un par de días era recibida y abrazada por Obama.



También el protocolo de Rajoy le llevó a visitar el Carlos III. Dentro de las vorágines propagandísticas llegó a bombo y platillo, miró de lejos a los afectados y aprovechó para grabar su hombrada con el fin de posteriormente distribuirla entre los medios de difusión, por si, como viene siendo habitual, comparecer ante los periodistas le pudiera contagiar alguna enfermedad peligrosa o alguna pregunta incomoda. Suerte que en este protocolo pepero el sacrificado fuera sólo el perro.  


viernes, 10 de octubre de 2014

Errores humanos



Ya está decidido. Nuestros gobernantes han encontrado que el principal culpable de toda la situación de alarma sanitaria provocada por el virus Ébola que invade últimamente este país hasta rozar la neurosis obsesiva y saturar los medios de difusión de masas es, como casi siempre, un error humano. Indefectiblemente cualquier actividad efectuada por humanos es susceptible de sucumbir a sus errores y está expuesta a ellos. Eso es inevitable. Lo preocupante es que siempre sean los demás los que cometen los errores. El grueso de las huestes populares y sus hordas mediáticas han decidido que el error humano culpable de la descontrolada situación proviene de la auxiliar de enfermería, Teresa Romero, precisamente la principal víctima de toda la catástrofe hasta el momento.

El principal adalid de la obtusa acusación es el consejero de sanidad de la comunidad de Madrid, Javier Rodríguez, quien no duda en cuestionar la profesionalidad de la auxiliar e incluso su inteligencia, afirmando que ocultó datos, que unas personas necesitan más formación que otras y que, en cualquier caso, para ponerse o quitarse un traje no hace falta un master. Aunque algunos miembros del PP han denostado claramente el discurso de Rodríguez, la posición oficial y difundida a través de sus voceros mediáticos no dista mucho de los contenidos amparados por el consejero madrileño, y convertidos en norma general para encontrar culpables externos y errores humanos ajenos en todos los contratiempos sufridos por los gobiernos populares. Concretamente en el caso que nos ocupa, Teresa Romero no hubiera cometido el error de contagiarse con un virus que llegó a España financiado por un gobierno cuyas propagandísticas ansias humanitarias provocaron la repatriación de misioneros sanitarios españoles contagiados por el virus Ébola en África. Sin entrar a valorar el noble gesto, quizás efectuado para satisfacer a la misma religión a la que afrentaría con la supresión de la gallarda reforma del aborto porque otros españoles en peligro de muerte no son socorridos y otros afectados por el Ébola no son repatriados si no son españoles, constituye un despropósito más dentro de la retahíla de ellos con los que nos gobiernan. Cuando menos, fue un garrafal error humano trasladar a un país que está desmantelando y precarizando la sanidad  pública y a sus profesionales con el fin de desprestigiarla para potenciar su privatización a enfermos contagiados por una enfermedad peligrosa para ser cuidados por unos trabajadores no preparados para ello y sin darles la formación ni los medios adecuados. Otro más de los descomunales errores que cometidos por los gobernantes populares y que intentan ocultar bajo la búsqueda de culpables individualizados a quienes achacan errores humanos para eximirse a si mismos de responsabilidades. 

 

 

En el fondo tal vez tengan razón, al fin y al cabo quienes legislan y gobiernan empobreciendo al pueblo, incumpliendo la ley de dependencia, recortando sanidad y educación así como las prestaciones y ayudas a los parados y más desfavorecidos, mientras permite los desahucios y rescata a las entidades bancarias que los amparan y enriquece a las grandes empresas legislando para fomentar sus beneficios y favorecer condiciones laborales de miseria no pueden cometer errores humanos porque sencillamente son inhumanos, como quienes les amparan y permiten su poder.

jueves, 2 de octubre de 2014

Abortos tardíos

La dimisión de Alberto Ruiz Gallardón como ministro de justicia el pasado día 23 de septiembre puso un inesperado fin a la restrictiva ley del aborto programada por el Partido Popular. El acontecimiento es, sin duda, un éxito momentáneo para la amplia mayoría que considera retrógrados los contenidos barajados en la reforma popular propuesta por el exalcalde de Madrid. Pero mientras las instituciones parlamentarias de este país estén dominadas por las actuales tendencias gubernamentales, entre el neoliberalismo económico y el medievo ideológico, el riesgo de que se intente un nuevo asalto a la ley en vigor es elevado. En cualquier caso, y aunque este proyecto se haya abortado a tiempo y no pueda afectar negativamente a ninguna mujer española, puesto que quien no quiera abortar no está obligada a hacerlo, el ínclito Gallardón y las directrices de Rajoy ya habían hecho el suficiente daño a la justicia española aprobando medidas como la mal llamada Ley de Justicia Universal, que nacida con el fin de que los gobiernos usamericano y chino, y sus adeptos, puedan actuar impunemente, extiende esa impunidad a cualquier delincuente sin un vinculo territorial o legal con España.
Las actuaciones del peor ministro de la materia en la restaurada democracia española ya había logrado con anterioridad que la Justicia española perdiera cualquier atisbo de la igualdad y equidad que la debe caracterizar con la  aprobación de la Ley de Tasas que impone el pago de las mismas para determinados tipos de recursos y situaciones, además de ceder a los intereses comerciales el registro civil, el único que afecta a todos los españoles en algún momento de su vida o muerte. La cesión puede suponer un suculento negocio para los registradores que asumen su gestión una vez ya informatizado por el estado tras invertir más de 120 millones de euros. Entre los favorecidos por la decisión están la nuera del propio Gallardón, con su registro en Villalba, localidad lucense que vio nacer a Manuel Fraga Iribarne, y el presidente Rajoy, con su registro en Santa Pola, localidad alicantina que por su volumen registral se había desdoblado en dos registros pero que el pasado año mediante un decreto volvió a ser uno, el del Mariano Rajoy Brey.
Así pues, el aborto de Alberto Ruiz Gallardón al frente del Ministerio de Justicia ha sido demasiado tardío. Incluso si hubiera abortado antes de la práctica política, a la que lleva dedicado más de 30 años, el ayuntamiento de Madrid tal vez no sería el más endeudado de España y la comunidad madrileña no tendría medio privatizadas la educación y la sanidad. Controvertido y contradictorio, es un acérrimo defensor de la familia, aunque dentro de la familia política popular se encuentre su más encarnizada rival, Esperanza Aguirre. Pero a pesar de todo, y como en las más profundas familias de las mafias italianas, cuatro días después de dimitir como ministro de justicia y de anunciar su retirada de la política, fichó como consejero permanente del Consejo Consultivo de la comunidad de Madrid. El cargo, similar al que ocupan otra decena de momias políticas, básicamente del PP, pero también socialistas de renombre como Joaquín Leguina, reportará al veterano político, y fiscal en excedencia en Málaga desde 1983, cerca de 87.000 euros anuales, más que el presidente del gobierno, por apenas una reunión semanal para tratar nimios temas y adoptar decisiones no vinculantes. La creadora de semejante nido de poltronas doradas en 2008 fue la lideresa Esperanza Aguirre, archienemiga del recién nombrado, lo que deja claro que más allá de la desavenencias en la familia, si es uno de los nuestros no le faltará un buen sillón con sus excelentes prebendas. 
 
A veces cabe pensar si hubiera sido más justo para la humanidad que por ejemplo personajes como Hitler hubieran visto truncada su existencia por alguna complicación inesperada. Ese sería un caso flagrante, pero sin duda hay muchos más casos en que sus protagonistas han hecho tanto mal que merecen formar parte de los abortos que son demasiado tardíos.

miércoles, 13 de agosto de 2014

Robin Williams, más allá de los sueños

El pasado 11 de agosto el actor norteamericano de Chicago, Robin Williams, decidió poner fin a sus actuaciones en esta vida. Hasta entonces el genial interprete, había sido capaz de arrancar sonrisas, risas y carcajadas con la misma intensidad con la que podía contagiar al espectador las más profundas y sentidas emociones.
Sin el habitual físico de los galanes se ganó al público a partir de las comedias televisivas con las que se inició en la década de los setenta, tras abandonar sus estudios de política, para en la década siguiente comenzar su fulgurante carrera cinematográfica en la que, de un modo u otro, participó en una setentena de films, en algunos como secundario, pero en muchos como protagonista, incluso sólo prestando su versátil voz a dibujos animados. Precisamente su facilidad para imitar e improvisar le convirtieron en un actor especial, capaz de innovar los proyectos de guionistas y realizadores hasta el punto de reescribirse los guiones adecuándose a sus aportaciones.
Nos permitió soñar llevándonos al país de nunca jamás en Hook, interpretando a un avanzado androide en El hombre bicentenario, al presidente Theodor Roosvelt en la saga de Una noche en el museo, a la señora Doubfire o a Jumanji, en sus peliculas homónimas, al soldado protagonista de Good morning Vietnam, o a tantos otros inolvidables personajes. También nos hizo recapacitar en Despertares, dando vida al neurólogo que tuvo que enfrentarse a sus propios miedos y a su entorno con sus avances investigadores en la encefalitis letárgica; en Jack, siendo el niño protagonista, que sufre una enfermedad similar a la progenia, que le hace envejecer aceleradamente, al doctor Pach Adams en su intento de reivindicar la risoterapia, o al psicólogo capaz de orientar al Indomable Will Hunting, lo que a la postre le sirvió para obtener el oscar al mejor actor secundario, que junto a cinco globos de oro fueron los galardones más importantes de su carrera profesional, aunque sin duda el reconocimiento del público constituyó su mayor éxito.
Lamentablemente, como certifican sus amigos, vivió más para hacer reir y disfrutar a los demás, olvidándose de si mismo y de su propio dolor y entregándose a la fatalidad de los personajes de algunas de sus memorables películas que acabaron suicidándose, como uno de sus alumnos del Club de los poetas muertos, o a su esposa en Más allá de los sueños, donde nos descubre como, más allá de la vida nos espera aquello que seamos capaces de crear.
Si bien actuar no es crear, sino representar, la peculiridad de este actor creaba realmente a sus personajes. Gracias, Robin Williams, por  habernos hecho reir, soñar y pensar, sólo con tus interpretaciones, y más allá de espectacularidades, bellezas impactantes y efectos especiales.

viernes, 8 de agosto de 2014

Sobre hábitos, monjes, comparsas y mamandurrias



Si pretendiéramos establecer una teoría consensuada de cuando surgieron los primeros monjes, entendidos como los individuos pertenecientes a alguna de las órdenes monacales religiosas sujetos a reglas comunes, o desde cuando se denomina hábito a sus vestimentas, entraríamos en una previsible discusión sin fin que tampoco tendría demasiado sentido, así que convengamos que la expresión “el hábito no hace al monje” ya fue empleada por Cervantes a finales del siglo XVI en su obra, con lo que su solera y trascendencia es evidente, pues aún hoy se utiliza con cierta asiduidad. El significado del manido dicho viene a querer decir que las apariencias pueden no tener nada que ver con la realidad,  especialmente las apariencias externas y los valores que debieran representar los cargos con el comportamiento y actitudes que estos debieran conllevar realmente.
Quinientos años después de que aquella frase tuviera tal uso como para que un reconocido literato la empleara en sus textos, no los monjes exclusivamente, sino muchos de los componentes de la estructura eclesiástica católica han demostrado sobradamente que sus hábitos, o demás vestimentas, no les convierten en los religiosos que, por ejemplo, han realizado voto de castidad, pues entre sus filas se daba, o da, un gran número de casos de pederastia y de abusos sexuales.
La expresión es más apropiada cuanto más profundo debe ser el compromiso social del individuo con la función que supuestamente representa, de ahí que en aquellos tiempos de absolutismos, monarquías, señoríos y aristocracias las mayores igualdades sociales fueran las espirituales, y de ahí que los monjes y los hábitos fueran sus protagonistas. Actualmente, con las democracias, la principal función social recae sobre los cargos públicos que supuestamente representan a los ciudadanos y actúan a favor del bien común. Estos colectivos, si bien no están obligados a utilizar hábitos comunes, ni tan siquiera la corbata, por mucho que no usarla indigne al patéticamente insigne José Bono, tratan de fomentar su prestigio y funcionalidad a través de los tratamientos con los que aparejan sus cargos. La escala de estas fórmulas está compuesta de mayor a menor su excelencia, su ilustrísima y su señoría. Así son “Excelencias” los miembros y ex miembros del gobierno, los embajadores, los delegados del gobierno, los presidentes de casi todas las comunidades autónomas, los diputados y senadores, los eurodiputados, los alcaldes de las grandes ciudades y algunos componentes del Consejo de Estado, Reales Academias y otras variadas instituciones, entre otros; coincidiendo básicamente con las más altas cúpulas de las diferentes administraciones, justicia y ejercito y cuerpos de seguridad. Entre las “ilustrísimas” están los segundos espadas de las “excelencias”, mientras que la tercera división la ocuparían el siguiente nivel de cargos de confianza y electos, incluyendo la gran mayoría de alcaldes y de jueces, además de los notarios de las plazas mas importantes, así como los registradores, de tal modo que Mariano Rajoy es excelencia como presidente y diputado y señoría como registrador, pero como ser humano no pasa de ser un impresentable mediocre.
En este simbolismo de extender los hábitos al prestigio de los títulos protocolarios es habitual que entre nuestros representantes políticos abunden los ineptos trepas sin escrúpulos disfrazados de serviciales servidores públicos que sonríen cínicamente mientras traicionan la esencia de sus grandilocuentes títulos y saquean lo público en beneficio propio. Quizás el actual paradigma de esa innegable realidad de que el hábito conferido por una respetable y rimbombante denominación no haga a un monje digno de ella lo constituye Jordi Pujol, quien no es excelencia, por la peculiaridad catalana, sino Molt Honorable, ya que fue durante 23 años president de la generalitat de Catalunya. Pujol ha demostrado que en vez de muy honorable es muy despreciable, al admitir que en 35 años no había encontrado el momento de regularizar la situación fiscal de una herencia ocultada en Suiza, o muy corruptible, pues es complicado justificar tan abultada fortuna en su familia. Matas, Fabra,… son otros de los numerosos y despreciables ejemplos de una casta política más próximos a la podredumbre que a la excelencia.
Esto sucede así porque cuando un mediocre adquiere cierta cota de poder se convierte en un prepotente, lo que a su vez degenera en tiranía y exceso de poder y utilización del mismo en beneficio propio. Ejemplos hay de sobra en la historia. Stalin, Mussolini, Hitler, Franco,… fueron mediocres universales que degeneraron hasta límites insospechados, pero a otro nivel también lo son Felipe González, José María Aznar o Mariano Rajoy, por citar algunos de los que aún tienen poder ahora. Esa degeneración de la política es posible porque el sistema se sustenta en un bipartidismo alterno, en el que sólo ascienden los adeptos al entramado, y que se ocupa de perpetuar un sistema corrupto, mientras los comparsas y los voceros mediáticos les hacen el caldo gordo desde sus púlpitos. Uno de los más significativos estandartes de las cavernas informativas que pretenden restaurar retrógradas ideologías clasistas y desiguales lo constituye el director del diario La Razón, Francisco Marhuenda, quien cada vez que abre su hedionda boca insulta a la inteligencia humana con la misma intensidad que denigra a los catalanes cada vez que afirma que él nació en esas tierras.
El resultado de la explosiva mezcla de mediocres políticos corruptos con hábitos, no de vestimentas sino de costumbres, demasiado comunes, y de todo un entorno informativo y propagandístico que trata de justificarles y prestigiarles son especímenes como Esperanza Aguirre.  Aguirre, su excelencia como ex ministra y ex presidenta de la comunidad de Madrid, y su ilustrísima como condesa consorte, aunque ya de por sí procedente de la alta burguesía madrileña, es otro mediocre ser humano que lleva viviendo de la política desde 1982 y desprecia y humilla al ciudadano de a pie con afirmaciones tales como con su sueldo de casi seis mil euros netos apenas puede llegar a fin de mes o cuando aseveraba en julio de 2012 que había que acabar con los subsidios, subvenciones y mamandurrias.


Su Excelentísima señora Aguirre, usted no es tan ilustrada como su ilustrísimo cargo invita a pensar y ha errado en su exhibición cultural, y se ha herrado a sí misma con ello, pues una mamandurria es según la RAE el “sueldo que se disfruta sin merecerlo, sinecura, ganga permanente”. Los subsidios y subvenciones a los que usted se refiere se basan en derechos adquiridos o necesarias ayudas sociales, las descomunales mamandurrias son las prebendas de muchos políticos, sus inútiles salarios y las compensaciones con que agasajan a empresas y bancos para garantizar sus poltronas en los consejos de administración; y además de todo, en muchos casos, sus guardaespaldas se pagan con dinero público.


miércoles, 23 de julio de 2014

España y sus marcas




Mientras el BBVA compra por poco más de 1.100 millones el conglomerado Catalunya Banc, compuesto por entidades financieras cuyas nefastas gestiones han costado a las arcas públicas cerca de 20.000 millones de euros, y los poderosos clubs del fútbol español se hacen con los servicios de los más destacados jugadores del pasado mundial de fútbol a través de multimillonarios contratos, casi un tercio de los niños españoles, por citar sólo uno de la dramática realidad de este país, apenas se alimentará adecuadamente este verano, a lo que se sumará, además, el frío que pasaran en invierno.
El excelente regalo, que supondrá al banco presidido por Francisco González duplicar su presencia  en Catalunya, nos costará a todos los españoles alrededor de 12.000 millones de euros, que jamás se recuperarán como ya admitió el año pasado el ministro de economía, Luis de Guindos, es en gran parte obsequio del sistema político español, pues no olvidemos que ellos así lo han legislado, y ellos mismos llevaron a la ruina al sistema de cajas de ahorros desde que entraron en sus consejos de administración.
Si Blesa, Rato y demás negligentes dirigentes del engendro Bankia fueron generadores de una ruina que costará al estado unos 24.000 millones de euros, no les va a la zaga las aportaciones protagonizadas por el ex vicepresidente y ex ministro socialista,  Narcis Serra, como, entre 2005 y 2010, nefasto presidente de Caixa Catalunya, causante de la gran parte de las pérdidas de la estructura financiera regalada ahora al BBVA.
También debemos a nuestros políticos poder disfrutar en nuestros campos de fútbol de las rutilantes estrellas que por cada patada que dan al balón cobran más que todos los salarios acumulados a lo largo de toda tu vida laboral, pues ellos son los principales interesados de mantener un circo balompédico que según el propio gobierno el pasado otoño acumulaba una deuda superior a los 500 millones de euros con hacienda, y de más de 4 millones de euros con la seguridad social. Esos  datos se referían solo a la primera división y a los clubs convertidos en sociedades anónimas, pero no se contabilizan las cifras de Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna, que mantienen en el oscuro anonimato según el propio gobierno porque El suministro de esta información, habida cuenta del reducido número de clubes que no tienen la consideración de SAD, podría vulnerar la confidencialidad que impone el ordenamiento jurídico al permitir la identificación indirecta de la deuda de algún club en concreto”
Para hacernos una ligera idea de las tramas entre el mundo futbolístico y fiscal recordemos que Messi deberá pagar a hacienda 33 millones de euros y el barça la decena de millones que había distraído de pago en el caso Neymar.
Los datos barajados por el Consejo Superior de Deportes desvelaban que en la temporada 2010-2011, la deuda de los 16 clubes de primera división, exceptuando Real Madrid y Barça, superaban los 2.190 millones mientras que la que acumulaban los dos grandes citados se aproximaba a los 1.170 millones, gran parte de ella con entidades rescatadas como Bankia. Aunque las entidades deportivas disfracen las cifras con las triquiñuelas de los vericuetos financieros y económicos, su deuda es tan real como el hundimiento de la estructura bancaria de las cajas de ahorros. Parece no haber crédito para autónomos, emprendedores y pequeña y mediana empresa, pero para que los clubs deportivos fichen las atracciones del circo.  

La desfachatez de esta marca España  que nos pretenden vender alcanza extremos tales que se asumen con dinero público los despilfarros de una banca politizada y especulativa, que a su vez financia el circo deportivo con el que pretenden entretenernos, olvidándose hasta del pan que debe garantizar la supervivencia de los estratos más desfavorecidos del pueblo. Una vez más nuestros negligentes representantes velan por los intereses de los poderosos y por los suyos propios.
Bajo esos mismos errores sucumbieron civilizaciones, imperios y sistemas de gobierno, y el actual seguirá el mismo camino desde el momento en el que la miseria de las masas alcance el umbral crítico, y dejen de preocuparse del fútbol, y demás espectáculos circenses que se han convertido en el nuevo opio del pueblo, y de creer en los farsantes que dirigen el cotarro. En ello estamos.

domingo, 20 de julio de 2014

Terrorismo y agitadores



El uso del terror, entendido como la perpetración de actos violentos para coaccionar a sociedades o gobiernos con el fin de alcanzar criterios u objetivos  diferentes a los seguidos, existe desde el momento en que se configuraron estados con el tamaño y la fuerza suficientes como para mantener dominados a unos súbditos con la capacidad y el descontento suficientes como para rebelarse ante el poder establecido. Obviamente, hasta la aparición de las democracias, en las que supuestamente la soberanía recae en el pueblo que con su voto elige libremente a sus gobernantes, los actos terroristas se teñían con cierta legitimidad, al ejecutarse contra los totalitarios poderes impuestos. Ahora esa supuesta legitimidad tiende a diluirse en la legitimidad que los aires democráticos  infunden a los sistemas de gobierno, hasta el punto de que el terrorismo de estado, el que ejerce el propio gobierno contra sus detractores, es a veces justificado.
El término terrorismo se utilizó por primera vez en la Revolución Francesa de 1789 cuando el gobierno revolucionario de Robespierre encarcelaba o ejecutaba a sus opositores monárquicos sin respetar las garantías procesales, y pretendiendo implantar connotaciones claramente negativas ante estos actos terroristas empleados por el estado. Más tarde algunos de los opositores al régimen zarista adoptaron las tácticas violentas jacobinas introduciendo en ellas el concepto de reivindicación política  ante la tiranía, lo que más tarde se encargarían de remarcar los ideólogos marxistas para diferenciar el terrorismo arbitrario de la violencia destinada a librarse de despóticas opresiones. Posteriormente la palabra se empleó para condenar las acciones anarquistas, pero el difundido sentido actual lo adquirió a partir de la propaganda nazi cuando se refería en esos términos a la resistencia  que surgía en los diferentes países ocupados por el régimen fascista de Hitler, aunque posteriormente, tras el fin de la guerra fría y de la amenaza comunista, el terrorismo se convirtió en el descalificativo cajón de sastre en el que cabía cualquier actividad contraria a los intereses capitalistas.
A nivel institucional se ha tratado varias veces de delimitar el terrorismo y ya en 1937, la Sociedad de Naciones, predecesora de la ONU, lo definía como cualquier acto criminal dirigido a causar el terror sobre determinas personas, grupos o público en general. En 1996 la asamblea de la ONU debatiendo sobre el asunto, concluyó una definición similar, aunque subrayando lo injustificable de todo acto terrorista, y posteriormente, las comisiones de expertos dilucidaron que el terrorismo era todo lo referido como tal en las diferentes legislaciones y reglamentos, abriendo la posibilidad de determinar como tal cualquier acto  que así se desee, según criterio de los poderes establecidos.
En España, la peculiaridad de una dictadura plácidamente consentida por las democracias occidentales durante casi ocho lustros, propició el surgimiento de algunos movimientos políticos radicales que utilizaron el terrorismo como arma. El grupo más efectivo, conocido y longevo fue ETA que surgió a finales de los cincuenta, para comenzar su actividad violenta ya iniciados los sesenta y cometer su más afamado atentado en diciembre de 1973, cuando acabaron con la vida del entonces presidente del gobierno, Luis Carrero Blanco. La complejidad de la acción y la escasa infraestructura del grupo terrorista, junto con las circunstancias que propiciaron el suceso invitan a pensar que tuvieron que contar con colaboración extra, que destacados autores coinciden en indicar que procedió de la agencia norteamericana de inteligencia, CIA, en su tarea de construir una monarquía constitucional cimentada en el rey Juan Carlos I. Tras la restauración de la democracia y las correspondientes discrepancias ideológicas, un sector del grupo continuó con los atentados terroristas hasta que las diferentes negociaciones por parte de los sucesivos gobiernos, treguas y rupturas de las mismas, anunciaron el alto el fuego en septiembre de 2010, el cese definitivo de la actividad armada en octubre de 2011, y hoy mismo 20 de julio de 2014, mediante un comunicado ha anunciado el desmantelamiento de sus estructuras logísticas y operativas, y el tránsito hacia la “confrontación democrática”.
Sea como fuere, la actividad de la banda ha servido durante todos estos años para establecer el principal enemigo del régimen constitucional español, y por ende, el enfrentamiento con sus ideologías como el mejor modo de defender el sistema instaurado y, dicho sea de paso, también ha procurado jugosos beneficios a compañías de seguridad privada y guardaespaldas.
En esa tesitura, la condena al terrorismo de ETA se erigió durante sus años de asesina actividad como el discurso que cohesionaba a las fuerzas democráticas, y quien no lo suscribía era tachado de antidemócrata. A medida que la banda abandonaba la violencia algunos movimientos políticos trataban de aproximarse para alcanzar antes la ansiada paz, aunque la intransigencia anidaba en algunos de ellos, especialmente en los más españolistas y radicales de derechas, herederos del franquismo y de las más profundas ideologías absolutistas.
Ahora esas facciones más extremistas y conservadoras, ante la aparición de tendencias ideológicas y políticas que cuestionan la integridad de un sistema que ha degenerado en una corrupción institucional excesivamente generalizada, pretenden desprestigiarles desenterrando las trasnochadas acusaciones de ser unos comunistas y no condenar el terrorismo. Esos mismos agitadores, que pretenden crear hostilidad ante los nuevos movimientos que conquistan las urnas y amenazan con cambiar las estructuras establecidas, no dudan en comerciar con cualquier tipo de terror si les aporta beneficios y jamás han condenado el terrorismo franquista que atentó contra un gobierno legítimo y democrático e instauró un régimen de terror durante cuarenta años. Ellos son los terroristas y agitadores que pretenden condicionar nuestras vidas para continuar en sus poltronas de riqueza y poder mientras el pueblo se empobrece. Lo preocupante es que continúen  ganando elecciones.

  

viernes, 11 de julio de 2014

El regenerador ejemplo televisivo



Desde que llegaran al poder las hordas populares se sabía que el ente público RTVE iba a ser una de sus más virulentas víctimas, pues contábamos con los precedentes de los gobiernos de Aznar y su inefable Alfredo Urdaci, o de los de otros ínclitos populares en Telemadrid o Canal Nou valenciano. La cuestión era, pues, hasta que punto iban a llegar en su regeneración, para así hacernos a la idea de cual podía ser el parangón para el resto de sus actuaciones.
Tras realizar una notable purga ideológica entre sus profesionales, destrozar la calidad de sus programas hasta relegarlos a horarios intempestivos y convertir la programación en un bucle de mediocridades o repeticiones que han relegado sus audiencias a mínimos históricos. Los sucesivos recortes, siguiendo un “Plan de eficiencia” desde 2012, han llevado al ente a la ruina, pues a pesar de los mismos sigue generando déficit y es muy probable que el siguiente sacrificio sea el cierre del canal Teledeporte, no en vano es el único que no les sirve para difundir su propaganda, pues el deporte es aséptico.
Cabe preguntarse cómo después de tanto recorte en personal y calidad sigue generándose déficit. Quizás parte de la explicación se encuentre en acontecimientos como la final de la champions entre el Real Madrid y el Atlético de Madrid celebrada el pasado 24 de mayo en Lisboa. El ente público desplazó a la capital portuguesa cerca de centenar y medio de personas, incluyendo una veintena de directivos, con los gastos de viajes y dietas correspondientes. Hasta la propia organización se sorprendió de la petición de tantas acreditaciones, puesto que toda la parte técnica corría por cuenta de un canal privado, que apenas desplazó medio centenar de profesionales para cubrir un evento al que media capital madrileña quería acudir. Muchos de los excesos en las regeneraciones de Telemadrid y Canal Nou, efectuadas por administraciones populares, también iban destinados a agasajar  colegas y premiar adeptos, mientras se recortaba en calidad y personal.
En realidad el regenerador ejemplo televisivo es el seguido en todo aquello que se quiere privatizar, incluidas sanidad y educación. Los recortes en personal y medios degeneran la calidad del servicio, lo que se agrava con la pésima gestión presupuestaria. De ese modo demonizan la pésima gestión pública, de la que son responsables, y alaban la excelente gestión privada que engordará sus bolsillos y los de sus amigos, mientras sólo presta el servicio a quien lo puede pagar. Esa es la finalidad de la regeneración neoliberal. 
Y si todo eso no funciona, se aprueba un decreto-ley, casi, casi, como hacía Francisco Franco Bahamonde, y otros absolutistas grandes de España, tanto como pretenden serlo muchos de nuestros actuales dirigentes.

domingo, 6 de julio de 2014

Regeneración y necrosis



En biología, la regeneración es la capacidad de un organismo vivo para reconstruir por si mismo sus partes dañadas o perdidas. El término se ha utilizado habitualmente para referirse a diversas actividades humanas cuando, por circunstancias, su reorganización funcional se hacía completamente necesaria. Ciertamente los actos humanos están vivos, pues tienen la capacidad de modificarse junto con las voluntades que los controlan. En este sentido, la política, entendida como la actividad que rige los asuntos públicos, históricamente, ha sido variadas veces objeto de debates sobre la necesidad de su regeneración, lo que es indicativo de lo nefastamente que funcionaban sus contenidos o estructuras.
Durante los últimos años, las alegrías y excesos de la burbuja del ladrillo, tras su explosión, no solo ha dejado una hecatombe de paro, despilfarros y deuda que incrementan la pobreza de los ciudadanos y recortan notablemente los derechos, servicios e incluso las libertades, amparados por el estado de bienestar, sino que ha descubierto la vergonzosa realidad de las instituciones sobre las que se sustentan las estructuras del Estado. Con una monarquía bajo sospecha y sus organizaciones políticas, sindicales y empresariales, prácticamente corrompidas proporcionalmente a las cotas de poder alcanzadas por las mismas, los datos que se van conociendo al respecto han provocado una creciente indignación ciudadana que cada vez cuestiona más la bondad del sistema.
Paralelamente al destape por parte de los medios de difusión de los desmanes, sus protagonistas, especialmente políticos, han introducido el término regeneración en sus discursos, sin demasiada efectividad hasta el momento, con excepción de la abdicación de Juan Carlos I.
Tal vez el detonante en la aceleración de la toma de decisiones regenerativas hayan sido los resultados de las últimas elecciones europeas que reflejan un notable emerger de fuerzas políticas diferentes a las que han ejercido el poder hasta ahora y que, además, denuncian sus reprobables actuaciones. El miedo a que el despertar ciudadano ante sus tropelías les desmonte de las numerosas y nutridas poltronas que han creado, y las desmantele, les ha hecho reaccionar. Recientemente el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, como siempre estando fuera del país, proclamó la necesidad de la regeneración democrática en el reino que preside.


Lo cierto es que las medidas que propone más que regenerar, degeneran la paupérrima salud democrática de este país. Anunciar la reducción de aforados cuando se acaba de incrementar con dos más, convirtiéndose en el único país del planeta con dos reyes y dos reinas legales, y aforados, no deja de ser una presidencial tomadura de pelo más, y la propuesta de que los alcaldes sean los cabezas de las listas más votadas, un regreso a un pasado que en absoluto fue mejor, al que también pretenden regresar en leyes como las del aborto o la de seguridad ciudadana.
El regeneracionismo fue un movimiento intelectual que surgió a finales del siglo XIX como reacción a la decadencia de España como nación, y más concretamente como denuncia a la corrupción generada por la alternancia de partidos en el poder impulsada por Cánovas durante la restauración borbónica, que había empujado al pueblo a la miseria, generando grandes e improductivos latifundios mediante sospechosas desamortizaciones, fomentando el caciquismo y el triunfo de una oligarquía política y económica. Recordemos que en medio de esa vorágine de desamortizaciones y corrupción se establecieron las bases de la legislación hipotecaria y el cuerpo funcionarial de registradores de la propiedad, además de regularse el de los notarios.
El mayor representante del regeneracionismo fue el erudito aragonés Joaquín Costa, quien, campesino de origen humilde y formado y doctorado en Derecho y Filosofía y Letras, llegó a convertirse en uno de los más importantes ideólogos del momento con más de 40 obras publicadas, siempre buscando la esencia de España y las causas de su retraso secular. Sus soluciones para el mal endémico de la miseria permanentemente acuciante en el país pasaba por el cumplimiento de su lema “Escuela, despensa y doble llave para el sepulcro del Cid”, con el que reclamaba mayor educación para un pueblo sumido en la ignorancia, mejor gestión de los recursos agrarios para garantizar la alimentación de unos ciudadanos hambrientos; y que de una vez por todas se enterrara el discurso político dominante sobre el glorioso pasado del imperio español.
Republicano convencido, exigió la necesaria renovación de todas las estructuras políticas, sustentadas en el caciquismo, y aunque apenas ejerció la política activa y limitó sus propuestas al mundo agrícola del que provenía, para modernizarlo y hacerlo más eficiente y justo, algunas de ellas fueron finalmente aceptadas, como los planes de riego.
En su azarosa vida tuvo que dedicarse a diferentes tareas para ganarse la vida, hasta que, en 1888 accedió al cuerpo de notarios de reciente creación, lo que le dio cierta estabilidad económica, y le sirvió para denunciar todo el sistema registral, notarial y de justicia hipotecaria, por las excesivas prebendas que generaba a sus administradores.
Aunque su muerte, en 1911, supuso una gran convulsión social en la época y parte de sus regeneradoras ideas cristalizaron en la segunda república, el franquismo, con su reimplantación del caciquismo, diluyeron la importancia de su figura y su pensamiento, potenciando las recogidas en la Generación del 98, que aunque también eran críticas con la situación del momento, lo eran desde el punto de vista literario y artístico, y no como alternativa práctica.
Ciertamente desde entonces no parece que, excepto en las apariencias democráticas, hayan cambiado demasiado las cosas. La alternancia en el poder es evidente, el caciquismo y la oligarquía son patentes, y el empobrecimiento de los ciudadanos y de los derechos sociales son innegables, como las pretensiones de revivir glosiosos pasados a nivel internacional. Bajo esa realidad las propuestas de regeneración democrática de Rajoy no solo son insuficientes, sino que llegan demasiado tarde porque los organismos e instituciones sobre los que se sustenta la política de este país se encuentran en estado de necrosis, pues tanto tiempo sin regenerarse ha provocado la muerte de la necesaria credibilidad en que deben fundamentarse, en parte porque las explicaciones de nuestros gobernantes desde sus cómodas poltronas han sido históricamente las mismas, como bien reflejaba el genial Berlanga en Bienvenido Mr. Marshall. 





Sólo queda pues la extirpación total de unas estructuras completamente corruptas y la creación de otras nuevas, pero también especialmente de las personas que asuman las responsabilidades de hacerlo.