Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

miércoles, 21 de julio de 2010

Absentismo estresante

El pasado mes de enero, Octavio Granado, Secretario de Estado de Seguridad Social, hizo públicos los datos sobre absentismo laboral que había registrado España durante 2009. Granado sacó pecho y mostró su “orgullo” para anunciar que el porcentaje de trabajadores españoles afiliados a la seguridad social que se habían ausentado de su puesto de trabajo por incapacidad temporal más de cuatro días consecutivos durante 2009 había sido sólo del 2,1 por ciento, ligeramente por debajo del 2,2 por ciento que afecta a los doce principales países de la unión europea.
El Secretario de Estado de Seguridad Social afirmó que ese logro se había realizado “sin bajar un ápice los derechos de los enfermos, pero mejorando la vigilancia de los que fingen estarlo”.
Más allá de si las cifras responden a la buena gestión de la Seguridad Social o, como dicen las malas lenguas, a que en épocas de crisis y de baja contratación laboral los trabajadores responden mejor en sus puestos para no perderlos, lo cierto es que objetivamente ese supuesto dato en la reducción del absentismo laboral se puede considerar positivo ya que los empresarios siempre han achacado a ese mal grandes pérdidas en sus ingresos. Concretamente en 2008 las empresas culpaban al absentismo laboral, de cualquier duración, de la pérdida de 12.700 millones de euros y la lucha contra el mismo, además de la flexibilidad laboral, es uno de sus principales objetivos. Ese mismo año el 5,3 de los trabajadores españoles habían cometido “una abstención deliberada de ir al trabajo” (que es como define la real academia de la Lengua Española al absentismo laboral). La cifra bajaba al 3 por ciento en aquellas empresas consideradas “familiarmente responsables”, es decir, aquellas que optan por gestiones dirigidas a la motivación del trabajador y a la conciliación de la vida familiar y laboral, en lugar de hacerlo con directrices sancionadoras.
Las principales causas de la ausencia del trabajo son la salud y visitas al médico en el 23 por ciento de los casos (por lo que los hombres faltan una media de 8,4 días al año al trabajo, y las mujeres 6,3), y conciliar vida laboral y familiar en el 21 por ciento (aquí las mujeres faltan de media 4,4 días y los hombres 1,7). Defunciones de familiares y realizar trámites también ocupan un destacado lugar entre los motivos de las ausencias.
Por un motivo, control de la Seguridad Social o crisis en el empleo, u otro, motivación de las empresas a los trabajadores, parece que el absentismo laboral en nuestro país se controla y cada vez se aproxima más al de la media de la Unión Europea.
Entre todas las causas de baja laboral el estrés asciende progresivamente como uno de los principales motivos para solicitarla. Los estudios realizados al respecto señalan que el estrés, más que por incidentes puntuales, está provocado por situaciones inherentes a la propia profesión, y así maestros, ATS, médicos y policías son las dedicaciones más estresantes.
Eso era hasta ahora, ya que desde hace unos meses hay una profesión sobre la que parece que se ciernen todos los síntomas estresantes del universo: los controladores aéreos alcanzaron un absentismo laboral del 17 por ciento durante el pasado mes de mayo y del 14 por ciento en junio, según el Ente Público Empresarial AENA (Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea), del que dependen. La misma fuente empresarial, dependiente del Ministerio de Fomento, indica que durante días puntuales de julio el absentismo de los controladores superó el 34 por ciento en el aeropuerto barcelonés de El Prat.
Las elevadas cifras de absentismo hacen sospechar a los responsables de AENA y del ministerio que los controladores faltan al trabajo siguiendo consignas para forzar la negociación de su nuevo convenio laboral y para protestar contra las reformas que afectan a las condiciones laborales del colectivo. Por su parte los representantes de los controladores denuncian “acoso psíquico” por la presión social y de la propia empresa, el poco descanso y la incertidumbre en sus vacaciones lo que ha provocado entre los controladores aéreos “evacuaciones médicas en el trabajo, cuadros de arritmia y ansiedad, subidas de adrenalina e incluso casos de depresión”.
La nueva regulación introducida por el ministerio de fomento supondrá que los controladores aéreos trabajarán este año un total de 1.670 horas, frente a las 1.780 de 2009, 1.802 de 2008 o 1.799 de 2.007, con lo que su jornada laboral disminuye, y es de suponer que el estrés también, aunque del mismo modo sus ingresos.
La batalla entre los controladores y el Ministerio de Fomento comenzó a finales del año pasado cuando el titular de esta cartera, José Blanco, les acusó a finales de 2009 de ser una casta laboral que cobraba una media de 380.000 euros anuales y que pretendía mantener sus privilegios limitando el acceso a la profesión.
Más allá de si se merecen lo que cobran o no, o de como lo han conseguido, lo cierto es que dependen del Ente Público AENA, creado en 1990 y cien por cien propiedad del estado español, con lo que, activa o pasivamente, han sido los sucesivos gobiernos quienes han propiciado que el sueldo de los controladores aéreos se triplicara en doce años. Concretamente entre 1996 y 2008 subió un 346 por ciento, y el año en el que más lo hizo fue en 2000 cuando aumentó casi un 33 por ciento.
Precisamente ese año fue el posterior a la firma del convenio colectivo que se debe renegociar ahora.
Presión, estrés, exceso de trabajo, incertidumbre en el convenio… lo cierto es que los controladores aéreos parecen sufrir un absentismo estresante que, en los últimos meses, provoca una inasistencia al trabajo de este colectivo a cifras cercanas al 20 por ciento, con la consiguiente afectación negativa al tráfico aéreo y a notables contratiempos para los usuarios por retrasos y anulaciones de vuelos.
Para tratar de salvarnos de este caos y protegernos de la privilegiada casta laboral, el Ministro de Fomento, José Blanco, propone contratar controladores de los países del este, que cobran muchísimo menos, e incluso utilizar personal militar. Loable actitud la de tratar de defender a los ciudadanos de tan exagerando absentismo, pero hay otra casta ilimitadamente privilegiada con un intermitente absentismo muchísimo mayor, no sé si por el estrés o por su cara bonita: casi la mitad de los diputados no acudieron al hemiciclo la segunda jornada del Debate sobre el Estado de la Nación el pasado 15 de julio, y eso que los propios políticos dicen que esa es una cita importante. Ese absentismo es más habitual de lo que podemos pensar y ambas cámaras presentan con excesiva frecuencia demasiados escaños vacíos, y lo hacen tanto en citas de menor importancia como en otras transcendentales, incluido el debate de los presupuestos generales del estado.






Eso sucedió en noviembre de 2008, pero es una reiterada actitud entre nuestros representantes políticos, a pesar de que dicen trabajar como cualquier ciudadano, y de querer lavar una lamentable imagen que se han ganado a pulso, porque a los únicos lugares donde no faltan es a sus mítines electorales, inauguraciones y demás festejos de sus partidos.
Blanco nos quiere salvar del desproporcionado absentismo laboral de los controladores aéreos, pero, ¿quien nos salva del descomunal absentismo laboral de nuestros políticos, a quienes pagamos unos jugosos sueldos además de otras notables prebendas? Bueno quizás no sea demasiado acertado llamar absentismo laboral a las ausencias de los políticos de sus puestos, ya que para muchos de ellos la política no es un trabajo, sino un negocio fácil para llenar sus bolsillos y trepar hacia el éxito.
Sea como sea, confiemos en que la supuesta salvación no incluya sustituirles con militares o con ciudadanos de la Europa del Este.

lunes, 12 de julio de 2010

Reivindicaciones contundentes

Ochenta años después de que iniciara su andadura la Copa Mundial de Fútbol allá por 1930, por fin la selección nacional española ha logrado alzarse con el título que la encumbra como el mejor combinado del panorama internacional en ese deporte durante los próximos cuatro años. En los 19 Campeonatos disputados hasta el momento (no se celebró en 1942 y 1946 a causa de la segunda guerra mundial), únicamente ocho países han logrado colocar en su camiseta la estrella que les confiere ese galardón: Brasil (5), Italia (4), Alemania (3), Argentina (2), Uruguay (2), Inglaterra (1), Francia (1) y, ahora, España (1).
La culminación de la hazaña fue vista por más de 700 millones de personas en todo el mundo, mientras que en España quince millones de telespectadores disfrutaron con el juego del equipo, y muchos de ellos celebraron después el triunfo por las diferentes calles y plazas de nuestro territorio. El acontecimiento ha sido apoteósico, pero el camino hacia el éxito fue tortuoso para los españoles, que tuvieron que eliminar a los rivales más en forma. Holanda, que se dedicó a no dejar jugar a los españoles por todos los medios, y rayando los límites de la legalidad con la máxima de que el fin justifica los medios, había encadenado 25 partidos internacionales sin conocer la derrota, concretamente desde septiembre de 2008 y había ganado todos los partidos del mundial, excepto el último. España venció en todos los encuentros mundialistas, con excepción del primero, y ya había eliminado a otra selección en racha: Portugal, que también encadenaba 19 partidos sin perder y 9 sin encajar ni un solo gol.
Aún sin ser futbolero, es innegable el merito de nuestra selección, tanto en los aspectos deportivos como en los humanos, que ha sido capaz de ilusionar y movilizar unánimemente a gran parte de este país. En el aspecto deportivo ha consolidado y mejorado el vistoso juego que se iniciara en la última etapa de Luis Aragonés como seleccionador y que culmino con la consecución de la Eurocopa 2008. Humanamente también entonces el grupo español conformaba un compacto bloque de compañerismo y solidaridad. El nuevo seleccionador desde julio de 2008, Vicente del Bosque, consolidó y perfeccionó el trabajo realizado hasta entonces y ha sido capaz de crear un verdadero equipo donde reina la amistad y el entendimiento y priman los intereses del grupo por encima de los individuales. Exactamente la misma fórmula que utilizó Pepu Hernández para conducir a la selección nacional de baloncesto a hacerse con el Campeonato del Mundo de 2006, y que repitió Sergio Scariolo logrando el Eurobasket de 2009.
El conglomerado de jugadores españoles, entre los que hay madrileños, catalanes, vascos, navarros, andaluces, castellanoleoneses, castellanomanchegos, valencianos, asturianos y canarios, bajo las órdenes de un salmantino, han conseguido demostrar que el trabajo en equipo es posible, que el fútbol constructivo gana más adeptos que otros sistemas de juego especulativos y que la constancia y el esfuerzo son esenciales para lograr resultados positivos. Los 23 componentes de la selección y todo el equipo técnico han sido capaces de conformar un auténtico grupo de apoyo, amistad y solidaridad en torno a un objetivo común, y olvidando intereses o ideologías personales. Todos ellos, desde la deportividad y el respeto al rival, defendieron la camiseta de la selección española con una entrega total dentro de la labor que les tocó realizar en cada momento: desde el campo o desde el banquillo; en los entrenamientos o en los partidos; en los malos momentos o en las celebraciones, y reivindicaron contundentemente la consecución de un título que se merecían, por juego, esfuerzo y actitud.
Y lo lograron, y rompieron la tensión acumulada con la naturalidad e intensidad con que lo hace un heterogéneo grupo de amigos bien avenido tras haber logrado un objetivo común. La celebración fue más de la misma natural espontaneidad de abrazos, felicitaciones y parabienes que intercambiaban los vencedores mientras exhibían la copa del mundo y las banderas nacionales en su paseo triunfal por el césped. En el fragor de la celebración dos de los principales protagonistas de todos los partidos, Xavi Hernández y Puyol ondearon, exultantes de alegría, la señera catalana.
Seguramente hubo a quien no le pareció bien el gesto, aunque lo silencien dado el logro alcanzado y teniendo en cuenta que entre los seleccionados había siete catalanes y cinco de ellos fueron titulares en todos los partidos y nadie puede poner en duda su vital aportación al triunfo final ni la entrega con que defendieron los colores de nuestro país. Así pues todo el grupo reivindicó de manera contundente el triunfo y el mejor juego de España, y Xavi y Puyol también sumaron la pequeña reivindicación de sus particulares y diferenciales orígenes con la exhibición de la señera, como lo podía haber hecho Xabi Alonso con la ikurriña, David Villa con la bandera asturiana o cualquier otro jugador con los colores de la comunidad, ciudad o pueblo con la que se sienta identificado.
Aún sin ser catalanista, ni nacionalista de ninguna tendencia (porque los extremos llevan al fanatismo y la intolerancia, incluido el españolismo que parecen querer imponer algunos), es innegable el mérito de lograr convocar a más de un millón de personas, o los que fueran, ya que eran muchos, para que se manifiesten por las calles de Barcelona un día antes de la esperada final del mundial, y en pleno sábado del caluroso mes vacacional de julio. Tiene mérito conseguir, como la selección nacional de fútbol, la práctica unanimidad de partidos políticos de derechas y de izquierdas (excepto el PP y Ciutadans), de empresarios, de sindicatos y de agrupaciones y movimientos culturales y sociales de todo tipo. Sólo que en este caso el merito es negativo ya que lo que logró esa casi unanimidad en la contundente reivindicación del pueblo catalán fue la sentencia de un politizado Tribunal Constitucional que recortaba los contenidos del Estatut aprobado por las Cortes españolas en 2006 y refrendado por los ciudadanos de la Comunidad Autónoma Catalana en referéndum ese mismo año.
El origen de la sentencia fue un recurso de inconstitucionalidad presentado por el Partido Popular hace casi cuatro años. Esta agrupación parece empeñada en predicar que se está “desmembrando” el país desde que su ídolo Aznar dejara el poder; y en defender una trasnochada idea de España “grande y libre”.
Cataluña, como otras comunidades españolas, tuvo estatutos de autonomía con anterioridad al de 1979. Concretamente en 1919 y 1932. Después con la Guerra Civil de 1936, el derrocamiento del gobierno legal y la subida al poder del general Franco, el grado de autonomía alcanzado se diluyó hasta convertirse, como en casi toda España, en represión social, política, cultural e ideológica, tratando de arrancarles completamente su identidad. El Estatut del 79 intentaba devolverles parte de sus derechos, y el 2006 ampliarlos, pero los celosos salvadores de la patria no están de acuerdo porque se “desmembraría” el país.
Ahora la selección española de fútbol, con cinco catalanes como jugadores indiscutibles del once titular, han reivindicado contundentemente la consecución de un título que no obtenían desde que surgiera hace 80 años y el pueblo catalán ha hecho lo propio con un camino que inició hace 90 años y que fue truncado por cuarenta años de franquismo. Tal vez algunos deberían dejar de lado discursos apocalípticos e intereses del pasado y tomar nota de que, como en el fútbol, no todo es presión, defensa y brusquedad para no dejar jugar a los demás, sino que en muchas ocasiones el compañerismo, la amistad y la lucha por unos objetivos comunes, dejando de lado los individuales, son la base del triunfo.

jueves, 8 de julio de 2010

Reductos mágicos

La influencia de la tradición, la cultura, el entorno o las circunstancias, inciden en la formación y evolución de las diferentes sociedades. Un cúmulo de todas ellas condicionaba que determinada etnia o población fuera nómada o sedentaria, guerrera o espiritual, agrícola o ganadera,… Con la expansión de las civilizaciones, la complejidad de las sociedades modernas y, sobre todo, el surgimiento de la aldea global con la revolución de los sistemas y medios de comunicación, se han diluido las diferencias porque prácticamente todas las sociedades pueden acceder a los conocimientos de otras, y por tanto imitarlas.
En cualquier caso, aún en pleno siglo XXI, la ciencia, la antropología o la curiosidad, continúan investigando porque en determinadas y reducidas zonas se vive más, se es más o menos proclive a determinadas enfermedades o se desarrollan más unas habilidades que otras. Encontrar las supuestas claves de tendencias positivas supondrían grandes avances para la humanidad.
Desde que el ingenio de Uderzo y Goscinny nos descubriera, en 1959, que el secreto de una pequeña aldea gala para permanecer irreductible ante los romanos era una poción mágica, resulta más atractivo pensar que un simple brebaje pueda multiplicar nuestro potencial. Cuando las legiones romanas trataban de invadir la pequeña aldea, el druida Panorámix preparaba la poción, que proporcionaba una fuerza descomunal al que la tomara, y la repartía entre los pobladores según las necesidades que tuvieran para rechazar los ataques romanos. Más allá de la rutinaria cotidianeidad de la aldea, que también queda reflejada en las aventuras, el verdadero meollo de las mismas lo protagoniza la poción mágica. Conocedores de su poder, los romanos tratan por todos los medios de hacerse con el secreto de la poción para utilizarla a su favor o, en su defecto, evitar que la puedan usar los irreductibles galos. En medio de toda la acción, los dos héroes de la aldea son Asterix, un pequeño galo que tiene acceso permanente a la poción, y Obelix, su voluminoso e inseparable amigo, que no necesita poción, ya que, cuando era un niño, se cayó en la olla donde se preparaba y los efectos son permanentes en él.
A veces cabe preguntarse que clase de pócima utilizarán en lugares donde sus habitantes parecen irreductibles en algunas actividades. Por ejemplo, Brasil, un país con 193 millones de habitantes, aglutina la mayor parte de los jugadores de futbol destacados en el mundo. En el último quinquenio el país sudamericano ha exportado al resto del planeta una media cercana a los mil futbolistas anuales. Quizás tomen alguna poción para dominar mejor el balón.
Disminuyendo el tamaño del reducto, aunque no de la magia que se genera, nos encontramos con Jamaica, una isla con menos de tres millones de habitantes, que ocupa el puesto 43, de los 141 países que figuran en el medallero olímpico, con 53 metales logrados desde 1896. Lo sorprendente es que 52 de esas medallas las han logrado en pruebas de velocidad, 11 de ellas en los últimos juegos olímpicos. Aquí la pócima o secreto debe ser muy veloz.
Pero tal vez la más portentosa poción, secreto o influencia es el que parecen tener en otra isla. Ya repasamos los éxitos de toda España, pero concretamente esta isla, que atesora cultura, historia, variedad, belleza y rincones privilegiados, y aunque medio ocupada por los alemanes, entre sus menos de un millón de habitantes acumula al menos tres portentos internacionales.
Uno de ellos es campeón del Mundo y de Europa y subcampeón olímpico de baloncesto con la selección española, además de ser, hasta el momento, el único jugador no norteamericano en competir en el concurso de mates de la NBA y el debutante en esta competición que históricamente más triples ha logrado en una temporada con 159. Se trata de Rudy Fernández. El segundo personaje ha vencido en dos ocasiones en el campeonato del mundo de motociclismo en la categoría de 250 centímetros cúbicos y el año pasado quedó segundo en la categoría de Moto GP plantando cara a Valentino Rossi. Este año, con la ausencia del italiano en varias carreras por lesión, Jorge Lorenzo tiene el camino más libre hacia el triunfo, y dada su juventud puede ser el primero de muchos. El tercer superhombre es medalla de oro en los últimos juegos olímpicos, el jugador de todos los tiempos con más victorias en torneos Master 1000, y un total de 41 torneos de la ATP ganados, además de ser actualmente el número uno de tenis del mundo, con más de 3.800 puntos de ventaja sobre el segundo. Con estas cifras, y el juego y el coraje que aúna Rafael Nadal, tenemos ante nosotros una nueva leyenda del tenis que, si las lesiones le respetan, podrá ser insuperable en muchos aspectos.
No sé que clase de poción, influjo o circunstancia actúa en Mallorca, pero a la vista de los resultados debe ser muy poderosa por que además de hacerlo es especialidades muy diferentes, estos tres jóvenes ídolos, Lorenzo (1987), Nadal (1986) y Fernández (1985), también son personas comprometidas con acciones solidarias y con un prometedor futuro por delante. Parece que corren buenas vibraciones por la excelsa isla y da envidia no ser de allí, aunque parece que, o bien hay pócimas diferentes, o afectan de modo distinto a los isleños, porque en el mismo lugar donde han surgido tres admirables personajes también proliferan gentes de otra calaña, e independientemente de las influencias que reciban, es seguro que en los éxitos de los primeros tiene mucho que ver su esfuerzo y entrega, mientras que los segundos aspiran a vivir sin dar un palo al agua.
Jaume Matas, imputado por el presunto desvío de más de 50 millones de euros de dinero público; María Antonia Munar, acusada de seis delitos, entre ellos malversación y cohecho o Miquel Nadal, imputado por malversar fondos públicos, son sólo tres ejemplos de una larga lista de indeseables mallorquines. Coincidentemente los tres son políticos, y es que parece que esta actividad tiene gran facilidad para convertir cualquier reducto mágico en un vertedero corrupto.

sábado, 3 de julio de 2010

Analfabetos privilegiados

En pleno siglo XXI el analfabetismo alcanza al doce por ciento de la población mundial, lo que supone que unos 800 millones de personas apenas tienen nociones de lectura, escritura y cálculo. Evidentemente, mientras en los países desarrollados esta carencia apenas afecta al tres o cuatro por ciento de la población, los países pobres rozan tasas de analfabetismo cercanas al sesenta por ciento en Asia meridional y occidental y en el África Subsahariana, y supera el 63 por ciento en los países árabes. Burkina Faso, situado en el corazón de África, con catorce millones de habitantes, un índice de pobreza del 45 por ciento y una esperanza de vida media de 48 años, es el país del mundo con mayor índice de analfabetismo, alcanzando al 84 por ciento de la población.
Una vez más la pobreza y la falta de medios económicos es el principal condicionante de la desigualdad, aunque también influyen otros circunstancias, como los fanatismos religiosos. Ambos aspectos, pobreza y fanatismo, afectan más a las mujeres, y así en el caso extremo de Burkina Faso más del 93 por ciento de las mujeres adultas son analfabetas.
En nuestro país la tasa de analfabetos se aproxima al 2,3 por ciento de la población, casi un millón de personas, la mayor parte de ellos mayores de 55 años. Una vez más, los menos favorecidos son los más pobres, y dentro de ellos las mujeres, con una tasa prácticamente del doble que la de los hombres.
El pasado 20 de junio, el que fuera ministro de Economía y Hacienda en el primer gobierno de Felipe González, Miguel Boyer, realizó algunas declaraciones relacionadas con la actual situación económica y sobre las actuaciones del gobierno de nuestro país. Boyer, recientemente elegido consejero independiente de Red Electrica y anteriormente ideólogo de la FAES presidida por Aznar, ahora parece volver a la escena política y da su respaldo a las medidas adoptadas por Zapatero. Defiende los duros ajustes para reducir el déficit, retrasar la edad de jubilación y flexibilizar el mercado laboral.
Para redondear sus declaraciones, y dejar claras sus aspiraciones, el super exministro de Economía y Hacienda afirmó: "Si se siguen bajando los sueldos o manteniendo los que hay ahora en la alta administración, pronto sólo llegarán los analfabetos a la dirección del Gobierno". Aclaró que "no se trata de equiparar los sueldos a los de los presidentes de bancos, pero sí de que los ministros principales y los directores generales pueden tener una remuneración del orden de un subdirector de una empresa cualquiera".



Desconozco si Miguel Boyer tuvo en algún momento de su vida la necesaria vocación de servicio público para dedicarse a la política, pero ahora esta claro que no la tiene porque mientras defiende los ajustes de todo tipo para los administrados, aboga por la necesidad de incentivar a los dirigentes. Lo cierto es que sus deseos no van demasiado desencaminados con respecto a los del resto de políticos españoles que parece que sólo utilizan sus cargos para catapultarse a la obtención de beneficios económicos personales colocándose en cualquier entidad privada para engordar sus carteras.
Boyer parece olvidar que dirigir un país no es lo mismo que dirigir una empresa. En el primer trabajo se trata de gobernar para los administrados, realizar inversiones, política social y redistribuir la riqueza, y legislar para todo ello; de ahí la necesidad de vocación pública. La empresa privada dirige su actividad a generar riqueza para sus propietarios y accionistas, y normalmente no tiene escrúpulos de ningún tipo para lograrlo, así que la diferencia entre ambas dedicaciones es substancial.
En cuanto al despectivo comentario sobre que de seguir con emolumentos tan bajos en los órganos de gobierno, únicamente optarán a esos cargos los analfabetos, tal vez no ande demasiado desencaminado. Aunque no sean de la misma categoría que la de los analfabetos que suponen el 12 por ciento de la población mundial, y abocados a ello por la pobreza y el fanatismo, muchos políticos hacen gala de ciertos variantes de analfabetismo. Ser analfabeto no es sinónimo de ser ignorante, sino de no haber aprendido o recibido nociones de lectura y escritura, con las consiguientes dificultades para comunicarse y/o ampliar conocimientos. Si a lo que se refiere Boyer es a estos analfabetos con dificultades para comunicarse o abrir su mente a nuevos conocimientos, la política de nuestro país está plagado de ellos, incapaces de pensar o hablar por si mismos o comunicar lo que piensan, porque simplemente no lo hacen. Se limitan a seguir directrices y repetir consignas superiores. Si por el contrario se refiere a que no poseen la formación suficiente para ocupar esos cargos, también la retahíla de políticos españoles sin ella, pero con cargo y remuneración, es extensa.
Con todo, la política española está plagada de privilegiados analfabetos que se ganan la sopa boba por hacer más bien poco. Un gobierno con integrantes técnicos y preparados es una tecnocracia, y dudo mucho de que muchos políticos españoles, incluido Boyer, pudieran formar parte de ella.