Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Los sastres del poder... (y sus trajes a medida)

    En este acelerado país de prebendas y corruptelas, Francisco Camps y sus trajes están casi olvidados, como lo están Blesa, el pequeño Nicolás y tantos otros, así que hablemos de algo más reciente, aunque con un nostalgico preambulo historico para mostrar destellos del lazo que todo lo une.

   Cuando en la transición de la dictadura franquista al bipartidismo gobernaba en este país Adolfo Suarez, era ministro de la gobernación el leonés Rodolfo Martín Villa. En tiempos difíciles, y con numerosos atentados de la banda terrorista ETA, Suarez había escogido para velar por la seguridad de España a, como él, otro personaje de ascendente carrera franquista, vinculada en este caso al sindicato vertical. El reposado aspecto de su mirada distraída y su sereno y pausado tono de voz no impidieron que Martín Villa llegara a ser conocido como “la porra de la transición”, por su contundencia al reprimir las protestas sociales, pero también se ganó el apodo de “El sastre” porque solía comenzar sus declaraciones ante los medios de difusión tras un atentado terrorista con la combativa frase “Vamos a tomar medidas...”, anunciando actuaciones para tratar de evitar que aquello que había sucedido se repitiera.

    El sastre Martín Villa continuó tomando medidas que afectaban a la ciudadanía, ya como ministro del interior en la renovada denominación del mismo puesto, cuando la UCD de Suárez ganó las elecciones del 77. En septiembre del 79 dejó el cargo, pero apenas un año después un reelegido Adolfo Suárez, y en plena construcción de la España de las autonomías y del café para todos, le nombró ministro de Administración Territorial, y tras la dimisión del abulense, su sustituto, Leopoldo Calvo Sotelo, le ascendió a vicepresidente del gobierno, donde se mantuvo hasta el triunfo del PSOE de Felipe González en octubre 1982. Desde entonces las medidas de este sastre nos afectaron menos, pero continuó, y continúa, siendo influyente. Fue secretario de Organización de la escindida UCD durante el descalabro electoral que provocó su posterior desaparición en febrero de 1983.  Después, tras diversas aventuras políticas, con la creación del Partido Popular en 1989, se incorporó a sus filas, lo que le permitió ser diputado por Madrid durante tres legislaturas, la tercera de las cuales no llegó a completar porque en febrero de 1997 Aznar le premió con la presidencia de Endesa, y para privatizar la joya eléctrica pública de la corona, y lucrativo destino de puertas giratorias, cargo que ocupó hasta mayo de 2002 cuando fue sustituido por Manuel Pizarro, aunque mantuvo la titularidad de las divisiones energéticas internacionales de la empresa en Italia y Chile.

    En 2004 pasó a presidir Sogecable, el progresista grupo de comunicación audiovisual de Prisa TV, de manos de Jesús de Polanco, donde permaneció hasta octubre de 2010, con 77 años, así que alguna medida tomaría también en ese puesto y seguro que nos afectó en mayor o menor grado. Cómo seguro que lo hizo en su última incursión pública como comisionado del gobierno para el desastre del Prestige. Precisamente allí coincidió con dos de los pésimos sastres cuyas medidas nos están torturando los últimos cuatro años, la legislatura más larga y tortuosa del bipartidismo político impuesto desde 1978, Mariano Rajoy y Soraya Saenz de Santamaría, que cual inseparables quijote y sancho ahora son presidente y vicepresidente del gobierno, y entonces eran vicepresidente del gobierno y portavoz del desastre, y fiel escudera de sus continuos desatinos, un equipo perfecto para gestionar catástrofes. Entre las catastróficas medidas de esta legislatura tomadas por semejante tándem están los recortes en sanidad, educación y sociales, las subidas de impuestos, la corrupción, las amnistías fiscales, los rescates bancarios, las limitación en derechos y libertades, … dentro de una larga y rastrera lista de incumplimientos de promesas electorales.

    Ahora, de cara a las nuevas elecciones, el sastre Rajoy nos quiere seducir con el anuncio de una medida que afecta a la exención del impuesto del IRPF en determinados supuestos, como continuar trabajando tras la edad de jubilación o durante el primer año de la vida laboral. La rimbombante propuesta beneficiaría casi exclusivamente a los votantes del PP, porque en el caso de quienes acceden al empleo por primera vez lo suelen hacer en unas condiciones salariales que no superan los aproximadamente 14.000 euros de exención general que contempla el IRPF, así que sólo se beneficiarían de la misma los afortunados que lograran un contrato por encima de esas cifras o los privilegiados cuyos empleos se forjan en la casta que les ampara, seguramente con más simpatías por el PP que por cualquier otro partido. En cuanto a los jubilados que prolonguen su vida laboral voluntariamente, el regalo no tiene una limitación temporal, pero no veo accediendo a ello a ningún trabajador que tenga que desempeñar empleos que requieran esfuerzos físicos o mentales agotadores o estresantes, que están deseando dejar de trabajar, sino a altos directivos con cómodas tareas como estampar su firma o exponer su consejo, como seguramente hacía Martín Villa cuando se fue de la presidencia de Sogecable con 77 años. Otro regalo más para que esos privilegiados puedan incrementar sus ostentosos e indecorosos ritmos de vida que será proporcional a sus ingentes ingresos, y quizás una nueva decisión para mejorar el traje a medida para la próxima jubilación de Rajoy y su dorada plaza de registrador de la propiedad en Santa Pola (Alicante), aún más lucrativa y resplandeciente tras las legislaciones introducidas cuando Alberto Ruiz Gallardón era ministro de justicia, para cederles parte de las atribuciones de los registros civiles.

     Caben aquí las especulaciones, y la denominada Operación Menina sitúa a Soraya Sáenz de Santamaría como candidata del PP a la presidencia del gobierno tras las elecciones del 20D y en sustitución de un Mariano Rajoy prejubilado. Ya le sustituyó en el debate electoral a cuatro del pasado 7 de diciembre, y allí tanto PSOE como Ciudadanos perjuraron que no apoyarían al registrador gallego como candidato a la presidencia del gobierno, pero nada opinaron si la candidata era Soraya. Sin duda Rajoy está salpicado por la corrupción, y sin sobresueldos que trincar en la política es más rentable el nuevo registro de la propiedad hecho a medida por los sastres populares. En este sentido la protagonista de la supuesta operación Menina ya ha empezado a ejercer de sastre, o modista, del poder, y a barajar medidas para mejorar su traje. Preguntada sobre la experiencia del reciente debate aseguró que lo más duro había sido aguantar las dos horas con tacones, así que para la próxima vez manifestó su deseo, no de quitarse los tacones, sino de que los demás candidatos se los pusieran. Así son las medidas de los sastres del poder.