Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

domingo, 13 de febrero de 2011

Grandes demócratas

Los líderes políticos de los países occidentales han sido unánimes al apoyar la rebelión del pueblo egipcio para derrocar a su presidente, Hosni Mubarak. La encomiable actitud de los presidentes electos de las grandes democracias ha sido ejemplar. Tanto los grandes de la Unión Europea como Barak Obama no dudaron en pedir a Mubarak mayor aperturismo democrático en Egipto e incluso le presionaron para que abandonara el país. Con la reciente caída del régimen tunecino, la pretendida lección democrática, ha sido similar.
Pero en ambos casos esa unanimidad absoluta de los líderes occidentales en defensa de la democracia en estos países llega muy tarde. En realidad antes esos mismos líderes, u otros parecidos, apoyaron a ambos déspotas para que accedieran y se mantuvieran en el poder, 23 años en el caso del tunecino Ben Ali y casi 30 en el del egipcio Mubarak. Durante todo este tiempo los supuestamente demócratas también han mantenido una unanimidad casi absoluta, pero apoyando a los ahora derrocados. Una vez más la hipocresía occidental clama al cielo y se mueve por intereses puramente económicos.
Estados Unidos es un abanderado en ello, apoyando históricamente a todo tipo de dictadores allá donde los déspotas podían favorecer su economía. Los demás no le van a la zaga, y hacen sus pinitos dentro de sus posibilidades.
Mientras el presidente del ejecutivo español, José Luis Rodríguez Zapatero respaldaba las aperturas democráticas de Túnez y Egipto, el presidente del legislativo, el tamibién muy democrático, José Bono, viajaba a Guinea Ecuatorial para comunicar al hombre que lleva 30 años gobernando aquel país desde que diera un golpe de estado en 1979, Teodoro Obiang Nguema, que “nos unen más cosas de las que nos separan” y dar un nuevo espaldarazo al régimen que representa, eso sí, por intereses económicos.




El libro es del año 2008, pero las cosas no han cambiado demasiado, y en la alabanza a tan magnífico mandatario, acompañaron al socialista Bono tres diputados más, del PSOE, del PP y de CIU, que deben ser quienes se sienten más unidos a él. Al menos el resto de partidos se negaron a ir.
¡Qué grandes demócratas dirigen nuestros países! Lo peor es que nos lo creemos, cuando la única unanimidad casi absoluta que mantienen es la sumisión al poder económico y sus propios intereses.

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