Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

lunes, 3 de febrero de 2014

Pedro J. y la mano que mece la cuna


La amplitud del ámbito en el que es conocida una persona por su nombre de pila nos da una idea aproximada de su alcance social. María, la del bar, o Pepe, el cartero, eran más o menos conocidos a nivel local, o de barrio, en una costumbre que cada vez se reduce más a entornos rurales; pero a partir de ahí apenas existen personajes trascendentes y reconocibles, excepto iconos universales como Miguel Ángel, Julio César o el mismísimo Jesucristo, nombres artísticos como Víctor Manuel o Ramoncín, o singularidades hispanas como Manolo, el del bombo, o Paco, el pocero, e incluso anacronismos a los que se añadían numerales, como Juan Carlos I. A partir de ahí, o las personas son más conocidas por el apellido, como Aznar, Zapatero, Rajoy o Urdangarin o se ha de añadir el nombre propio para ser identificado. A veces, todavía, también sirve colocar un “don” delante de éste, como lo llevaban los párrocos, los médicos, el alcalde, el maestro o cualquier personaje transcendente en otros tiempos para ser identificados entre sus clientes, conocidos o influenciados cercanos.
En medio de esas variadas posibilidades se encuentra Pedro J., sin ser ni el Sr. Ramírez, ni don Pedro José, ni tan siquiera Pedro J., el periodista. Es simplemente Pedro J., pero muy conocido y transcendente, aunque ahora, desde ayer mismo, le han quitado del pedestal de director del periódico El Mundo desde el que forjaba el resplandor social de su nombre y satisfacía la vanidad humana del protagonismo.
Hace casi 25 años, el 8 de marzo de 1989, Pedro J. también fue sustituido como director de Diario 16, según él, por denunciar las turbulentas tramas contraterroristas que vinculaban el Gal con el gobierno de Felipe González. Apenas ocho meses después, el 23 de noviembre de 1989, se funda el Mundo del siglo XXI, un periódico definido como liberal y que crece hasta afianzarse como segundo diario más leído del país. La fulgurante trayectoria coincide con la del PP y las huestes de Aznar, hasta que junto a estas, se quedó atrapada en la responsabilidad de ETA en los atentados de Madrid del 11-M, que  a la postre costaran las elecciones a los populares.
Ahora Pedro J. no se va al destierro, como hace 25 años, pues seguirá contando con algunas funciones, pero insiste que tras la mano que mece la cuna donde le pretenden dormir están poderes que tratan de silenciar el pozo de corrupción del que se surte la estructura nacional del PP y que el diario el mundo denunciaba cotidianamente, dada la abundancia de datos al respecto que se van conociendo, a pesar de los sobreesfuerzos que intentan ocultarlos.
Quienes niegan esta posibilidad, defienden que ha sido una decisión empresarial, meramente de mercado, la que ha enviado a Pedro J. a dormir a la parte oscura  en estos momentos de crisis generalizados, y particularmente dificultosos para los medios de difusión escritos. En este sentido se puede estar de acuerdo o no con la línea editorial del periodista, pero no se le puede quitar el mérito de saber utilizar el sensacionalismo para vender periódicos, por eso sería demasiado ingenuo pensar que sustituirle sería la solución para elevar las ventas.
Parece pues que quien quiere hacer dormir a Pedro J. y mecer nuestras cunas para que permanezcamos ajenos a la podrida realidad de nuestras instituciones es el mismo que hace que nuestros gobernantes dibujen un futuro rosa mientras recortan salarios, sanidad, educación y derechos como el del aborto. Eso sí, aún tienen la jeta de negar que hayamos sido rescatados. Los 46.000 millones de euros que recibimos de Europa para las arruinadas cajas de ahorro, y que lastran nuestra deuda y nuestra economía deben de ser una broma.

Nuestros miserables dirigentes pretenden hacernos vivir en una gran mentira, pero no pasa nada, porque el deporte y gran parte de España se paralizaron para despedir a Luis Aragonés, el primer seleccionador que dio un gran triunfo internacional al fútbol español. Pero sin duda no es demasiado inteligente seguir mirando el partido mientras nos arrebatan cuanto tenemos, eso sí, distraídos por su disfrazada realidad de país de las maravillas en el que pretenden hacer creer que vivimos.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario