Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.
Comisiones y expertos.
Cada vez es más habitual en política que la toma de
decisiones se escude en supuestas racionalidades de optimización y excelencia,
la vacuidad de cuyos contenidos se basa en la propia artificialidad inespecífica
de un lenguaje inventado en lo que denominan laboratorios de ideas, que no
dejan de ser instrumentos de manipulación ideológica, para engañar tras su
pomposa apariencia.
El invento encaja perfectamente para justificar socialmente
las desigualitarias y elitistas medidas que recomienda el neoliberalismo
monetario Friedmaniano impuesto desde las tendencias económicas creadas por la Escuela de Chicago y que endiosan a los
intocables mercados que se autorregulan para corregir defectos, en la cumbre de
las tendencias que rigen la Economía, que ha pasado de ser real y tangible, a
ser completamente ficticia y especulativa, con conceptos como “derivados”,
“futuros”, “opciones”,…
Entre las más destacadas falacias inventadas para legitimar
las decisiones se encuentran las comisiones y comités de expertos, pues parece que sus resultados son
infalibles ya que vienen validadas por el posible consenso de una comisión que
además está formada por infalibles expertos.
Así se hace continuamente en el planeta y así se hizo en
España, por ejemplo, con la Comisión de Expertos para la Reforma del Sistema
Universitario Español, convocada en abril de 2012 por el Consejo de Ministros y
de escasa eficacia a juzgar por los resultados del rechazo generalizado a las
actuaciones del Ministro Wert. Otros ejemplos sonados de la utilización de esa
figura manipuladoramente legitimadora de barbaridades de todo tipo y compuesta
por miembros ideológicamente seleccionados para satisfacer las perspectivas del
gobierno de turno, fueron las comisiones, o comités, de expertos, o sabios, creados
para fundamentar la ley de transparencia, que aún permite oscuras cloacas en la
política y sus instituciones; para orientar la reforma tributaria, que
recientemente ha recomendado subidas en IVA y otros impuestos; o para reformar la
seguridad social y el sistema de pensiones, cuyos resultados pueden ser
catastróficos.
La trampa de estos engañabobos consiste en que es el propio
gobierno u organismo que encarga el trabajo a la comisión el que marca algunas
de las directrices del estudio y elige a los expertos que la compondrán. En el
caso del comité que aconsejará sobre las futuras pensiones entre los doce
expertos elegidos para componerla, allá por julio de 2013, se encontraban ocho
personas relacionadas con entidades financieras y con la patronal de las
aseguradoras, deseosas ambas de que la tarta de los fondos que componen las
pensiones públicas pase a manos privadas, con lo cual los consejos que adopte
estarán condicionados en tal sentido.
Un ejemplo absolutamente demostrativo de la manipulación de
esta prestigiada y rimbombante figura dentro de la falta de decoro, estética y
cualquier tipo de consideración ética en el estilo de gobierno perpetrado por
Mariano Rajoy y sus secuaces, no son sólo ya las habituales sustituciones de los
componentes de los comités existentes por expertos más cercanos a sus
ideas, como sucedió con las variaciones
en el Comité de Bioética, introduciendo miembros más cercanos a los contenidos
de la Ley de Aborto promovida por Gallardón para “aconsejar” su aprobación cuando
ya en su día hubo otro comité de expertos que avaló la reforma introducida por
el gobierno Zapatero en defensa de una ley del aborto basada en los plazos,
sino que crean descaradamente comisiones destinadas a avalar sus ideas, aún en
temas polémicos y de clara división social. Así Wert, nuestro educado, culto y
deportista ministro, propuso al Consejo de Ministros la creación de una
Comisión de Trabajo para el fomento y protección de la tauromaquia el 12 de
abril de 2013. Recordemos que el
Parlament catalán había aprobado una normativa que prohibía las corridas de
toros a partir del 1 de enero de 2012, una medida respaldada por gran parte de
los españoles, pero la comisión de expertos ni tan siquiera se cuestionaba los
efectos negativos del maltrato a los animales que encierra la fiesta nacional,
sino que abogaba directamente por su fomento y promoción. Evidentemente la
comisión estaba compuesta por algún torero, miembros de peñas taurinas y
empresarios del sector, así que sus trabajos favorecieron que en noviembre del
pasado año lo que para muchos es considerado un cruel asesinato, la
tauromaquia, fuera declarada patrimonio cultural por nuestro senado.
Los arteros derroteros de la política han reconvertido la máxima
napoleónica que colocaba a las comisiones como perfectos instrumentos para
dilatar hasta el infinito la toma de decisiones, en una perfecta farsa para instalar
en las mentes de sus súbditos la idoneidad de decisiones muchas veces inapropiadas
para el interés general. La clave está en elegir los expertos adecuados. En
este sentido, mas allá de nombrar comisiones y expertos para formar parte de
ellas, nuestros políticos han demostrado que son auténticos expertos en cobrar
comisiones, como demuestran los múltiples casos de corrupción que atoran
nuestros juzgados hasta la caducidad.
Estamos metidos en una cloaca y lo peor es que no se ve la salida.
ResponderEliminarel crear comisiones para formar parte de ellas cobrando comisiones es todo un grouchomarxismo
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