Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

sábado, 7 de diciembre de 2013

Honrar u ofender.



El entramado de relaciones sociales consolidado en la cultura dominante siempre ha establecido mecanismos destinados a honrar las actuaciones de sus componentes. De ese modo refuerza la figura de los merecedores de tal honor ante el resto de los miembros del grupo, a la vez que cohesiona tanto la pertenencia de todos ellos al mismo como las creencias que le sustentan. Así es habitual que los personajes conocidos reciban parabienes por sus acciones en actos promovidos, difundidos y participados proporcionalmente al impulso que el Sistema dominante quiere dar a su protagonista. Ese reconocimiento, más o menos público, de un mérito social tiene su contraprestación con las críticas que se vierten sobre las acciones, de un modo u otro, socialmente punibles, que puede llegar a la ofensa si su contenido llegara a ser execrable.

En la cúspide de esos reconocimientos o críticas, quizás por ser la última actuación pública del protagonista, se encuentran los funerales.

A juzgar por las muestras de duelo y las manifestaciones de la mayoría de los partícipes, Nelson Mandela, Madiba, como le conocían sus conciudadanos, fue honrado por gran parte del planeta. Ahora bien, la calidad del homenaje también la conforman quienes participan en él.

Ya no te importará, pero si tu funeral se plagara de la presencia y las declaraciones y parabienes públicos hacia tu persona de un gran número de hipócritas, mentirosos e incluso asesinos capaces de casi cualquier cosa para lograr sus objetivos, ¿Cómo lo considerarías, una honra o una ofensa?

Bush ordenó una guerra, Obama amparó varias, Rajoy miente más que habla,… sólo por citar algunos de tantos que dirigen los destinos de sus países bajo las riendas de la hipocresía, la mentira y el engaño, cuando no la fuerza y la violación de los derechos humanos.

Las aportaciones de Mandela a su pueblo y a la humanidad son innegables. Asistir a su funeral y sublimar su figura para "honrarla" no pone a su altura a quien no lo merece, sólo destapa la hipocresía que subyace a sus actos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario