Una
tradición es una costumbre, doctrina, norma,… que se conserva en los pueblos
por la transmisión de padres a hijos, y a través de generaciones. Habitualmente
la bondad de las tradiciones se argumenta por su propia esencia repetitiva a
través de un periodo más o menos largo de tiempo, e incluso una mayor
durabilidad las confiere más respetabilidad y prestigio. Pero a pesar de ese
disfraz de honorabilidad, en el que se suelen escudar sus defensores, la
mayoría de las tradiciones, como corresponde con la naturaleza humana, son erróneas,
al desarrollarse dentro del continuo proceso de aprendizaje y mejora que debe
afectar a la especie.
Sin duda
habrá normas, costumbres, celebraciones,… perpetuadas como tradiciones que
hayan sumado en positivo para todos los afectados por las mismas, aunque en
general no es así por esa condena humana de avanzar a base de errores.
La historia
está plagada de tradiciones desechadas. Las hay cruentas, inhumanas,
execrables, inútiles,… o simplemente absurdas, aunque siempre beneficiosas o de
algún modo agradables, placenteras o favorables para los intereses de sus
defensores.
Cuando era
tradición realizar sacrificios humanos para calmar a los dioses, lo que sucedió
en diferentes épocas y culturas, el supuesto beneficio era para toda la
comunidad; sin embargo la tradición medieval del derecho de pernada por la que
el señor se podía beneficiar a la futura esposa de sus súbditos, el patente
beneficio es más bien limitado a una persona. Ambas tradiciones afortunadamente
dejaron de practicarse, pero hay otras muchas que aún persisten. Si bien es cierto
que los ritos que aniquilan vidas humanas se han tratado de suprimir, aún
actualmente, por ejemplo, se pueden dar casos de Sati, incineración de viudas, cuya
vida carece de valor una vez muerto el esposo, en zonas rurales de La India, y
son igualmente repugnantes tradiciones como la ablación, la muerte por lapidación
y otros castigos de las prácticas musulmanas.
Con respecto
a los animales, la crueldad de las tradiciones es patente, y así cada año Japón acaba con
cientos de delfines, Canadá y Groenlandia hacen lo propio con focas y Dinamarca
y Japón lo hacían con ballenas, todo ello en base a defendidas tradiciones.
El mismo
motivo martiriza, tortura y asesina a decenas de variados animales cada año en España:
se les tira desde campanarios, se les arranca la cabeza colgándose de su cuello,
se les atraviesa con lanzas… En el país de la piel de toro, este bóvido es el más
maltratado y cada año se celebran cerca de 15.000 festejos taurinos con sus
correspondientes dosis de crueldad, si bien las corridas de toros en sí apenas
superan el cinco por ciento del total.
Esa
execrable pasión de las clases pudientes por la tauromaquia procede prácticamente
desde sus inicios en el siglo XIII, para después integrarse en otra poderosa
tradición, la monarquía, y difundirse con ella. Así los conquistadores
españoles sometieron parte de América imponiendo el catolicismo, la monarquía y
los toros, perfectamente integrados en Perú, México, Venezuela, Colombia o
Ecuador. Desde entonces en algunos sectores sociales está tan arraigada esa
tradición que mientras en Catalunya se legisla contra su celebración, las
cortes populares españolas la incluyeron el pasado mes de octubre como
patrimonio cultural, para tratar de perpetuarlo y tratar de convertirlo en
ejemplo cultural, a pesar de ser una aberrante y obsoleta tradición. Las
monarquías también son tradiciones obsoletas, como demuestra el hecho de que
cada vez queden menos y las que sobreviven hayan tratado de adaptarse a los
diferentes tiempos y libertades para sobrevivir.
La monarquía
española actual ampara bajo su paraguas el gigantesco entramado político de
poltronas del café para todos que se ideó para contentar a todos los poderes,
incluso los heredados del franquismo, en la transición, y que se consagró en la
endiosada constitución del 78 y su regulación de los partidos políticos como
garantes de la democracia. La realidad ha demostrado que lejos de ello, los
partidos se han convertido en nidos de corrupción al servicio de las oligarquías
económicas dominantes. Hace apenas una semana, la formación política Podemos,
demostró que hay alternativas a esa imposición de desigualdad y corrupción,
cuestionando la eficacia del sistema. La abdicación del rey abre otra grieta en
el mismo, de ahí que los partidos mayoritarios, PP y PSOE, pretendan blindar la
figura de la monarquía, con la que no sólo comparten gusto por las tradiciones
de la tauromaquia o de las cacerías, que tan maravillosamente retratara Berlanga es su saga de films sobre la escopeta nacional, sino el de vivir a cuerpo de rey sin
apenas trabajo o mérito. Jamás pondrán en peligro sus poltronas respaldando un
referéndum para que el pueblo elija entre una monarquía obsoleta y una
republica, que además podría resolver parte de las tensiones territoriales a
través de una federación de estados.
Ante la
mediocridad de los políticos mayoritarios y la falta de ejemplaridad de las
tradiciones, el auténtico ejemplo lo daría el príncipe Felipe renunciando al
trono y optando a convertirse en jefe de estado a través de su participación en
las elecciones, de modo parecido a como lo hiciera Simeón II de Bulgaria, que
años después de ser expulsado del país ganó las elecciones. Esa opción, sin
duda ejemplar, podría satisfacer a demócratas y republicanos, pero sin duda no
haría lo propio con la gran cantidad de parásitos y corruptos que viven de las fraudulentas
tradiciones. Podemos cambiar las tradiciones por ejemplos, porque las primeras se afianzaron para satisfacer a sus promotores y los segundos nos pueden ayudar a mejorar como seres humanos..
mierda de tradiciones, no sé que puede sacar un ser humano en masacrar a un animal o a otro ser de su misma especie, pero cada día, cada año más de lo mismo y no veo a ningún partido político con la intención de parar esto, salvo el pacma que lo llevaba en su programa electoral, pero supongo que los demás les considerarán locos, la pena que tengo es que yo no veré nunca la prohibición de esas tradiciones crueles.
ResponderEliminarMientras no seamos conscientes de que sólo somos unos animales más, maltrataremos a los demás como lo hacemos
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ResponderEliminar'la tradición es una maldición...' - La Polla Records
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