Como cada nuevo comienzo de año se repiten los dogmas de
este globalizado sistema. Suben impuestos, tarifas y tasas, y demás
triquiñuelas que aprietan nuestras vidas y bolsillos soterradamente vía
presupuestos del estado y resto de legislaciones específicas que eligen el 1 de
enero para entrar en vigor. Los medios de difusión nos bombardean con estas
informaciones hasta inculcárnoslas en el inconsciente para convertirlas en
naturales y rutinarias.
Lo hacen constantemente, casi diariamente, pero quizás en los albores del estrenado calendario es cuando más abusan de esos datos que nos recuerdan que vivimos en un bucle consumista. Nos recuerdan los excesos gastronómicos, festivos y loteros de las recientes celebraciones, que otrora tenían ciertos tintes religiosos ahora difuminados por el resplandor de los escaparates.
Lo hacen constantemente, casi diariamente, pero quizás en los albores del estrenado calendario es cuando más abusan de esos datos que nos recuerdan que vivimos en un bucle consumista. Nos recuerdan los excesos gastronómicos, festivos y loteros de las recientes celebraciones, que otrora tenían ciertos tintes religiosos ahora difuminados por el resplandor de los escaparates.
Tras subrayar los derroches cometidos, los medios de
difusión repasan los propósitos que no cumpliremos para el nuevo año y, además, nos
obsequian con todas las dificultades que acentuarán la cuesta de enero…Pero
acto seguido, como solución a nuestra miserable existencia, nos presentan las
esplendorosas rebajas en las que podremos ahogar nuestra congoja consumiendo
compulsivamente, este año hasta por un valor medio de 85 euros por habitante.
Todos los medios refuerzan con sus artículos, reportajes
y opiniones que, aunque sean rebajas, mantenemos intactos todos nuestros
privilegios de consumidores. Cada año nos repiten, para que no nos engañen, las
diferencias entre promociones, rebajas, saldos y liquidaciones. Básicamente las
primeras se pueden realizar en cualquier época del año mientras que las
segundas se limitan a las de invierno y las de verano, aunque ambas garantizan
la calidad de los productos y los derechos de los compradores, dicen. Los saldos ya
introducen la posibilidad de taras o defectos en los objetos de venta, mientras
que la liquidación es aún más drástica y viene determinada por intervenciones
judiciales o cierres de negocios en muchos casos.
La tan cacareada marca España, con empresas que incumplen
contratos internacionales, ex empresarios en prisión, retrógrados gobernantes
que mienten y destruyen derechos y libertades con su legislación y actuaciones,
y roban cuanto pueden en una corrupción que alcanza hasta a la intocable realeza, en el negocio
generalizado de unos pocos, ya ha pasado por todos esos estadios. Ahora es un
solar en el que los malnacidos que nos dirigen no dudan en especular con lo único
que le queda al país, la dignidad de sus habitantes, obligándoles a emigrar por
falta de trabajo, a carecer de sanidad y de educación adecuadas, a perder sus
viviendas y hasta a pasar hambre. Excelente labor la de esta manipulada
democracia para el bolsillo de los más poderosos.
¡¡¡Viva el consumismo globalizado que sustenta el sistema!!!
Y el caso es que casi todos participamos en él…
Doblemente de acuerdo veo, aunque ambos sabemos porqué parece mentira
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