Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Palabras inapropiadas

Últimamente los medios de difusión españoles se han llenado de informaciones que, teniendo en cuenta los resultados, contenían palabras inapropiadas.

En realidad las palabras sólo son signos capaces de comunicar, con un significante y uno o más significados, con las que se forman los mensajes, así que, de por si, no pueden ser inapropiadas. Entonces el carácter de si son apropiadas o no, y suponiendo siempre que el mensaje está bien construido, viene marcado por el emisor, por el origen de las palabras. La semiótica es una disciplina árida, aburrida, engorrosa… así que como mejor se entiende es con un ejemplo:

Si lees: “Héctor, hombre hetero español, al servicio de tu felicidad”. “Para mujeres y parejas, bien dotado (15 cm),…, estoy abierto a todo excepto al sado, no os arrepentiréis, os haré gozar de felicidad como nunca”. El texto es correcto, se entiende, aunque tiene cierto tuforcillo a anuncio de contactos, y efectivamente eso es. Las palabras son inapropiadas por que están escritas por un sacerdote.

La noticia, que dio la vuelta al mundo, explicaba que el párroco de dos localidades toledanas, además de publicitarse con ese anuncio para vender su cuerpo, también se había gastado 17.000 euros en líneas eróticas, cantidad que previamente había sustraído a unas Cofradías de sus parroquias. Así pues, queda claro el carácter inapropiado del texto.

Otras variantes de palabras inapropiadas se dan cuando las mismas son refutadas por alguien jerárquicamente superior a quien las origina. Aquí se incluyen la mayor de los conflictos sobre la idoneidad de los mensajes: padres que no respaldan las palabras de hijos, esposas que matizan expresiones de sus parejas, jefes que retocan actuaciones de sus subordinados… Estas pequeñas desautorizaciones son tan habituales como intranscendentes, dado al nivel al que se dan, pero se agravan a medida que el contenido de las palabras afecta a más gente.

Las decisiones del gobierno y de sus órganos dependientes pueden ir dirigidas a toda la sociedad, o a sectores muy importantes de la misma. A finales de enero el Ministerio de Economía español remitió a la Comisión Europea una actualización del Programa de Estabilidad con el que los diferentes países se comprometen a cumplir los criterios de estabilidad y crecimiento marcados por las instituciones europeas. Entre otras medidas, el documento incluía la propuesta de elevar desde los 15 a los 25 años el periodo para calcular la cuantía de las pensiones. Esas palabras debían ser inapropiadas porque casi inmediatamente después de hacerse públicas, y ante las reacciones negativas de sindicatos y diversos colectivos sociales, el gobierno las suprimió del texto.

Apenas unos días después, otro alto responsable del ejecutivo, Carlos Ocaña, Secretario de Estado de Hacienda, hacía unas declaraciones en las que aventuraba la posibilidad de revisar el acuerdo, al que llegaron el pasado mes de septiembre gobierno y funcionarios y que les garantizaba una mínima subida salarial. Las palabras de Carlos Ocaña se podían interpretar como un nuevo intento de recortar los gastos del estado congelando el sueldo de los funcionarios, pero casi de inmediato el gobierno las debió considerar muy inapropiadas porque rechazó estas declaraciones y garantizó que los acuerdos firmados se cumplirían.

Otras palabras nada apropiadas las pronunciaron el presidente del congreso, José Bono, y la presidenta de la comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. El primero, en los pasillos del congreso, se refirió a algunos compañeros de partido como “hijos de puta” y la segunda le dedicó la misma expresión a alguien de su partido en un acto institucional. Por supuesto, ambos desconocían que sus palabras estaban siendo grabadas, pero en cualquier caso eran palabras inapropiadas, no por el cargo de quienes las dijeron, políticos de alto nivel, ni por a quien iban dirigidas, supuestamente también políticos con puestos relevantes. El carácter inapropiado de estas palabras viene determinado porque, aunque se pretende describir a alguien con ellas, a quien realmente califican es a una tercera persona, así pues se puede llegar a la conclusión de que siempre son inapropiadas las utilice quien las utilice y hagan referencia a quien hagan referencia.

Lo cierto es que pronunciar esas palabras produce en su autor el catártico desahogo que buscan los insultos, pero a poco que lo analicemos comprobaremos su carácter inapropiado.

Recientemente los medios de difusión se hicieron eco de que un matrimonio de avanzada edad iba a ser desahuciado por su propio hijo.

Escuchar la noticia evocaba en lo más profundo del ser un grave insulto. Más allá de los motivos que podían impulsar a ese hijo a actuar así con sus padres, por muy graves que estos pudieran ser, lo cierto es que su actuación es tan rastrera como expulsar de su hogar a aquellas personas a quien debe la vida, únicamente por motivos económicos y de una manera premeditada y sin el menor atisbo de arrepentimiento, porque los procesos judiciales se dilatan tanto que a lo largo del mismo podía haber desistido de sus aspiraciones. Llamar hijo de puta a esa persona sólo puede incidir más en el inmerecido dolor que sufra su progenitora, así pues queda claro el carácter inapropiado de esas palabras. Utilicemos las palabras apropiadas, el personaje en cuestión, como todos aquellos a los que nos podemos referir con esa expresión, no es un hijo de puta, es un malnacido, que le envilece aún más como persona y no afecta a terceros.

1 comentario:

  1. QUE FUERTE lo de los putos curas!!!!!!!!!!! son unos ASQUEROSOS MALNACIDOS......
    TENDRÍRAN QUE CORTARLES LOS HUEVOS PARA QUE LES DIERAN EL TÍTULO.. SON UNA PANDILLA DE PERBERTIDOS..

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