Ayer, 13 de abril de 2015, nos dejó el pensador, periodista y escritor
uruguayo, Eduardo Galeano. Quizás su desaparición se vio velada por la de otro
escritor más premiado, reconocido y potenciado, tal vez por la trascendencia
económica y política que representan su idioma y su nacionalidad, el alemán
Günter Grass, de cuya muerte se había tenido conocimiento unas horas antes, pero
que en ningún caso pueden ensombrecer la excelsa, comprometida y brillante
trayectoria del genial pensador uruguayo.
Nacido en el seno de una familia de
clase alta, mezcolanza de varias nacionalidades europeas, vino al mundo en
Montevideo el 3 de septiembre de 1940, pero prefirió luchar por la verdad, la
justicia y la igualdad en lugar de dedicarse a disfrutar de lujos,
exclusividades o excentricidades o de acumular más riquezas y lucrarse en
detrimento de los demás, como suele ser común en el ser humano, y más
concretamente en los de alta cuna. También prefirió construir su nombre
artístico con el apellido de su madre, Galeano, de origen latino, en vez de el
de su padre Hughes, de procedencia alemana. Optó por la sencillez y la
solidaridad en lugar de hacerlo por la sofisticación y la autocomplacencia.
Sereno, reflexivo y poético su variada obra periodística y literaria nos dejó
medio centenar de obras entre las que destacan las referidas a un sistema socio
económico dominante injusto y absurdo que empobrece a las mayorías en beneficio
de unas élites dominantes, y las que desvelan las ocultas atrocidades históricas
contra los indígenas americanos primero y contra los países Latinoamericanos
después. La reivindicación de la igualdad de la mujer fue otro de los pilares de
su pensamiento. Entre sus obras más conocidas destacan Las venas abiertas de
América Latina, Memorias del fuego, El libro de los abrazos o Patas arriba: la
escuela del mundo al revés. El mejor modo de recordar su excelsa labor es a
través de sus profundos pensamientos. Sirva esta pequeña muestra como sentido
homenaje:
La caridad es humillante porque se ejerce
verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respeto
mutuo.¨
En el mercado libre es natural la victoria del
fuerte y legítima la aniquilación del débil. Así se eleva el racismo a la
categoría de doctrina económica.
No soy fanático ni religioso en política. No
creo en el fanatismo, creo que los fanáticos deberían estar todos encerrados en
el manicomio, porque son peligrosos.
Soy un escritor que quisiera contribuir al
rescate de la memoria secuestrada de toda América, pero sobre todo de América
Latina, tierra despreciada y entrañable.
Hay quienes creen que el destino descansa en las
rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente,
sobre las conciencias de los hombres.
La violencia engendra violencia, como se sabe;
pero también engendra ganancias para la industria de la violencia, que la vende
como espectáculo y la convierte en objeto de consumo.
La utopía está en el horizonte. Camino dos
pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá.
¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.
Quien no está preso de la necesidad, está preso
del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las cosas que no tienen, y
otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.
El automóvil, el televisor, el vídeo, la
computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad,
máquinas nacidas para "ganar tiempo" o para "pasar el tiempo", se apoderan del
tiempo.
La industria norteamericana de armamentos
practica la lucha contra el terrorismo vendiendo armas a gobiernos terroristas,
cuya única relación con los derechos humanos consiste en que hacen todo lo
posible por aniquilarlos.
El sistema capitalista se come todo lo que
encuentra. Incluye una ideología, una moral, una concepción de la vida y de las
cosas que es peligrosa para el género humano y para el planeta que habitamos. Es
bueno, bajo ese sistema, todo lo que es rentable, y todo lo que no es rentable
no merece existir.
Los niños pobres son los que más sufren la
contradicción entre una cultura que manda a consumir y una realidad que lo
prohíbe
El mundo se divide,
sobre todo, entre indignos e indignados, y ya sabrá cada quien de qué
lado quiere o puede estar...
Digno e indignado maestro, seguro que ahora puedes descansar en un lugar más justo y esperar que tus
enseñanzas ayuden a construir un mundo mejor.
El cristianismo de galeano es perfectamente compatible con el nacionalsocialismo de grass
ResponderEliminarPor eso hay que construir un mundo mejor...
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