El último programa de Salvados, cuya cabeza visible es el
revelador Jordi Évole, titulado Operación Palace y en el que se exponía una
versión diferente de los acontecimientos que provocaron el golpe de estado del
23F, emitido el pasado domingo alcanzó una audiencia record, y una generalizada
polémica, porque el promocionado espacio resultó ser un falso documental. Ninguno
de los más de cinco millones de espectadores que siguieron la emisión fue
indiferente a su contenido y así las opiniones contrastan entre quienes opinan
que fue una genialidad que conmovió al público, llegándolo a comparar con La
Guerra de los mundos, cuya adaptación radiofónica realizada por Orson Welles el
30 de octubre de 1938 provocó el pánico entre parte de la población neoyorkina.
Aquello supuso el espaldarazo definitivo para el innovador comunicador, que más
tarde triunfaría en el cine con realizaciones tan reconocidas y técnicamente revolucionarias
como Ciudadano Kane, si bien no faltaron críticas y exigencias de
responsabilidades, por lo que Welles tuvo que pedir perdón y decir que era una
broma de Halloween. Rumbo al primer pedestal pretenden poner a Jordi Évole los
defensores de la emisión del documental.
Evidentemente, lejos de vislumbrar mérito en la labor del
controvertido Follonero, un sector de la población la ha condenado por faltar
al respeto del público. Pero en este país de viscerales y encontradas pasiones y
demasiada retrograda nostalgia dominante, que incluso impulsa la renovación de
las legislación que nos ha de regir en asuntos tan trascendentes como los
culturales, educativos, laborales o sanitarios, otro grupo poblacional ha
reaccionado de modo más extremo, aunque sin llegar a lo sucedido el 12 de
febrero de 1949 en la capital ecuatoriana. Aquel sábado Radio Quito, la más
prestigiosa de la ciudad, emitió una versión de la Guerra de los Mundos, a la
que se quiso dar la máxima veracidad, y pocos conocían la verdad. El guión
relataba el avistamiento de un OVNI y la posterior aparición de una nube tóxica,
pero poco más pudo desarrollarse porque a los veinte minutos, una vez
descubierta la farsa, una multitud indignada y enfurecida atacó e
incendió el edificio que acogía la emisora y donde también se ubicaban las
rotativas de un periódico, cuyos almacenamientos de papel y tinta alimentaron
las llamas que acabaron provocando cinco muertos.
Actuaciones así se corresponden con la intolerancia y los más
cavernarios pensamientos y primarios instintos de algunos sectores ideológicos
dominantes en este país de la grande y libre marca España.
Pero la emisión de Operación Palace no puede equipararse con
ambos ejemplos, ni con otros muchos, pues hay una diferencia esencial: mientras
La guerra de los mundos basa sus contenido en un hecho inicial ficticio, la
piedra de toque del documental confeccionado por el premiado programa Salvados
fue tan real como la conmoción que provocó en los españoles cuando se produjo,
el 23 de febrero de 1981.
Jordi Évole y su equipo con unos medios nada espectaculares
y una sencillez de agradecer nos muestran cada semana los entresijos de algún
tema candente, entrevistando a sus protagonistas y documentando otros aspectos
del mismo.
En el caso de Operación Palace, la farsa nos procura dos
lecciones magistrales. Por un lado nos demuestra la capacidad manipulativa de
los medios de difusión, especialmente audiovisuales, para conformar una falsa realidad
que condiciona nuestras vidas y pensamientos y por otro denuncia que después de
30 años no sé conozca la verdad de lo sucedido aquel día, porque este
oscurantismo sobre hechos importantes puede alimentar maquinaciones como las
que ellos idearon y que conmocionó a parte del país, hasta que desvelaron la
trama.
La oscuras situaciones políticas y financieras por las que
atraviesa España, con altos cargos en ambos ámbitos, incluido el gobierno,
inmersos en presuntos asuntos de corrupción, con sobres de dinero negro,
comisiones, fraudes a usuarios y sueldos millonarios; cuyas resoluciones se
prolongan hasta el infinito o se diluyen por insondables verigüetos judiciales,
mientras los ciudadanos ven recortados sus derechos como consecuencia de esos
derroches y despilfarros, y tienen que comulgar con las medias verdades y las
manipulaciones y engaños que originados por los protagonistas son difundidos
por los mal llamados medios de comunicación, normalmente lacayos del poder económico
que les sustenta y voceros del poder de turno, justificarían con más fundamento
que la emisión de un programa de radio, la indignación generalizada. Los ecuatorianos
tardaron veinte minutos en incendiar el edificio de la radio origen de las
mentiras, aunque no fueran tan importantes, aquí llevamos años soportando como nuestros mentirosos escurren el bulto e intercambian acusaciones, mediocridad y connivencia
mientras nos crujen. Va siendo hora de despertar de esta manipulación, de esta falsa
realidad en que nos sumergen gobernantes y medios sirviendo al sistema.
Pues mira Javi te voy a decir la verdad, no me hubiese molestado tanto como me molestó si no fuera porque por ver esa "mentira" me perdí la entrevista que daba el expresidente Zapatero a Risto en otra cadena y seguro que fue interesante y a Jorge Lorenzo ya le empecé a ver un poco tarde y todo para nada, porque pienso que se lo pasaron pipa viéndonos la cara de tontos que se nos había quedado, no sé igual es que no se aguantar una broma.
ResponderEliminarNo te preocupes. Lo que te perdiste sólo eran más mentiras, especialmente si trataron algún tema trascendente.
EliminarNo te creas que Risto da caña, que estuve viendo un poco la de Jorge Lorenzo y le metió la mano en la herida hasta atrás. Esta semana entrevista a Revilluca y a Iñaqui Gavilondo.
ResponderEliminarNo digo que no de caña. Ese personaje personaje es hiriente hasta la rozar la falta de educación y respeto,pero lo que me preocupa es su afán de protagonismo.Que la firma de Gabilondo de valor a un objeto, vale, porque ha demostrado mucho, pero el otro sólo ha demostrado que sabe insultar. Es un prepotente
EliminarEscurrien luego existen.
ResponderEliminarun 'manipulus' era un puñado de hombres-soldado que un mando podía manejar con facilidad...
ResponderEliminar¿os habéis preguntado alguna vez si formáis parte de esa trigésima parte de una legión romana, que un 'manipulador' ordena y desordena a su antojo?
Es tan sutil que no se nota
Eliminarpuede que ni traspase y hasta tenga alas...
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