Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.

viernes, 16 de abril de 2010

Hombre rico, hombre pobre...

El devenir histórico ha entronado al capitalismo como el sistema social triunfante en el planeta. Eso conlleva muchas cosas, y de las que revoletean por mi mente, hay más negras y oscuras que blancas y puras. En cualquier caso, uno de los dioses más importantes que se adoran en el capitalismo, el dinero, es también el que marca el éxito en la vida de los que profesan esa ideología. Quien más tiene, más triunfa en el sistema.

Así, un hombre rico alcanza más rápido el reconocimiento social y la cúspide del cielo capitalista, mientras que un hombre pobre es ninguneado e incluso humillado por esa misma masa correligionaria. El primero disfruta de la vida, y el segundo se arrastra por ella. Es una de las máximas de esta materialista religión que nos quieren obligar a profesar: para disfrutar de la vida tienes que ser rico, tener dinero para comprar todo cuanto puedas. Si eres pobre, no podrás comprar nada y, por lo tanto, tampoco podrás disfrutar de la vida.

El objetivo de tener dinero es tan poderoso que, en la manera más salvaje y extrema del capitalismo, ni tan siquiera tiene importancia el modo de obtenerlo. “El fin justifica los medios”, la maquiavélica frase adquiere todo su significado. El dinero lo justifica todo: explotación, guerras, miseria,…

Y eso se da a todos los niveles. Cada uno es su estatus, su posición o su profesión intenta mejorar, ganar más dinero, vivir esa vida consumista de los placeres que promete la religión capitalista.

Una exitosa serie televisiva de los años setenta, “Hombre rico, hombre pobre”, protagonizada por Peter Strauss y Nick Nolte en los papeles de dos hermanos cuyos destinos habían sido muy distintos, repasaba las miserias y grandezas de sus vidas, uno rico, y el otro pobre.

Muchas veces en la realidad sucede como en aquella serie. Quien vive en la riqueza triunfa, es reconocido y todos le quieren imitar a pesar de que el dinero también genere otro tipo de problemas, pero parece que compensa por la avidez de lujos y exclusividades por los que lucha la mayoría de la gente. Mientras tanto, quien es pobre fracasa estrepitosamente y vive una vida mísera, despreciable y casi delictiva, aunque en eso ambas vidas pueden confluir, eso sí, con delitos diferentes. La moraleja del telefilme también incluye que, aunque los orígenes fueran los mismos, los resultados fueron muy diferentes, un hermano tenía riquezas, y el otro no.

Esa posibilidad del sueño dorado de la riqueza que vende el capitalismo, ese “sueño americano” de ser rico y poderoso procedas de donde procedas está inculcada en nuestras mentes y así la lucha fraticida por triunfar, especialmente en temas pecuniarios, es habitual prácticamente en todas las vertientes y profesiones de la vida.

He aquí la curiosa historia de dos vidas que parten de orígenes diferentes, luego confluyen para dedicarse a lo mismo, en ambos casos parecen triunfar, pero hete aquí, misterios de la vida, uno acaba como un hombre rico, y el otro como un hombre pobre.

Uno estudió Economía y Empresariales en la universidad de Valencia y después accedió al cuerpo de inspectores de Hacienda (curiosamente como Aznar) y finalmente entró en un nuevo partido político en 1989. En sus estudios valencianos nuestro protagonista conoció a otro joven cartagenero de su misma edad, ambos nacieron en 1956, que estudió derecho en la universidad de Alicante y después también triunfó en la esfera política en el mismo partido.

El otro protagonista, nació en 1962 y cursó Derecho, curiosamente también en la universidad de Valencia y se introdujo en eso de la política dos años después que su compañero. El partido que les acogió a ambos, y el amigo del primero, fue, curiosamente, el mismo que copresidía Aznar desde 1989.

El primero se inició como Director General de Presupuestos de la Consellería de Economía y Hacienda balear, de la que ya en 1993 fue Conseller y en 1996 Presidente de la Comunidad. Cuatro años después fue llamado, con la curiosidad de que fue Aznar quien lo hizo, para ser ministro de Medio Ambiente, y en 2003 se presentó de nuevo a la Presidencia balear ganando por mayoría absoluta. Allí propició un fuerte realce de la economía insular, reivindicando esa condición isleña para lograr subvenciones y fondos de variadas procedencias, y basándose en el turismo, el ladrillo y la especulación; curiosamente como en el resto de este país donde, de manera curiosa, gobernaba Aznar. Por fin, en 2007, ganó las elecciones autonómicas, pero no pudo gobernar, así que decidió abandonar el mundo de la política para dedicarse a otras actividades, incorporándose al Grupo Barceló como comercial internacional en USA hasta 2009. A título de curiosidad, ya que estamos en ello, introduciré una breve referencia a la carrera política del amigo cartagenero de nuestro “hombre rico”. Su primer cargo importante fue la alcaldía de Benidorm, a la que llegó gracias al apoyo de una tránsfuga a una moción de censura. Ocupó el cargo de 1993 a 1995, fecha en la que accedió a la presidencia de la Generalitat valencia gracias a un pacto con Unión Valencia. En 1999 renovó su cargo por mayoría absoluta y allí permaneció hasta julio de 2002, cuando fue llamado por Aznar para el puesto de Ministro de Trabajo, y más tarde también como portavoz del gobierno. Con la entrada del PSOE al gobierno en 2004, pasó a ocupar el puesto de portavoz de la oposición, hasta que en 2008 dejó la política para dedicarse a otras actividades, y actualmente es delegado para Europa de la multinacional española Telefónica. A lo largo del camino se sabe que ambos amigos compartieron, al menos, mesa y mantel, vacaciones y partidos de pádel en numerosas ocasiones.

Nuestro segundo protagonista, el “hombre pobre” comenzó como concejal de tráfico en el Ayuntamiento de Valencia en 1991, a las órdenes de Rita Barberá. En 1997 fue nombrado consejero de Cultura y Educación de la Generalitat valenciana y en 1999 Secretario de Estado de Administraciones Territoriales en la primera legislatura de Aznar. En 2000 es reelegido como diputado y ocupa la vicepresidencia primera de la cámara y en abril de 2002 regresa a su comunidad, presidida por el amigo cartagenero de nuestro hombre rico, como delegado del gobierno. Tres meses después, al incorporarse el cartagenero al Ministerio de Trabajo, dejó la presidencia valenciana a alguien de su cuerda, pero sin embargo fue el segundo protagonista de esta historia quien desbancó al delfín elegido de la cabeza de la candidatura y se alzó con la victoria y la presidencia de la Generalitat valenciana en las elecciones de 2003, y con mayoría absoluta. Cuatro años después volvió a ganar, de nuevo por mayoría absoluta, y actualmente aún sigue presidiendo el gobierno autonómico valenciano. En esta escalada de poder fue arrinconando a todos los adeptos del cartagenero, lo que supuso grandes desencuentros entre ambos.

Después de analizar la evolución, a veces con cierto paralelismo, de las tribulaciones de nuestros protagonistas, es hora de desvelar algunas de las incógnitas de la historia.

Queda patente que ambos triunfaron dentro de la política española (como otros de los personajes citados), curiosamente dentro del mismo partido, y codeándose y coincidiendo con personas y circunstancias solapadas a veces.

Nuestro “hombre rico” dejó la política en 2007, como su colega cartagenero un año más tarde. Sus últimas cifras con el fisco señalan que gana 100.000 euros al año, pero según la fiscalía anticorrupción de las baleares posee un patrimonio cercano a los cuatro millones de euros, cifra más que importante incluso para un político de éxito. Quizás sea la humildad la que impide declarar todo cuanto posee, aunque el juez que sigue su caso opina que “se burla de los simples mortales”.

En cualquier caso nuestro “hombre rico”, Jaume Matas, ha triunfado en esa máxima capitalista de lograr dinero y vivir la vida consumista comprando y gastando a diestro y siniestro y con suntuosidad. En su gloriosa victoria hacia el esplendor capitalista sólo hay un pero: se le imputan varios delitos de corrupción y para librarse momentáneamente de la cárcel ha tenido que pagar una fianza de tres millones de euros. Tal vez alguien ha llevado el capitalismo a su máxima maquiavélica y el fin de obtener dinero ha justificado todos los medios para lograrlo, hasta los delictivos.

El “hombre pobre”, Francisco Camps, también ha triunfado en política, pero parece que no en cuanto al tema pecuniario porque después de tantos años en las altas esferas políticas únicamente declara tener una cuenta corriente con 900 euros, otra compartida con 1.400 euros, una vivienda a medias valorada en 110.000 euros, un plan de pensiones con 8.000 euros y un Saab 900 con quince años de antigüedad. Curioso que, de repente, un "hombre pobre" se convierta en un "pobre hombre". Lo es tanto que hasta le tienen que regalar los trajes, eso si, tienen que ser por lo menos de 600 euros. Será para que hagan juego con su coche declarado.

Del cartagenero amigo de Matas, Eduardo Zaplana, no se conoce si es rico o pobre, aunque ya en unas antiguas grabaciones de cuando sólo era concejal en Benidorm, afirmaba que necesitaba ganar mucho dinero para vivir. El libro “Zaplana, el brazo incorrupto del PP”, hace un repaso a su peculiar idiosincrasia y desvela muchas de sus interioridades.

Coincidentemente, los miembros de esta historia pertenecen al mismo partido. Seguramente bajo otras siglas se ocultan tramas similares, pero tal vez sus protagonistas sean más discretos en sus acciones y menos ostentosos en sus manifestaciones, y por eso permanecen más ocultas…de momento. En cualquier caso, ante las recientes declaraciones de un miembro del mismo partido, Javier Arenas, licenciado en Derecho, presidente del partido popular en Andalucía y Secretario General del mismo a nivel nacional entre 1999 y 2002, además haber sido Ministro de Trabajo, Administraciones Públicas, Presidencia y Vicepresidente Primero en los sucesivos gobiernos de Aznar, y colega del resto de protagonistas de esta historia, aseguraba en un acto de su partido que “a nosotros no nos gana nadie en honradez”, tal y como está el panorama habrá que ponerse en lo peor, porque en la política, como en todas las profesiones y aspectos de la vida, hay demasiados "hombres ricos" y "pobres hombres".

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