En apenas un año la poderosa mayoría absoluta otorgada por casi
11 millones de españoles al Partido Popular ha sido capaz de desguazar casi por
completo un país ya ruinosamente resquebrajado. Incremento en el IRPF,
abaratamiento del despido, recortes en sanidad, educación y pensiones, subida
del IVA en tres puntos, y de las facturas energéticas, aportaciones de dinero
público a los bancos, amnistías fiscales para los grandes defraudadores,… Han
hecho exactamente todo aquello que prometieron que no harían.
Cada uno de los doce pasados meses han sido un continuo de
medidas tomadas desde la prepotencia de la mayoría aplastante y en muchas
ocasiones desde la oculta guarida del real decreto y en el más absoluto de los
secretismos, si era posible. Mariano Rajoy, el líder de la banda, que ya era
parco en explicaciones desde la oposición, limitándose a soltar sus peroratas sin responder a las
preguntas de la prensa, ha seguido su línea en el gobierno, y no ha comparecido
ni una sola vez voluntariamente ante el Congreso, únicamente lo ha hecho cuando la ley le
obligaba. Esto no sucedía desde el año 2001, en el que su arrogante y endiosado
mentor, José María Aznar, acudió únicamente obligado a rendir cuentas a los
parlamentarios. Tal vez sea que Rajoy no
tenga muchas cosas de que alardear, o tal vez sean tantas que no sepa cual de
ellas destacar.
El insigne Mariano y sus secuaces han sido muy valientes al
aprobar todas las citadas medidas porque con cada una de ellas han mentido como
bellacos a todo el país, pero especialmente a sus ilusos electores. Ciertamente
la calaña de los políticos es tan desvergonzada que pueden mentir durante toda
su vida y seguir apoltronados sirviendo como lacayos a sus señores, los
intereses de los mercados. En eso reside su valentía, y lo dejaron patente
desde el mismo momento de la formación de su gobierno, que fue toda una
declaración de intenciones, y de profundos agradecimientos.
Con el fin de organizar nuestra Defensa, eligió al estirado
Pedro Morenés, que estaba altamente vinculado con la empresa de armas ubicada en Zaragoza,
Instalaza, que había demandado al estado español por las pérdidas que le
ocasionaría la prohibición de las sanguinarias bombas de racimo. Tal vez el
estado pague de algún modo 40 millones de euros que de alguna manera llegarán a
los accionistas de Instalaza.
Para dirigir nuestra Economía designó al sonriente Luis de
Guindos, ex presidente para España y Portugal del estrepitosamente quebrado
banco estadounidense de inversiones Lehman Brothers. Buen currículum para hacer
lo mismo con España. De momento su mayor sonrisa fue a Goirigolzarri para
tranquilizarle porque ya habían llegado los casi 40.000 millones de euros para
Bankia y los demás cajas expoliadas, entre ellas CAM, caja cuyas cuotas
participativas salieron a bolsa en 2008 coordinadas por el propio De Guindos.
Para velar por nuestra Hacienda, bienes e impuestos se
recuperó al inquietante Cristóbal Montoro, ya experimentado en estas lides en
el segundo gobierno Aznar, añadiéndole además el control sobre las
Administraciones Públicas, para estrujar aún más las condiciones laborales de
los funcionarios. Montoro, que lo mismo es capaz de conceder una amnistía
fiscal que amenazar con publicar los nombres de quienes defraudan, protagoniza
múltiples hazañas recogidas en las hemerotecas, entre ellas poseer tres pisos
en Madrid, pero no renunciar a las dietas para residencia.
Para proteger nuestra Agricultura y Alimentación el premiado
fue el campechano Miguel Arias Cañete, también bregado en tales batallas con
Aznar, y cuya esposa Micaela Domecq gestiona junto a su familia empresas
preceptoras de suculentos fondos europeos para la agricultura además de
coleccionar bienes por un valor catastral superior a las seis cifras, más otros
activos de más de 600.000 euros, no como el pobretón Camps. De regalo le han
añadido Medio Ambiente por sus excelentes relaciones con los ecologistas, que
no lo pueden ver ni en pintura.
Podríamos continuar exaltando las valiosas habilidades de
los portadores de las carteras ministeriales de nuestro país repartiendo
ganancias con sus respectivos sectores, Mato en su faena de privatizar Sanidad,
Bañez recortando prestaciones, Sáenz de Santamaría rozando las más altas cotas
de hipocresía…
Dentro de la valentía generalizada de esa piara de
desalmados que dirige los destinos del país tal vez haya que destacar la del
Ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert. El arrojo de este
adalid le ha llevado a hacer las delicias de la iglesia y del más rancio
tradicionalismo con sus nuevos impulsos a la educación hasta el extremo de,
además de volver a catolizar, pretender “españolizar” a través de ella, lo que
no solamente les jode a los catalanes, sino a cualquier defensor de la
pluralidad y la libertad. Este visionario retorcido parece retomar las excusas
que llevaron a la destrucción de Hispanoamérica por parte de los reyes católicos,
la conversión al catolicismo y la españolización. Reafirmado a si mismo creciendo
ante el castigo como un “toro bravo” el arrojo de la progresiva derechización
de su trayectoria ideológica, sólo es comparable al arrojo de sus decisiones,
no en vano su apellido significa valor en el sonoro idioma del oráculo femenino
de la política europea, Angela Merkel.
Pero si en esta competición de barbaries históricas hay un
descerebrado intrépido en cuanto a sus decisiones, para tomar las cuales no es
suficiente con ser bizarro, valiente, grande, excelente; en definitiva
gallardo, sino que hay que ser Gallardón, además de Alberto y Ruiz. El otrora
revolucionario progresista del PP retorna a la más profunda de las cavernas
puesto que no sólo restringe la ley del aborto a límites absolutamente retrógrados,
sino que además nos pretende condenar a una justicia como la norteamericana,
cuyos resultados tengan más que ver con el poder adquisitivo para pagar
abogados, tasas o recursos que con la necesaria igualdad ante la ley. En este
país, donde son bien recibidos millonarios rusos, chinos, o de cualquier lugar
y sea cual sea el color de sus billetes o si están manchados de sangre, droga o
corrupción esta claro que pesa más el dinero que la justicia.
Después de arrancarnos todos nuestros derechos, nos
arrebatan la justicia para reclamarlos. Así es la clase de basura que gobierna
en las tendencias ideológicas capitalistas neoliberales.
Tal vez, de momento, no se atrevan a restaurar el derecho de
pernada para quienes superen cierto número de cifras en sus cuentas bancarias,
pero de momento algo que nos va a afectar a todos en varios momentos de nuestra
vida, el Registro Civil, va a pasar a manos de los Registros de la Propiedad. ¿Por
qué querrá nuestro presidente Mariano Rajoy, registrador de la propiedad en
excedencia de la urbanística zona de Santa Pola (Alicante), cargarse de más
trabajo para su jubilación?
Mucho me temo que el siguiente valiente logro van a ser
copiosas tasas en las anotaciones y certificaciones registrales civiles que
controlarán los apenas dos mil registradores de la propiedad que se reparten la
gigantesca tarta económica que les procuran las mismas leyes, de procedencia franquista, que desahucian a
los ciudadanos.
Es eso consisten las democracias occidentales actuales, la máxima
de los políticos es acceder al poder por cualquier medio, para una vez arriba
arreglar lo suyo y lo de sus amigos para garantizarse una jugosa jubilación,
que de hecho consolidan a lo largo de su camino.
Su valentía es nuestra gilipollez, de modo que nos mienten y roban a la
cara, y les seguimos votando, pero tal vez no tarde mucho en que el PP alcance
su mayor logro, y ese será que por fin todos nos unamos para frenar este
gigantesco engaño.
A éstos no les frena ni San Pedro, aunque yo tengo confianza en que Garzón el de I.U., el chavaluco ese que se va haciendo un hueco poco a poco,nos sacará de esta mierda.
ResponderEliminarEl dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. (Dalai Lama)
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