Mientras el BBVA compra por poco más de
1.100 millones el conglomerado Catalunya Banc, compuesto por entidades
financieras cuyas nefastas gestiones han costado a las arcas públicas cerca de
20.000 millones de euros, y los poderosos clubs del fútbol español se hacen con
los servicios de los más destacados jugadores del pasado mundial de fútbol a
través de multimillonarios contratos, casi un tercio de los niños españoles,
por citar sólo uno de la dramática realidad de este país, apenas se alimentará
adecuadamente este verano, a lo que se sumará, además, el frío que pasaran en
invierno.
El excelente regalo, que supondrá al banco
presidido por Francisco González duplicar su presencia en Catalunya, nos costará a todos los
españoles alrededor de 12.000 millones de euros, que jamás se recuperarán como
ya admitió el año pasado el ministro de economía, Luis de Guindos, es en gran
parte obsequio del sistema político español, pues no olvidemos que ellos así lo
han legislado, y ellos mismos llevaron a la ruina al sistema de cajas de
ahorros desde que entraron en sus consejos de administración.
Si Blesa, Rato y demás negligentes
dirigentes del engendro Bankia fueron generadores de una ruina que costará al
estado unos 24.000 millones de euros, no les va a la zaga las aportaciones
protagonizadas por el ex vicepresidente y ex ministro socialista, Narcis Serra, como, entre 2005 y 2010,
nefasto presidente de Caixa Catalunya, causante de la gran parte de las
pérdidas de la estructura financiera regalada ahora al BBVA.
También debemos a nuestros políticos poder
disfrutar en nuestros campos de fútbol de las rutilantes estrellas que por cada
patada que dan al balón cobran más que todos los salarios acumulados a lo largo
de toda tu vida laboral, pues ellos son los principales interesados de mantener
un circo balompédico que según el propio gobierno el pasado otoño acumulaba una
deuda superior a los 500 millones de euros con hacienda, y de más de 4 millones
de euros con la seguridad social. Esos
datos se referían solo a la primera división y a los clubs convertidos
en sociedades anónimas, pero no se contabilizan las cifras de Real Madrid,
Barcelona, Athletic y Osasuna, que mantienen en el oscuro anonimato según el
propio gobierno porque “El suministro de esta información, habida
cuenta del reducido número de clubes que no tienen la consideración de SAD,
podría vulnerar la confidencialidad que impone el ordenamiento jurídico al
permitir la identificación indirecta de la deuda de algún club en concreto”
Para hacernos una ligera idea de las tramas
entre el mundo futbolístico y fiscal recordemos que Messi deberá pagar a
hacienda 33 millones de euros y el barça la decena de millones que había
distraído de pago en el caso Neymar.
Los datos barajados por el Consejo Superior
de Deportes desvelaban que en la temporada 2010-2011, la deuda de los 16 clubes
de primera división, exceptuando Real Madrid y Barça, superaban los 2.190
millones mientras que la que acumulaban los dos grandes citados se aproximaba a
los 1.170 millones, gran parte de ella con entidades rescatadas como Bankia.
Aunque las entidades deportivas disfracen las cifras con las triquiñuelas de
los vericuetos financieros y económicos, su deuda es tan real como el
hundimiento de la estructura bancaria de las cajas de ahorros. Parece no haber
crédito para autónomos, emprendedores y pequeña y mediana empresa, pero para
que los clubs deportivos fichen las atracciones del circo.
La desfachatez de esta marca España que nos pretenden vender alcanza extremos
tales que se asumen con dinero público los despilfarros de una banca politizada
y especulativa, que a su vez financia el circo deportivo con el que pretenden
entretenernos, olvidándose hasta del pan que debe garantizar la supervivencia
de los estratos más desfavorecidos del pueblo. Una vez más nuestros negligentes
representantes velan por los intereses de los poderosos y por los suyos
propios.
Bajo esos mismos errores sucumbieron
civilizaciones, imperios y sistemas de gobierno, y el actual seguirá el mismo
camino desde el momento en el que la miseria de las masas alcance el umbral
crítico, y dejen de preocuparse del fútbol, y demás espectáculos circenses que
se han convertido en el nuevo opio del pueblo, y de creer en los farsantes que
dirigen el cotarro. En ello estamos.
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