Con demasiada frecuencia nos imponen una supuesta realidad, y ocultan esos pequeños detalles que marcan la diferencia.
Los sastres del poder... (y sus trajes a medida)
En este acelerado país de prebendas y corruptelas, Francisco Camps y sus trajes están casi olvidados, como lo están Blesa, el pequeño Nicolás y tantos otros, así que hablemos de algo más reciente, aunque con un nostalgico preambulo historico para mostrar destellos del lazo que todo lo une.
Cuando en la transición de la dictadura franquista al bipartidismo gobernaba
en este país Adolfo Suarez, era ministro de la gobernación el leonés
Rodolfo Martín Villa. En tiempos difíciles, y con numerosos
atentados de la banda terrorista ETA, Suarez había escogido para
velar por la seguridad de España a, como él, otro personaje de
ascendente carrera franquista, vinculada en este caso al sindicato
vertical. El reposado aspecto de su mirada distraída y su sereno y
pausado tono de voz no impidieron que Martín Villa llegara a ser
conocido como “la porra de la transición”, por su contundencia
al reprimir las protestas sociales, pero también se ganó el apodo
de “El sastre” porque solía comenzar sus declaraciones ante los
medios de difusión tras un atentado terrorista con la combativa
frase “Vamos a tomar medidas...”, anunciando actuaciones para
tratar de evitar que aquello que había sucedido se repitiera.
El sastre Martín Villa continuó tomando medidas que afectaban a
la ciudadanía, ya como ministro del interior en la renovada denominación del mismo puesto, cuando la UCD de
Suárez ganó las elecciones del 77. En septiembre del 79 dejó el
cargo, pero apenas un año después un reelegido Adolfo Suárez, y en
plena construcción de la España de las autonomías y del café para
todos, le nombró ministro de Administración Territorial, y tras la
dimisión del abulense, su sustituto, Leopoldo Calvo Sotelo, le
ascendió a vicepresidente del gobierno, donde se mantuvo hasta el
triunfo del PSOE de Felipe González en octubre 1982. Desde entonces
las medidas de este sastre nos afectaron menos, pero continuó, y
continúa, siendo influyente. Fue secretario de Organización de la
escindida UCD durante el descalabro electoral que provocó su
posterior desaparición en febrero de 1983. Después, tras diversas aventuras
políticas, con la creación del Partido Popular en 1989, se
incorporó a sus filas, lo que le permitió ser diputado por Madrid
durante tres legislaturas, la tercera de las cuales no llegó a
completar porque en febrero de 1997 Aznar le premió con la
presidencia de Endesa, y para privatizar la joya eléctrica pública
de la corona, y lucrativo destino de puertas giratorias, cargo que
ocupó hasta mayo de 2002 cuando fue sustituido por Manuel Pizarro,
aunque mantuvo la titularidad de las divisiones energéticas
internacionales de la empresa en Italia y Chile.
En 2004 pasó a presidir Sogecable, el progresista grupo de
comunicación audiovisual de Prisa TV, de manos de Jesús de Polanco,
donde permaneció hasta octubre de 2010, con 77 años, así que
alguna medida tomaría también en ese puesto y seguro que nos afectó en
mayor o menor grado. Cómo seguro que lo hizo en su última incursión
pública como comisionado del gobierno para el desastre del Prestige.
Precisamente allí coincidió con dos de los pésimos sastres cuyas
medidas nos están torturando los últimos cuatro años, la
legislatura más larga y tortuosa del bipartidismo político impuesto
desde 1978, Mariano Rajoy y Soraya Saenz de Santamaría, que cual
inseparables quijote y sancho ahora son presidente y vicepresidente
del gobierno, y entonces eran vicepresidente del gobierno y portavoz
del desastre, y fiel escudera de sus continuos desatinos, un equipo
perfecto para gestionar catástrofes. Entre las catastróficas
medidas de esta legislatura tomadas por semejante tándem están los recortes en sanidad, educación
y sociales, las subidas de impuestos, la corrupción, las amnistías
fiscales, los rescates bancarios, las limitación en derechos y
libertades, … dentro de una larga y rastrera lista de
incumplimientos de promesas electorales.
Ahora, de cara a las nuevas elecciones, el sastre Rajoy nos quiere
seducir con el anuncio de una medida que afecta a la exención del
impuesto del IRPF en determinados supuestos, como continuar
trabajando tras la edad de jubilación o durante el primer año de la
vida laboral. La rimbombante propuesta beneficiaría casi
exclusivamente a los votantes del PP, porque en el caso de quienes
acceden al empleo por primera vez lo suelen hacer en unas condiciones
salariales que no superan los aproximadamente 14.000 euros de
exención general que contempla el IRPF, así que sólo se
beneficiarían de la misma los afortunados que lograran un contrato
por encima de esas cifras o los privilegiados cuyos empleos se forjan
en la casta que les ampara, seguramente con más simpatías por el PP
que por cualquier otro partido. En cuanto a los jubilados que
prolonguen su vida laboral voluntariamente, el regalo no tiene una
limitación temporal, pero no veo accediendo a ello a ningún
trabajador que tenga que desempeñar empleos que requieran esfuerzos
físicos o mentales agotadores o estresantes, que están deseando dejar de trabajar, sino a altos directivos
con cómodas tareas como estampar su firma o exponer su consejo, como
seguramente hacía Martín Villa cuando se fue de la presidencia de
Sogecable con 77 años. Otro regalo más para que esos privilegiados
puedan incrementar sus ostentosos e indecorosos ritmos de vida que
será proporcional a sus ingentes ingresos, y quizás una nueva
decisión para mejorar el traje a medida para la próxima jubilación
de Rajoy y su dorada plaza de registrador de la propiedad en Santa
Pola (Alicante), aún más lucrativa y resplandeciente tras las
legislaciones introducidas cuando Alberto Ruiz Gallardón era
ministro de justicia, para cederles parte de las atribuciones de los
registros civiles.
Caben aquí las especulaciones, y la denominada Operación Menina
sitúa a Soraya Sáenz de Santamaría como candidata del PP a la
presidencia del gobierno tras las elecciones del 20D y en sustitución
de un Mariano Rajoy prejubilado. Ya le sustituyó en el debate electoral a cuatro
del pasado 7 de diciembre, y allí tanto PSOE como Ciudadanos
perjuraron que no apoyarían al registrador gallego como candidato a
la presidencia del gobierno, pero nada opinaron si la candidata era
Soraya. Sin duda Rajoy está salpicado por la corrupción, y sin
sobresueldos que trincar en la política es más rentable el nuevo
registro de la propiedad hecho a medida por los sastres populares. En este sentido la
protagonista de la supuesta operación Menina ya ha empezado a
ejercer de sastre, o modista, del poder, y a barajar medidas para
mejorar su traje. Preguntada sobre la experiencia del reciente debate aseguró
que lo más duro había sido aguantar las dos horas con tacones, así
que para la próxima vez manifestó su deseo, no de quitarse los
tacones, sino de que los demás candidatos se los pusieran. Así son
las medidas de los sastres del poder.
Completamente de acuerdo, sin embargo no dejo de sorprenderme el debate a cuatro del 7 de Diciembre en la que participaban dos formaciones políticas sin representación en el parlamento, curioso país este, en fin que parece según las encuestas que tendremos que seguir tragando PP en azul o naranja.
ResponderEliminarSalu2
No pueden engañar a todos y en todo momento. Siempre nos quedará el morado. Somos más que ellos y PODEMOS
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